Francia pone en marcha medidas para atajar la discriminación social
Horas antes de que el toque de queda fuera oficial y aplicable en todo el territorio nacional (a partir de las 00.00 horas de ayer), el primer ministro francés, Dominique de Villepin, compareció ante la Asamblea Nacional para justificar la medida.
Ayer, alcaldes de tres localidades aplicaron la medida para menores no acompañados. El prefecto de Amiens (al norte) prohibirá además la venta de carburante a menores. En vigor durante los próximos doce días, el estado de urgencia sólo podrá prolongarse con un nuevo proyecto de ley. En la noche del lunes al martes ardieron de nuevo 1.173 vehículos.
El recurso a tales dispositivos para restablecer el orden público estuvo acompañado del anuncio de una apabullante batería de medidas para atajar la discriminación social instalada en los suburbios del país, una herida abierta desde hace treinta años. El pleno empleo que entonces atrajo a la población inmigrante, en su mayoría del norte de África, ha evolucionado a una situación de paro. Hoy, las segundas y terceras generaciones han heredado este envenenado contexto, en el que la discriminción está a la orden del día.
Como respuesta, Villepin creará una 'agencia de igualdad de oportunidades', destinada a favorecer el empleo en los suburbios, con el riesgo de ganarse las críticas de las asociaciones que trabajan en estos barrios, que ya han advertido de que no aceptarán 'un enésimo plan de integración'. No obstante, el Ejecutivo, que había retirado algunas subvenciones a estos colectivos, les otorgará 100 millones de euros adicionales en 2006. Se crearán 5.000 nuevos puestos de asistentes pedagógicos para estas zonas y se intentará encontrar 'una solución específica 'para cada joven 'que quiera acceder a una formación, unas prácticas o un contrato'. Asimismo, se crearán 15 nuevas zonas francas (hoy 85), para motivar a las empresas a instalarse en estas localidades.
Cambio de nombre para tener empleo
'Me llamo François como único modo de conseguir unas prácticas'. Mohamed, un joven de los suburbios de París, decidió llamarse François para conseguir prácticas en una empresa. La discrimación racial es moneda corriente en Francia, aunque los expertos definan el acceso al trabajo como el 'principal motor de integración'. El problema y la solución son recurrentes. El think tank del influyente Claude Bébéar, presidente del consejo de vigilancia de Axa, propuso un currículum anónimo, sin el nombre ni la fotografía. El Gobierno descartó la idea.