Las praderas de posidonias son el tesoro submarino de Baleares
Al sur de la isla de Mallorca, a unos 20 kilómetros al este de la colonia de Sant Jordi, está el cabo Ses Salines, donde su faro, hasta hace poco habitado por dos familias, ha sido esta semana inaugurado como la primera estación de investigación costera en España. Pese a la belleza del entorno terrestre, con más de 30 kilómetros de costa deshabitada, el auténtico tesoro de la zona está sumergido en las aguas. Son las posidonias, unas plantas marinas que crecen formando praderas y que se extienden a lo largo de las cinco millas que separan el cabo del Parque Nacional del archipiélago de Cabrera.
Estas plantas, más allá de proporcionar una transparencia inusual al azul del mar, son un termómetro de la salud de las tan castigadas aguas del Mediterráneo. Según explica Nuria Marbá, investigadora del Imedea (Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, centro mixto del CSIC y de la Universidad de las Islas Baleares), las posidonias son muy sensibles al deterioro ambiental por lo que observar su vida sirve para conocer el estado del fondo del mar.
Desde el año 2002, ésta es una de las tareas del Imedea y que ahora podrá servirse de la recién estrenada Estación Experimental de Ecología y Oceanografía Litoral del Faro de Cap ses Salines. No obstante, la nueva estación también podrá ser utilizada por todos los investigadores de España y Europa ya que está preparada para alojar a unas 12 personas repartidas en tres habitaciones con literas. Para evitar todo tipo de tentaciones turísticas por parte de los científicos, las instalaciones aunque cómodas, son espartanas. No en vano, han bastado 360.000 euros aportados al 50% por la Fundación BBVA y el Imedea para poner la estación en marcha.
Una de las investigaciones ya realizadas por el Imedea tras ver que las posidonias se estaban deteriorando averiguó que la materia orgánica que se vertía al mar era muy alta en carburante y baja en hierro. Según explica Marbá, se añadió hierro a los sedimentos y el resultado fue que las posidonias se regeneraron.
Por delante, el nuevo centro tiene retos muy ambiciosos. Según explica Carlos Duarte, investigador principal de la estación, además de la monitorización de la posidonia, se trabajará en comprender cómo actúan las especies invasoras, tanto vegetales como marinas, para saber cómo desplazan a las autóctonas. También se analizará el impacto del llamado 'transporte atmosférico' sobre los ecosistemas, es decir, se evaluará la deposición de contaminantes. Algo innovador a nivel internacional porque supone un nuevo paso para ver el ciclo del carbono en el planeta. Y, aunque a más largo plazo, no se descarta trabajar en la extracción marina de moléculas para la biomedicina. En síntesis, un observatorio del cambio global en un mar donde, hasta ahora, las pocas estaciones de investigación han estado en zonas portuarias o de ciudad.
Ratas y conejos invasores en Cabrera
Las invasiones biológicas son la segunda causa de pérdida de biodiversidad a nivel mundial. Para paliar esta situación, se investiga el impacto que tiene erradicar las especies invasoras. Mientras la actividad de la nueva estación biológica de Cap ses Salines despega en este ámbito, justo enfrente, en la isla de Cabrera Gran del Parque Nacional del archipiélago de Cabrera, se está librando una dura batalla. El planteamiento es el siguiente: las especies invasoras (ratas, conejos, gatos y cabras) desplazan a las especies endémicas. Las ratas, por ejemplo, se comen los huevos de la pardela balear. Para preservar la especie autóctona, se elimina la invasora y así se ha hecho en la mayoría de las islas del archipiélago. Sin embargo, aún permanecen ratas y conejos en Cabrera Gran y su supervivencia está sirviendo para estudiar el impacto que tienen en la vegetación. ¿Se comen las semillas de especies autóctonas y proliferan las invasoras? Quizá. Esto es lo que está estudiando el investigador Luis Santamaría. Para ello, pone tres cercados: en uno impide con artimañas varias la entrada de ratas. En otro, de conejos, y en un tercero deja que entren ambos. Según evolucione la vegetación de cada cercado, así será el impacto del roedor. El reto será hacer algo semejante en el mar.