El FMI urge a liberalizar el comercio
El G7 y el FMI comparten la visión optimista sobre la marcha de la economía mundial y, sobre todo, la europea, pero se muestran preocupados por el poco tiempo que resta para lograr un pacto para la liberalización del comercio mundial.
Imperativo' y 'urgente'. Con estos dos términos se refirieron, respectivamente, los responsables del G7 y del Comité Financiero y Monetario del FMI (IMFC, en sus siglas en inglés) a los esfuerzos internacionales para cerrar la ronda de Doha que debe abordar la liberalización del comercio mundial. El tiempo para hacerlo se acaba porque en junio vence la autoridad negociadora por la vía rápida (fast track) que otorgó el Congreso al presidente de EE UU, George Bush, y sin ello es casi imposible el pacto.
El cierre de esta ronda de negociaciones es crítica porque los líderes mundiales están convencidos de que es la globalización la que ha permitido los últimos cuatro años de fuerte crecimiento mundial y temen que una vuelta al proteccionismo ponga freno a esta tendencia.
Fuentes europeas afirmaron ayer que es posible que la última oportunidad para cerrar el acuerdo se produzca en junio en la cumbre del G8 en el Mar Báltico. El problema, hasta ahora, es que aunque hay voluntad política de no perder esta oportunidad, 'esa actitud no se ha visto transmitida positivamente por el departamento de Comercio de EE UU'. El presidente del comité del FMI, Gordon Brown, aseguró el sábado que es positivo que haya conversaciones que avancen las posiciones. 'Cuando nos encontramos en septiembre, el diálogo estaba roto y parecía que había pocas posibilidades de que se reanudara, en enero en Davos estaba empantanado y sin acuerdo para reanudarlo' explicó. Según el ministro de finanzas británico, ahora hay un nuevo interés. Rodrigo Rato, director gerente del FMI, dijo que las diferencias entre los países no son considerables.
Si Doha y el proteccionismo han sido una de las claves de la preocupación de los líderes reunidos en el FMI y G7, Europa ha sido la historia de éxito. El crecimiento previsto para la eurozona del 2,3%, es considerado muy conservador por muchos analistas. El comisario europeo de Economía, Joaquín Almunia, explicó ayer que aunque aún no se puede concluir inequívocamente, 'hay indicios que señalan que el crecimiento potencial europeo está aumentando y no es cíclico'.
Por lo que se refiere a España, el IMFC reconoció la necesidad de la reforma de las cuotas de participación en el FMI para aumentar el protagonismo de las 'economías dinámicas'. La política de Bruselas es apoyar a España a aumentar su actual cuota al 1,4%, algo que discuten países emergentes que quieren tener más peso. Según el vicepresidente económico español, Pedro Solbes, la situación es 'complicada, pero han aparecido ideas que pueden ser útiles'. Entre ellas la de la compresión, 'que los miembros de los países con más representación de la UE no lleguen a todo su nivel y dejen margen'. Solbes eludió hablar de porcentajes, pero abogó por 'que se refleje la realidad económica mundial'. La decisión se tomará en otoño.
Paul Wolfowitz, en la cuerda floja
La crisis de la presidencia del Banco Mundial ha sido protagonista de las reuniones del fin de semana. El escándalo de Paul Wolfowitz por la subida de salario que otorgó a su compañera sentimental no fue mitigado pese a haber pedido perdón públicamente. Las críticas se han avivado al hacerse públicos varios documentos y crecen las presiones para que renuncie a su cargo, pese al apoyo de la Casa Blanca. 'Tenemos que asegurarnos de que el banco puede de forma efectiva continuar con su mandato y mantener su credibilidad y reputación, así como la motivación de su personal. La actual situación es de gran preocupación', afirma el comité de desarrollo del banco. Pedro Solbes afirmó que la gobernabilidad y la transparencia 'de las instituciones hay que darlas por supuesto'.