Hipotecas con 'bomba' en EE UU
El apetito por el riesgo y por el crédito se han unido en EE UU para dar lugar a un complicado y peligroso escenario en el mercado de las hipotecas, que está poniendo muy nerviosa a mucha gente, tanto en Washington como en Wall Street.
El sector de la vivienda de EE UU, que cierra estos meses su ciclo de mayor crecimiento de ventas y alza de precios en décadas, ha sido parcialmente alimentado por un tipo de hipoteca llamada subprime, a favor de clientes que no tienen historial crediticio ni en muchos casos ingresos probados. Es una anomalía que también se vive, por ejemplo, en el sector de tarjetas de crédito en aquel país. Para compensar el riesgo, las entidades y los intermediarios que trabajan para los bancos, imponían mayores tipos de interés (en principio muy atractivos, dado que desde 2001 han estado bajos) o mayores comisiones. Además han ofrecido hipotecas, calificadas por Alan Greenspan de 'exóticas', que en esencia ofrecían buenas condiciones los primeros meses para convertirse en muy gravosas los siguientes, máxime ahora cuando los tipos han subido. Se trata de un mercado pequeño que, sin embargo, no ha dejado de crecer (el 20% de todas las hipotecas el año pasado frente al 5% en 2001). Y aunque la mora no está disparada su tendencia es al alza, porque la estabilización de los precios de la vivienda ha impedido a muchos de los hipotecados refinanciar sus casas para seguir pagando hipotecas menos agobiantes.
Las consecuencias de este preocupante proceso son importantes por varios motivos. Por un lado porque puede frenar más abruptamente el mercado de la vivienda, al endurecerse el mercado hipotecario, algo que podría contagiar a otras hipotecas de riesgo medio o las mejor avaladas. Y esto es algo que, al final, podría terminar repercutiendo en el consumo, el motor de la economía estadounidense. Sin embargo, este es un escenario posible pero no probable, según los analistas.
En segundo lugar, porque la mayor parte de estas hipotecas fueron vendidas a la banca de Wall Street que titulizó esta deuda, con mayores rendimientos que los bonos del Estado, y ha sido adquirida por hedge funds, fondos de inversión y pensiones que pueden verse afectados por un efecto dominó.
Una tercera consecuencia, es el impacto en la banca. Diferentes entidades han tenido que cerrar o dejar de hacer hipotecas. HSBC se vio obligado a emitir el primer profit warning de su historia por este motivo, y una filial financiera de General Electric ha despedido al 20% de su personal por igual razón. Los analistas temen ahora que la filial financiera de General Motors, GMAC -vendida parcialmente a un fondo de capital riesgo- tenga problemas de financiación y eso añade una nueva preocupación. Ayer, New Century, una de las entidades más grandes del sector, estaba a punto de solicitar la quiebra después de ver cómo en un año ha perdido algo más del 90% de su capitalización.
Es un escenario que muchos quieren ver paralelo a la crisis de finales de los ochenta en la industria de ahorros y préstamos. Y aquello terminó siendo muy oneroso para el Estado. Es un fenómeno que, en cualquier caso, debe ser examinado con especial atención por los países donde el mercado hipotecario está en ebullición, y conviene no olvidar que entre éstos destaca España.