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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

América Latina, bien orientada

Salamanca acoge desde mañana la XV Cumbre Iberoamericana, con participación de jefes de Estado o de Gobierno de 22 países y con asuntos en la agenda como las migraciones, la puesta en marcha de una Secretaría General Iberoamericana y la creación de un Consejo Económico y Social regional. La llamada Declaración de Salamanca aspira a poner los cimientos para una arquitectura institucional para el área que promueva la cooperación. De manera simultánea se celebrará un foro empresarial para recoger las inquietudes de los agentes económicos del mundo de influencia ibérica.

2005 está siendo un año de avance económico para la región, aunque persisten grandes tensiones sociales y políticas. En términos generales, la economía latinoamericana mantiene unas tasas de crecimiento más que aceptables, del 4,5% este año y prevista en el 4% para el próximo. Ese crecimiento, además, es positivo en todas las economías, incluidas las grandes potencias regionales, Brasil y México. El caso de Brasil es crucial, pues una eventual recesión arrastraría a otras naciones, pero las políticas de ajuste han dejado paso a crecimientos del entorno del 3%. Incluso Argentina sale a flote tras el desastre que siguió a la devaluación de enero de 2002. Y el crecimiento es desbocado en Venezuela, un 10% este año, gracias al alto precio del crudo. Las políticas económicas, generalmente más rigurosas que en el pasado, y los altos precios de las materias primas, desde el petróleo al cobre o la soja, son factores que ayudan a la región a beneficiarse de la mejora del comercio mundial.

Otra preocupación histórica ha sido la inflación, pero casi todos los países han contenido los precios a cifras de un dígito, en el entorno del 6%. Las balanzas por cuenta corriente registran superávit por tercer año consecutivo y los déficit públicos se han corregido, con grandes países consolidando importantes superávit primarios, es decir, antes del pago de la deuda. Esto ha permitido reducir la prima de riesgo-país a niveles desconocidos en los últimos años, aunque con alguna excepción como Brasil, donde persisten tipos muy altos.

Por lo general, la región ha logrado avanzar en la estabilidad económica, algo muy importante allí donde se han conocido episodios recientes de caos económico. Un talón de Aquiles sigue estando en la insuficiencia del mercado local de capitales, que obliga a depender en exceso de la financiación del exterior. En este terreno, el mayor riesgo para América Latina sería un alza de los tipos de interés en EE UU más rápido de lo digerible, lo que hasta el momento no ha ocurrido.

La buena situación macroeconómica no oculta grandes debilidades de la región que deben resolverse. El problema más grave sigue siendo un reparto de la riqueza escandalosamente desigual, sin sistemas de protección social dignos, y que provoca graves conflictos. Por otro lado, la bonanza económica no ha servido para fortalecer las instituciones. Los levantamientos en países como Bolivia o Ecuador, el populismo que campa en Venezuela o la perpetuación de la dictadura cubana contradicen la tendencia a una mayor estabilidad. No basta con que crezca la economía para resolver las tareas pendientes de América Latina, pero sin crecimiento será difícil siquiera abordarlas.

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