Arte y diseño en Casado Santapau
El despacho es amplio, limpio de formas y de diseño. El color blanco inunda la estancia que ocupa el galerista Damián Casado, nacido en Madrid hace 37 años, y que comparte con su socia, Concha Santapau. La galería, que lleva el nombre de los apellidos de los dos fundadores, está ubicada en el circuito de las galerías de arte en el madrileño distrito de Chamberí.
A pesar de que confiesa no ser maniático, lo que necesita este ejecutivo es orden para controlar todos los detalles que acarrea la gestión de una galería. 'Siempre tenemos mucho movimiento. El año pasado contabilicé 42 vuelos, una cifra que a mí me parece excesiva', señala este ejecutivo, que asegura que el calendario de un galerista se asemeja al de los escolares, de septiembre a julio. 'Tenemos que anticiparnos a todo; ahora mismo ya estamos pensando en la feria de Arco del próximo año'. Esta planificación exige, ante todo, mucha disciplina y dedicación. 'Las obras de arte son un producto de lujo, no es un artículo de primera necesidad, y conlleva una serie de riesgos. La gestión es complicada y está sometida a demasiados altibajos'.
En este sentido, reconoce que con el arte 'nunca se gana dinero, siempre se reinvierte'. Y muchas veces se organizan exposiciones no para hacer negocio, sino para intentar promocionar a un determinado artista. En estos momentos, Casado se siente atraído, por ejemplo, por artistas internacionales como el cubano Alexander Arrechea o el alemán Abel Auer.
'Con el arte no se gana dinero, siempre se reinvierte. Se vende si eres creíble ante tus clientes'
Damián Casado es exquisito en trato y modales, y serio, muy serio. Lo que más le preocupa es la credibilidad. 'El arte se vende si eres creíble. Tienes que ser una persona muy seria de cara a tus clientes, que cada día tienen una mayor formación y, por tanto, son muy exigentes', señala. Viene de dirigir varias galerías en Madrid, entre ellas, La Fábrica y Distrito Cuatro. 'Vi que era capaz de conseguir ciertos logros, como atraer y apostar por artistas asiáticos cuando nadie lo hacía, o conseguir estar entre las galerías seleccionadas para formar parte de Arco en apenas nueve meses; así que decidí montar mi propia galería'. Para ello se asoció a Concha Santapau, que procedía del mundo de la empresa y de la banca. El dúo se complementa a la perfección: él, con formación en Bellas Artes y un máster en gestión cultural, aporta la visión artística; ella, la visión empresarial.
El tándem decidió romper lo que ellos denominan 'los esquemas caducos que repetían las nuevas galerías que comenzaban en Madrid'. Su objetivo era atraer a coleccionistas de su generación, 'que son más libres y para los que no necesitas estar constantemente dentro de la galería'. Casado no tiene inconveniente en vender, si la ocasión así lo requiere, en el hall de un hotel o en un aeropuerto. 'La accesibilidad es muy importante, y con las nuevas tecnologías puedes tener acceso a una obra que te guste y comprarla'.
Asegura que el perfil del coleccionista ha cambiado mucho y cada vez más clientes jóvenes se atreven a comprar. 'Yo aconsejo comprar no para revender, aunque la obra se revalorice, sino para disfrutarla. La gente ha aprendido que tener arte no es decorar'.
El despacho está decorado en colores neutros, en gris y blanco, y las paredes están cubiertas de las obras que ocupan la galería. 'Es una prolongación de la misma, porque aquí recibimos a clientes y se tiene que respirar el mismo ambiente que en el resto del establecimiento'. Los anaqueles de las estanterías están repletos de catálogos y de libros de arte, aunque el papel es algo que escasea. 'No es necesario, todo se puede tener en el ordenador'.
Dedica unas nueve horas, cuando no está de viaje, a la galería. El resto del tiempo tampoco desconecta. 'El arte es una forma de vida, siempre estás pendiente. Cuando llego a casa tengo que mirar los mensajes que me llegan al correo electrónico desde Estados Unidos o Asia'. Lo dice con orgullo, el mismo con el que cuenta que es el galerista más joven de Madrid.
Una hucha como regalo de la competencia
Asegura que existe mucha camaradería entre las galerías. Prueba de ello es el cerdito-hucha, que guarda con mucho cariño, regalado por unos amigos galeristas de Murcia. 'La verdad es que entre nosotros nos llevamos muy bien. Tenemos una sana competencia, nos deseamos suerte y nos ayudamos'. Recuerda que cuando inauguró a comienzos de año la galería, recibió de la competencia ramos de flores y regalos de bienvenida. 'Cuando eres serio, enseguida consigues el respeto de los otros'. Para Casado, éste es uno de los valores más destacados de un galerista.Y se lamenta de que en España no haya más iniciativas de este tipo entre las nuevas generaciones. Cita como ejemplo el siguiente dato: en Madrid se han abierto en los últimos seis años un total de cuatro galerías, mien-tras que en Londres se han inaugurado en el mismo periodo 120. En este sentido, asegura que para abrir una galería es necesario tener una cartera de clientes, un local bien ubicado, esto es, próximo a otras galerías, y un ordenador. 'No se necesita una gran inversión, lo que te tiene que gustar mucho es el arte'.Lo que siempre le acompaña es la música, y lo que más gracia le hace son los inocentes dibujos pintados por la hija de su socia.