La universidad necesita reeducar a sus docenteS
El futuro de los estudios universitarios se va aclarando poco a poco. El viaje hacia el Espacio Europeo de Educación Superior, cuyos contenidos tangibles deben estar definidos en 2010, ha empezado esta semana con dos hitos que a buen seguro marcarán el rumbo. Por un lado, la ministra de Educación y Ciencia, María Jesús San Segundo, anunció el jueves que su departamento y el Consejo de Coordinación Universitaria prevén tener establecido el mapa de títulos para 2007; por otro, el mismo jueves empezó en Madrid la asamblea general de la Asociación Europea para la Garantía de la Calidad en la Educación Superior.
Y el objetivo de todos los agentes implicados en este proceso es el mismo: lograr la armonización en todos los ámbitos relacionados con la educación superior. Las agencias de calidad europeas han trabajado durante los dos últimos días para igualar sus criterios, de manera que todas las universidades europeas sean valoradas de la misma forma. El director de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca), Francisco Marcellán, considera que 'es necesario crear referencias comunes'. De igual modo, 'si en Inglaterra hay una titulación que se llama Lenguas modernas sería conveniente que en España también existiera'.
Pero más allá de las discusiones en torno a los catálogos de títulos (sobre los que la UE 'no tiene competencias, simplemente hace recomendaciones'), las agencias de calidad desempeñan un papel clave (y generalmente desconocido por la sociedad) en el camino hacia el Espacio Europeo de Educación Superior.
Proceso voluntario
Aneca lleva a cabo labores de evaluación, certificación y acreditación de las actividades que realizan las universidades, y que tienen que ver con las titulaciones, los servicios y el profesorado, así como con los programas de doctorado. Desde 2002, de los 2.500 que existen en España 530 han recibido la Mención de Calidad. 'A petición de las universidades la evaluación es voluntaria, Aneca comprueba si las instituciones, los programas y las personas satisfacen unos criterios de calidad internacionales', explica Marcellán. La idea clave de este proceso es que el evaluador no es un juez, sino que su misión es 'proporcionar herramientas para la mejora'.
Es decir, el paso siguiente debe ser que las instituciones pongan en marcha 'un plan de actuación basado en las recomendaciones externas'. Y las universidades españolas, cada una a su ritmo, van sometiéndose a los análisis de Aneca y de las diferentes agencias autonómicas.
La conclusión de Francisco Marcellán es que la educación superior española, para aumentar su calidad, debe mejorar la formación del profesorado y la investigación: 'A un profesor joven le dicen: 'Toma el programa, éste es el libro de texto y empieza'. Pero hay que enseñarle más cosas. Debe saber transmitir sus conocimientos e inculcar el placer de investigar'. España también necesita mayor inversión en investigación, aunque, en lo que respecta a la calidad general de la enseñanza, Marcellán destaca un hecho relevante: 'Cuando los estudiantes españoles van al extranjero sus resultados académicos son mejores que en España'.
Según el responsable de Aneca, los alumnos son parte fundamental en la nueva dirección que debe tomar la universidad. 'La calidad no es un problema sólo de expertos', dice, 'sino de profesores y estudiantes como agentes activos. En los procesos de evaluación tiene que haber estudiantes, tienen que ser escuchados'.