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Columna
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Los retos de este año

El autor considera que 2006 va a ser un año de transición para la economía mundial, con un crecimiento más equilibrado. Tras varios años con EE UU y China como motores, en su opinión la zona euro y Japón entrarán finalmente en una senda de crecimiento sostenido

Ángel Ubide

El año 2006 se presenta como un ejercicio de transición para la economía mundial. Tras varios años en los que EE UU y China han sido los motores indiscutibles del crecimiento mundial, 2006 promete un crecimiento más equilibrado, con Japón y la zona euro finalmente en una senda de crecimiento sostenido, menos dependiente de la demanda externa.

Esto llega en el momento más oportuno, cuando las primeras señales de fatiga del modelo de crecimiento de EE UU están empezando a aparecer, con los indicadores adelantados del sector inmobiliario comenzando a indicar una cierta estabilización de precios. Debido al moderado comportamiento de los salarios, el consumo en EE UU ha sido alimentado en gran parte por el efecto riqueza derivado del sector inmobiliario, y hay por tanto una cierta inquietud acerca de cómo responderá la economía americana a una posible crisis inmobiliaria.

El ejemplo que toman los mercados es el del Reino Unido, donde el año pasado hubo un frenazo brusco de la inflación inmobiliaria, al pasar en pocos meses de tasas interanuales cercanas al 20% a un crecimiento prácticamente nulo. Esto resultó en una caída del consumo, y provocó un recorte de tipos de interés del Banco de Inglaterra. Ante este panorama, los mercados han empezado a descontar el inminente final de las subidas de tipos de interés en EE UU e incluso el inicio de las bajadas de tipos a finales 2006.

Japón y la zona euro están finalmente dando señales de vida. En Japón, la inflación subyacente es finalmente positiva, y hay indicios de que se mantendrá positiva en el medio plazo. Con tasas de crecimiento del 2%-2,5%, aumento robusto del ingreso de las familias y de la inversión, y una buena perspectiva exportadora, Japón tiene finalmente ante sí un panorama positivo. Esto llevará al Banco de Japón a abandonar su política de expansión cuantitativa y comenzar un proceso muy gradual de subidas de tipos de interés.

La zona euro está también experimentando una aceleración del crecimiento, una vez que los malos augurios políticos han desaparecido. La confianza ha mejorado y la demanda interna está comenzando a mostrar robustez, y por tanto sugiere que el típico ciclo europeo -donde la demanda externa tira de la demanda interna- está finalmente en funcionamiento. De ahí la reciente subida de tipos de interés del BCE, y la perspectiva de varias subidas más este año.

El resto de las zonas económicas gozan también de un buen estado de salud. Los mercados emergentes continúan el proceso de saneamiento, como muestra el anuncio de Brasil de devolución del préstamo todavía pendiente con el FMI -el anuncio argentino es menos positivo, ya que responde más a una política populista que a una mejora sustancial de la solvencia del país-. China parece haber conseguido estabilizar la economía en torno a un crecimiento cercano al 10%, y la reciente revaluación de su PIB -un 20%, que la sitúa como la cuarta potencial económica mundial- sugiere una economía un poco menos desequilibrada de lo que se pensaba.

El panorama es por tanto alentador, y no seria de extrañar que el crecimiento mundial en el 2006 fuera igual o superior al del 2005, a pesar del pesimismo de los mercados respecto a EE UU. El riesgo de una desaceleración brusca del sector inmobiliario americano existe. Pero igual de probable, o más, es el riesgo de recalentamiento. Tras varios años de escasa inversión empresarial, es posible que, si el sector inmobiliario americano continua robusto, la aceleración de la demanda mundial que estamos observando derive en problemas de capacidad, y por tanto de inflación. Con tasas de inflación en muchos países cercanas o por encima de los objetivos, y con los precios energéticos todavía altos -y con tendencia todavía al alza- un repunte de la inflación generaría mucha preocupación en el entorno de los bancos centrales, y podría generar un endurecimiento marcado de las políticas monetarias.

Hasta ahora los repuntes inflacionistas se han tomado con cierta calma ya que el exceso de capacidad sugería que el riesgo de inflación era menor. Pero con el ciclo económico mucho más maduro, cualquier repunte inflacionista es ahora mucho más preocupante.

El petróleo es la otra incógnita. La reciente escalada de la iniciativa nuclear iraní introduce el riesgo de una nueva aceleración de los precios del crudo, aceleración que tampoco seria bien recibida por las autoridades monetarias.

En resumen, ante un panorama económico bastante positivo, el riesgo más claro para el 2006 es de un aumento generalizado de los tipos de interés y no, como parecen indicar los mercados en estos momentos, de una desaceleración económica en la segunda mitad del año.

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