Cuantía y calidad del endeudamiento en España
El aumento de la deuda de familias y empresas y el déficit comercial son los puntos débiles de la economía española que más se traen a colación al valorar expectativas de crecimiento. Hay motivos fundados para prestar atención a los datos respectivos, al menos en lo que concierne al volumen alcanzado, al ritmo de crecimiento, al coste, la solidez y la tendencia que marcan. No obstante, los datos deben verse teniendo en cuenta otros factores, como el descenso paulatino del peso relativo de la deuda pública medida en porcentaje del PIB, así como del aumento de la renta y, consiguientemente, de la capacidad de pago.
Los préstamos suscritos por las familias españolas alcanzaron los 717.000 millones de euros de media en los tres primeros trimestres de 2006, que equivalían al 76,3% del PIB. En su mayor parte (el 72,5%) es deuda a largo plazo y está formada por créditos hipotecarios con los que se financia la compra de vivienda. El crédito comercial es inferior al 3% del total de la financiación recibida. El volumen total de financiación recibida pasó de 291.100 millones de euros en 1999 (el 42,8% del PIB de ese año) hasta alcanzar los 717.000 millones de 2006, con lo que se multiplicó por 2,89 en siete años. La financiación recibida por las empresas no financieras llegó a los 912.000 millones de euros de media en el periodo enero-septiembre de 2006, que equivalían al 97,1% del PIB. Entre 1999 y 2006 esa deuda pasó de 248.300 millones de 1999 (51,6% del PIB) a los 912.000 millones mencionados, o sea, se multiplicó por 3,67.
El PIB nominal se multiplicó por 1,62 en el periodo considerado, es obvio que el endeudamiento de familias y empresas no financieras creció más, impulsado por el descenso del tipo de interés y la expectativa (basada en la política monetaria del BCE: objetivo de IPC no superior al 2%) de que ulteriores aumentos iban a ser moderados.
La elevación rápida del endeudamiento es llamativa y sugiere la idea de que el nuevo crédito quizá tenga una calidad media inferior al preexistente por un doble motivo: la mayor cuantía y/o la menor capacidad de pago del acreditado. No hay constancia de que las entidades crediticias hayan reducido sus criterios de análisis y en cuanto a la capacidad de pago de la deuda, puede mejorar por dos motivos: la mayor renta y el descenso en los tipos de interés.
De la renta da cuenta el aumento del PIB y los segundos, aunque siguen históricamente muy bajos, la diferencia entre 1999 y 2006 es pequeña porque en el primero de esos años el coste del crédito fue algo inferior al de 1998, al de 2000 e incluso de 2006. En cualquier caso, para los acreditados lo relevante es el tipo de interés real, que (aproximadamente) es la diferencia entre el tipo de interés nominal y el IPC esperado, cifra que ha sido negativa en la mayor parte de lo que va de siglo y que indica que el aumento en la renta esperada, que puede estimarse como una cifra entre el IPC y el PIB nominal, es mayor que el coste del crédito. En otras palabras, el coste del crédito se puede pagar con una parte del aumento de los ingresos esperados.
El endeudamiento de las Administraciones públicas ha pasado de 356.000 millones de euros en 1999 (61,5% del PIB) a 390.410 millones de media en el periodo enero-septiembre de 2006, que equivalen al 41% del PIB. En términos relativos hay un claro descenso y en valor nominal hay un ligero aumento. En este caso la capacidad de pago la da el porcentaje que representa la recaudación fiscal respecto al PIB, de modo que si el segundo crece lo bastante, como así ha sido, el descenso relativo de la recaudación (en porcentaje de PIB) ligado al descenso en el tipo de interés lleva a que el servicio financiero de la deuda se reduzca. Así, en 1999 estaba en el 3,5% del PIB, lejos ya del 5,2% al que ascendió en 1994, pero aún por encima del 1,8% que significó en 2005.
En su conjunto, la suma de la deuda financiera (que, por tanto, no incluye el crédito comercial, que en 2006 representa una suma equivalente al 76,5% del PIB) de las familias, empresas y Administraciones asciende en 2006 a algo más de 2 billones de euros que suponen el 214,9% del PIB. Comparada con la deuda nominal de 1999 es 2,23 veces mayor. La cifra impacta pero en buena parte se paga a sí misma y es sólida.
La deuda empresarial se paga con una rentabilidad del activo que excede el coste de la financiación, esto es, con apalancamiento positivo, la familiar con el servicio de las viviendas que ahorran alquiler y la pública con el crecimiento del PIB monetario.
La solidez se apoya en la baja morosidad y el crecimiento de renta y empleo. En el crédito para compra de vivienda esa solidez es la garantía hipotecaria, fácilmente ejecutable. Sin embargo, conviene estar atento a la trayectoria del endeudamiento.
Joaquín Trigo. Director ejecutivo de Fomento del Trabajo Nacional