Beneficios para las empresas
DIÁLOGO Y AGILIDAD. Están condenadas a entenderse. Por ello, la Universidad debe dialogar con la empresa sobre las necesidades formativas que el mundo laboral va a demandar en los próximos años. Y las universidades deben dotarse de herramientas que favorezcan rápidamente su adaptación a los cambios
No es una casualidad que en dos de las zonas del mundo con mayor densidad de empresas tecnológicas y que figuran a la cabeza de cualquier ranking de innovación, el Silicon Valley, en California, y la Ruta 128, en Massachusetts, se encuentren cinco de las ocho mejores universidades del mundo.
Fuera de EE UU, encontramos también la misma fórmula de zonas con una gran densidad de empresas innovadoras y de alto valor añadido que se desarrollan en una simbiosis muy estrecha con universidades punteras: Cambridge y Oxford en Inglaterra, Technion en Israel (que, en sólo 10 años, se ha convertido en la segunda zona del mundo con mayor densidad de start-up tecnológicas, detrás de Silicon Valley), el Indian Institute of Technology en Bangalore, etcétera.
Universidades punteras y una masa crítica de empresas innovadoras, ambas en estrecha connivencia, son dos elementos críticos en un mundo cada vez más global e interconectado, en el que la libre circulación de ideas, capitales, productos y servicios conllevan una competencia cada vez mayor en todos los sectores de actividad y un entorno que cambia constantemente y cada vez más rápido.
Desgraciadamente, en España no tenemos ni universidades que destaquen a nivel internacional ni zonas geográficas con una masa crítica de empresas innovadoras. Cualquier solución pasa por aunar los intereses y los esfuerzos de varios agentes: el sistema educativo, las empresas y, probablemente el más difícil, la sociedad: el valor de la educación, el espíritu emprendedor e innovador de sus ciudadanos, su capacidad de asumir riesgos y de la sociedad de aceptar fracasos, su ambición colectiva
Centrándonos en la educación superior, ¿qué se está haciendo en otros países que pueda servir al nuestro como referencia o, cuando menos, elemento de reflexión?
Para España, quizá una de las mejores referencias en el mundo sea Singapur, que afrontó la necesidad de un cambio de paradigma en su modelo educativo para afrontar el siglo XXI. En los años ochenta y noventa, el objetivo era aumentar el número de titulados, centrándose en conseguir los mejores niveles medios posibles y la homogeneidad entre todos sus centros. Desde el año 2000, la apuesta del nuevo modelo educativo es por la calidad y por crear el marco que permita a sus universidades conseguir un prestigio mundial para atraer a los mejores estudiantes, a los mejores profesores, a centros de I+D de empresas multinacionales y favorecer la creación de un tejido de start-up innovadoras.
Para ello, entre sus objetivos están el alcanzar los niveles más altos en la calidad de la enseñanza, el promover centros de excelencia a nivel mundial en sectores seleccionados (como ingeniería medioambiental o tecnologías de los alimentos) o el introducir una gran flexibilidad en los programas de las universidades, permitiendo un alto grado de adaptación a las necesidades curriculares de empresas y alumnos.
Hay dos conceptos en el nuevo modelo educativo de Singapur que considero que merecen destacarse: el primero, que la educación es un viaje, no un destino. La educación no termina al recibir un título. La formación posgrado será una constante a lo largo de toda la vida del titulado y las universidades colaborarán estrechamente con las empresas y con centros nacionales y extranjeros para establecer e impartir los programas.
El segundo concepto es enseñar menos y aprender más. El objetivo no es impartir más asignaturas y ampliar los programas (en muchos casos para crear más empleo para profesores), sino una enseñanza basada en el planteamiento y resolución de problemas y en una formación multidisciplinar, más orientada al mundo real del trabajo y de las empresas.
Estos cambios no son fáciles. Para la National University of Singapur, que ha conseguido situarse entre las 20 mejores universidades del mundo, uno de los mayores esfuerzos ha sido el trabajar con profesores, investigadores y estudiantes para cambiar la mentalidad y los hábitos adquiridos y promover una mentalidad abierta y emprendedora.
En cuanto a la colaboración entre universidad y empresa, la clave del éxito no está tanto en el modelo, sino en conseguir que esa colaboración aporte unos beneficios claros para las empresas y para la sociedad. Si las universidades tienen poco que aportar, o poca flexibilidad para adaptarse a las necesidades de las empresas, o no dan la importancia y la prioridad adecuadas a promover esta colaboración como una de las claves de éxito de la propia universidad, o si las empresas no encuentran valor en la innovación, entonces poco importa copiar modelos de éxito como los del MIT o de Technion (el 70% de los fundadores y directivos de empresas tecnológicas en Israel, una de las primeras potencias mundiales en tecnología, son titulados de Technion).
En España podemos estar orgullosos de contar con tres escuelas de negocios entre las más prestigiosas del mundo. Siguiendo su ejemplo, también podemos conseguir que algunas de nuestras universidades lleguen a alcanzar esos niveles de excelencia y sean el catalizador de empresas innovadoras. Sólo es cuestión de aceptar esta necesidad y de abordarla con pragmatismo y ambición.
Carlos Mira Presidente de Acalis Systems