Imprevisiones e incoherencias en banda ancha
La provisión de accesos en banda ancha es la gran oportunidad de los operadores de telecomunicaciones cuando sus mercados convencionales, telefonía fija y móvil, llegan a la saturación.
Esperando que la banda ancha sea el sustrato de la sociedad de la información, la Comisión Europea demanda una mayor intervención de los Estados para acelerar su adopción: sólo el 13% de los habitantes y el 25 % de los hogares de la UE tienen ese tipo de acceso. Sin embargo, parece entender la banda ancha como un camino natural de evolución y no como una revolución en las formas de comunicación. Por eso sigue una política continuista -regulando un tipo de redes, sus formas de acceso, sus mercados mayoristas y algunos servicios básicos-, que podría afectar a la innovación, las inversiones y el mercado en redes y servicios futuros.
El desarrollo de nuevos mercados sobre la banda ancha está lleno de incertidumbres que la política comunitaria, con sus imprevisiones e incoherencias, no ayuda a acotar. Vamos a mostrar algunas a través de unas pocas cuestiones sin respuestas adecuadas.
¦bull; ¿El acceso en banda ancha es un servicio básico? Puede ser soporte de una miríada de nuevos servicios, de comunicación y de información, sin embargo la Comisión no regula el derecho de acceso a terceros, permitiendo que los operadores de acceso controlen esos mercados y condicionen su innovación.
¦bull; ¿Los accesos fijos y móviles en banda ancha son sustitutivos o complementarios? Ambas redes podrían competir en la provisión de esos accesos, pero la Comisión Europea no lo favorece. Sólo regula el acceso a la red fija del incumbente (los operadores móviles virtuales acceden a toda la red, no a zonas seleccionadas, y no hay mercado mayorista de accesos móviles individualizados).
¦bull; ¿Hay demanda de poderse conectar en cualquier momento y lugar (nomadismo)? Existe una tendencia clara hacia la comunicación ubicua y multidispositiva, pero la Comisión Europea no lo favorece en redes fijas (dependencia de un operador de acceso), ni en competencia (las ofertas Wifi en lugares públicos son monopolistas).
¦bull; ¿Es posible escoger entre ofertas de acceso? La Comisión Europea no favorece el cambio de operador si no es con un coste y una pérdida temporal de calidad elevados.
¦bull; ¿Hay riesgo de una brecha digital territorial? Ni la atractividad del mercado ni la calidad de las redes fijas favorecen que la banda ancha se desarrolle equilibradamente en zonas dispersas y rurales. El no preverlo aumentará el coste social de la brecha resultante.
¦bull; ¿Existen externalidades fuera del sector que justifiquen apoyar iniciativas públicas de desarrollo? Se espera que la banda ancha contribuya grandemente al cambio social. Por ello muchas ciudades están promoviendo redes Wimax municipales, algunas gratuitas, para favorecer su adopción. La Comisión Europea constriñe esta iniciativa, no adopta una política de disposición armonizada de espectro y protege su modelo de competencia sobre la red única.
¦bull; ¿Son suficientes las fuerzas del mercado para su desarrollo? En un mercado nuevo y creciente no basta la competencia para optimizar la ecuación oferta-demanda, como demuestra la continua intervención regulatoria en los precios mayoristas de la red fija, que lleva a una reducción de márgenes e inducidamente de costes operativos, lo que podría afectar a la calidad. Pero la Comisión Europea renuncia a promover la competencia en redes alternativas, arriesgando la viabilidad del modelo actual a medio plazo.
¦bull; ¿Los servicios que cada operador desarrolle aisladamente pueden llegar a ser paneuropeos y masivos? Las ventajas de un mercado paneuropeo sólo se pueden alcanzar si hay una mayor normalización técnica y operativa. La Comisión Europea podría implicarse más en la estandarización, experimentación y armonización en su introducción.
¦bull; ¿Dispondrá la UE de redes para servicios de gran ancho de banda, como la alta definición? Al no proteger a los inversores en tales redes (por ejemplo, fibra óptica) se podría condicionar el desarrollo de servicios que requieran más de 20-50 Mbps. La UE podría así distanciarse de Japón y EE UU, más futuristas.
El hecho de actuar sólo sobre la red fija, sin adoptar una política armonizadora, proactiva y de futuro, no parece que pueda favorecer el maximizar los beneficios del desarrollo de la banda ancha.
Emilio Lera. Analista del sector de tecnología de la información