Barreras que frenan a los emprendedores
No es fácil crear una empresa. La clave está en hacer un buen plan de negocio. España es de los países con más iniciativa emprendedora
Los inicios no fueron fáciles. 'Mi socia tuvo la idea y, aunque a todos les pareció buena, siempre había esa sonrisa de quien cree que no va a salir adelante', comenta Ana Alonso, fundadora de la web notengo tiempo.es. Es emprendedora y desde su experiencia recomienda a todos paciencia. 'El primer año es muy duro. No se ven los resultados y nadie te conoce. Ahora sí podemos decir que lo hemos conseguido'. Pero al principio no fue así. Acostumbradas a actuar con rapidez, chocaron con la administración a la hora de dar forma legal a su empresa; unos trámites burocráticos que se alargaron seis meses. 'Fue una pesadilla', reconoce Alonso. Es un ejemplo del largo proceso al que se someten los emprendedores hasta que consiguen poner en marcha su proyecto empresarial. A pesar de las trabas, la más importante la financiera, España es el cuarto país europeo con mayor iniciativa emprendedora. Un 5,40% de la población adulta participó en 2005 en una nueva actividad empresarial, frente al 5,15% de 2004. Sólo Irlanda, Grecia y Reino Unido se sitúan por delante. Según el estudio GEM (Global Entrepreneurship Monitor), elaborado por el Instituto de Empresa (IE), España cuenta con unas 3.700.000 empresas. Cada tres años nacen 1.500.000, pero a los cinco años sólo queda en activo el 5%. 'Algunas son muy frágiles y encuentran barreras para su desarrollo y financiación', admite el director del proyecto GEM y profesor del IE, Ignacio de la Vega. Lo razonable sería un índice de crecimiento de entre el 6% y el 7%, como en Europa. Cree que 'se emprende poco y muchos lo hacen por necesidad, más que por la oportunidad del momento'.
Montar una empresa no es fácil. El emprendedor está en muchas manos: la coyuntura social, política y económica del momento, además de las trabas burocráticas que se encuentra en el camino, como el acceso a la financiación. Es por ello que las universidades y escuelas de negocios fomentan entre sus alumnos la creación de viveros de empresas.
Ser emprendedor debe considerarse una opción de carrera tan legítima como trabajar para una gran multinacional, apunta el profesor de Iniciativa Emprendedora y empresa familiar del IESE, Juan Roure. 'Hay que conseguir que la gente lo vea como algo atractivo', señala, a la vez que afirma que el gran reto es conseguir crear empresas con potencial de crecimiento. 'Creo que hay que tomar medidas que hagan que las empresas crezcan y perduren, a la vez que debemos potenciar que haya gente capaz de meterse en la dinámica emprendedora', matiza Roure.
'Si en España no se genera tecnología, difícilmente se crearán empresas de este tipo', dice Mulet
'La Universidad tiene que ser el motor de los cambios que vivimos', dice De la Rubia
De idea a oportunidad
Poco a poco se va consiguiendo. Pero antes hay que dejar de lado ciertos temores. El primero de ellos, explica el profesor de Esade Joan Riera, es el paso de idea de negocio a oportunidad. 'Lo primero que tienen que hacer es evaluar el desarrollo de la compañía. Sin embargo, hasta que no lo lanzas no sabes realmente si va a funcionar', dice Riera, que enlaza este hecho con la primera barrera real: la búsqueda de financiación. Poner en marcha una iniciativa, asegura Ignacio de la Vega, supone un coste de 60.000 euros. La mitad suele salir del bolsillo del emprendedor, y el resto proviene de préstamos bancarios, familiares o amigos, explica el profesor del IE. Para que nadie eche atrás un préstamo, los expertos aconsejan al emprendedor hacer las cosas bien, esto es, elaborar previamente un plan de negocio. 'Muchas veces es culpa del propio emprendedor no conseguir la financiación', añade Alicia Corduras, directora técnica del estudio Global Entrepreneurship Monitor (GEM) y profesora del Instituto de Empresa. Explica que el secreto está en presentar un proyecto sólido, en el que se detalle la viabilidad de la empresa. 'Hay que dar opción también a que los bancos presenten sus proyectos, y a que haya flexibilidad por ambas partes', señala Corduras, que aprovecha para criticar la escasa atención que se presta al espíritu emprendedor en la escuela primaria.
Otra de las grandes incógnita con las que se encuentra un empresario es la previsión de ventas. 'Lo que necesita una compañía, en primer lugar, es facturar', explica Riera. Para facilitar esa primera facturación, Esade tiene en marcha el proyecto Creapolis, ubicado en Sant Cugat, que tiene como objetivo dar cobijo a nuevas empresas y ser un parque creativo y científico. Destinarán más de 1.500 metros cuadrados al alojamiento de pequeñas empresas, 'aquellas que sean capaces de detectar oportunidades de negocio', para que se preocupen únicamente del negocio y no de la infraestructura.
