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Columna
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Perspectivas para 2006

Voy a partir de la situación de nuestra economía el pasado año para dar mi opinión sobre cuáles pueden ser las perspectivas económicas para 2006. En 2005 continuó el ciclo expansivo iniciado en 1996. Llevamos por tanto una década con una tasa media de crecimiento del PIB del 3,3% a precios constantes. El crecimiento en 2005 se estima en el 3,4%, tasa superior a la prevista por el Gobierno cuando elaboró el Presupuesto. La inversión en vivienda y el consumo de los hogares han vuelto a ser los sectores determinantes del crecimiento. La demanda interna ha crecido 1,8 puntos porcentuales por encima del PIB, alcanzando el 5%, muy por encima del crecimiento potencial de nuestra economía.

Hemos de calificar de excelente el crecimiento cuantitativo, pero el modelo de desarrollo aplicado desde nuestro ingreso en la Unión Monetaria viene originando fuertes desequilibrios macroeconómicos: en 2005, una inflación en el índice de precios al consumo armonizado del 3,8%, un deflactor del PIB nominal del 4% y un fuerte déficit en la balanza comercial, del orden del 7,5% del PIB a consecuencia de la pérdida de competitividad derivada de la fuerte inflación.

Para responder a los fuertes desequilibrios de precios y del sector exterior, el Estado debió utilizar la política presupuestaria, por ser el único instrumento que en la Unión Monetaria ha quedado en poder de los Estados para controlar la demanda interna. Sin tener en cuenta el superávit de la Seguridad Social, consecuencia del ciclo demográfico español (el 0,9% del PIB), el superávit del resto de las Administraciones Públicas es sólo del 0,1% del PIB, lo cual pone de manifiesto que el Estado no ha utilizado en 2005 la política presupuestaria para controlar la inflación.

En la reciente actualización del Programa de Estabilidad 2005-2008 efectuado por el Gobierno y enviado a Bruselas, se prevé un crecimiento del PIB para 2006 en términos reales del 3,3%, sólo una décima por debajo de lo acaecido en 2005.

¿Tiene credibilidad tal previsión? Porque hay que tener en cuenta los fuertes desequilibrios macroeconómicos habidos en 2005, la incertidumbre del precio de petróleo, la casi segura continuidad en el alza de los tipos de interés con efectos sobre la renta de las familias fuertemente endeudadas -y por tanto sobre el consumo-. Y también el Presupuesto expansivo para 2006, que el superávit de las Administraciones (excluida Seguridad Social) de 0,1% del PIB quede eliminado, además de las incertidumbres sobre la nueva organización del Estado de las autonomías y su petición de un nuevo sistema de financiación, que daría lugar a un déficit en el Estado o a una subida de la presión fiscal, por el fuerte déficit en la balanza comercial de 2005 sin que se hayan adoptado las medidas oportunas para corregirla. También hay que tener en cuenta las fuertes subidas de precios programadas para el corriente año.

Nuestros desequilibrios no tendrán solución en tanto no se consiga dominar el diferencial de inflación con la UE. desde el ingreso de España en la Unión Monetaria hemos acumulado un diferencial de inflación de más de nueve puntos. En estas mismas páginas publiqué el pasado 11 de julio el artículo Cómo disminuir el diferencial de inflación con la eurozona, en el que ponía de manifiesto que en 1999-2003 los costes internos influyeron en España en la variación media anual del deflactor de la demanda final en 1,2 puntos porcentuales más que en el conjunto de la zona euro, mientras que en los costes externos (importaciones) el diferencial en la inflación en la demanda final fue de sólo 0,3 puntos; la variación total fue del 1,5%.

El objetivo prioritario para el Gobierno en el nuevo año debería ser controlar la inflación. El instrumento para ello sería un plan de ajuste para controlar la demanda interna, pues los costes internos son culpables del 80% de la variación media anual de la inflación con respecto a la de la UE.

La primera medida para controlar la demanda pública, dado el Presupuesto expansivo aprobado, debería ser anular créditos presupuestarios del Estado para obtener un superávit del 1% del PIB. Si el BCE continúa con una política de aumento de tipos, se podría ser más flexible en política presupuestaria. La segunda debería ir encaminada a eliminar las rigideces en la formación de precios y salarios, que dan lugar a diferenciales de inflación. La introducción de mayor competencia y la desregulación serían los instrumentos, especialmente en bienes no comerciables. En nuestro país el sector servicios explica la mayor parte de la evolución de los precios del sector de bienes no comerciables.

El mercado de trabajo y la fijación de los salarios están muy regulados. La indiciación automática de los salarios nominales a la inflación introduce una espiral inflacionista, con un diferencial sobre la UE. Las medidas deberían ir dirigidas a flexibilizar el mercado de trabajo, a que las indemnizaciones de despido se armonicen con la UE, y a que los salarios se fijen a nivel de empresa, teniendo en cuenta la productividad y no la inflación. Estas medidas llevan casi dos años debatiéndose en la mesa del diálogo social, sin que se hayan avanzado.

Por tanto las medidas deberían dirigirse a eliminar las ineficiencias originadas por las intervenciones públicas citadas, que han dado lugar a una fuerte desviación de la inflación sobre la media de la UE. Se trata de reformas estructurales que llevamos años esperando, sin que los Gobiernos se atrevan a tomarlas, que influyen en nuestra competitividad y por tanto en el hundimiento de la balanza comercial, que ha llegado a ser insostenible.

La construcción de viviendas ha sido otro de los factores sobre el que se ha apoyado nuestro modelo de desarrollo, alentado por los bajos tipos que disfrutamos desde el ingreso en la Unión Monetaria. La fuerte generación de empleo que el sector origina ha dado lugar a un crecimiento sostenido de la renta de las familias, con el consiguiente aumento del consumo, otro pilar de nuestro crecimiento.

La iniciación por el BCE de una senda al alza en los tipos puede poner en grave peligro este modelo de desarrollo, así como dificultades en las familias para mantener su consumo. El cambio de modelo hacia una economía más competitiva requiere un cambio en los factores de producción que impulsan el crecimiento (investigación, desarrollo e innovación) y una mejora en los resultados del proceso de producción de la educación, que nos ha situado en los últimos lugares de la UE. Es urgente esta reforma estructural, pues sus resultados sólo se empiezan a reconocer a medio plazo.

Con las fuertes tensiones de demanda interna que tenemos no parece recomendable una reforma del IRPF ni del Impuesto de Sociedades, que daría lugar a incrementar la renta disponible de las familias y de las empresas.

Dados los desequilibrios enumerados, estimamos que el incremento de la economía española en este año será del 2,7% en términos reales, con una variación de un cuartillo por encima o por debajo. Si en 2006 no se efectúan las reformas estructurales enumeradas, en los años siguientes continuará el declive de nuestra economía.

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