En este sentido, IESE e Instituto de Empresas tienen iniciativas que pretenden favorecer las iniciativas de los emprendedores. A lo largo de varias jornadas reúnen en sus campus a posibles inversores con alumnos que presentan su plan de negocio. El 85% suele pasar de idea a empresa. Sin embargo, hay un sector, se queja el director general de la Fundación Cotec, Juan Mulet, como el tecnológico en el que no hay una gran actividad de creación de empresas. Argumenta varias razones: 'Si en España no se genera tecnología difícilmente se crearán empresas de este tipo. No tenemos un entorno que lo favorezca. No se sabe por dónde romper el círculo. Se dice que en España puede haber dinero, pero los que tienen dinero dicen que hay pocas oportunidades'.
Para aprovechar estas iniciativas, las universidades se están convirtiendo en uno de los principales viveros de empresarios. Según la responsable técnica del programa Innova, de la Universidad Politécnica de Cataluña, Mireia de la Rubia, durante los últimos seis años han colaborado en la creación de 906 empresas. No obstante, sólo 36 universidades desarrollan en España programas para ayudar al emprendedor a poner en marcha sus iniciativas. La mayoría de los programas existentes en las universidades se crearon entre 1997 y 2003. En Europa, los primeros proyectos se implantaron a partir de 1998.
Entre los programas más destacados se encuentran los que ha puesto en marcha la Universidad Politécnica de Cataluña, con el citado Innova; la Universidad de Santiago de Compostela (Uniemprende), la Universidad Autónoma de Madrid (Ciade), la Universidad Pompeu Fabra y la Universidad Autónoma de Barcelona. La primera iniciativa emprendedora dentro de un campus nació en 1992, en la Universidad Politécnica de Valencia (Ideas), cuya finalidad era poner en marcha empresas de base tecnológica o de innovación. Hasta el momento ha cultivado 108 empresas, de las cuales 92 todavía activas.
El perfil del emprendedor universitario es el siguiente: el 43% son titulados, el 19%, estudiantes y el 11% profesores y personal de administración y servicios. El 90% son hombres y el 10% mujeres. De la Rubia aboga por la responsabilidad de las Universidades en los programas emprendedores como una forma de adaptarse a las nuevas demandas sociales y económicas del momento. 'La Universidad tiene que ser el motor de los cambios que vivimos y tomar un papel activo. No puede quedarse parada', asegura convencida.
Con el colectivo femenino se ha volcado el programa Uniemprende de la Universidad de Santiago de Compostela. Según su responsable, Carlos Hernández, 'intentamos fomentar este tipo de iniciativas en la población femenina, ya que en nuestro caso los datos son preocupantes', explica.
En ese sentido, apunta que de cada cuatro emprendedores, sólo uno es mujer. Para fomentar este tipo de iniciativas empresariales han creado la oficina Woman Emprende. En opinión de Hernández, la imagen cada vez más positiva del emprendedor hace que se incremente el número de personas interesadas y, paralelamente, mejoren las políticas de fomento por parte de las administraciones públicas, ayuntamientos y Cámaras de Comercio. Bajo el manto de Uniemprende, cuya finalidad es incrementar la vocación empresarial en la rama tecnológica, se han creado ya unas 90 empresas.
Muy orgulloso de las 72 empresas, con un índice alto de supervivencia, se muestra Isidro de Pablo, director del proyecto Ciade de la Universidad Autónoma de Madrid. 'Vamos a las aulas a fomentar ese nervio emprendedor, a mostrarles a los alumnos otras posibilidades que ofrece el mercado laboral'. Y critica que entre los proyectos que han pasado por sus manos, la gran mayoría se centran en ciencias experimentales. No obstante, De Pablo ha buscado un hueco para el arte, la cultura y el pensamiento. 'Entendemos que las ramas de Humanidades y Ciencias Sociales lo tienen más difícil. Gracias a este tipo de programas se han creado academias de idiomas o la Orquesta Sinfónica de Mujeres, formada por instrumentistas femeninas que interpretan música de autoras también femeninas'.
Directivos como reclamo
A pesar de que cada vez más las universidades se vuelcan en el apoyo a los emprendedores, lo cierto es que existe una falta de entendimiento entre el mundo empresarial y los campus. Sirva de ejemplo un dato, apuntado en el informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD), los ingresos de las universidades por la vía de las licencias y patentes son todavía muy reducidos. En 2003, se consiguieron por esta vía 1,7 millones de euros frente al millón del año anterior.Lo que también es necesario apoyar, explica el profesor del IESE, Juan Roure, es el auge de los buy outs, o lo que es lo mismo cuando un grupo de directivos decide tomar una parte del capital de su compañía. 'Son proyectos muy atractivos para los inversores porque detrás de ellos suele haber un excelente equipo de profesionales directivos', afirma Roure, quien pone como ejemplos de compañías que se han sometido a un proceso de este tipo a Panrico o Cortefiel. 'La calidad y reputación de sus ejecutivos es lo que hace que la compañía sea excepcional desde el punto de vista de la inversión. Por esa vía, muchos ejecutivos se inician en la aventura emprendedora'.