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Columna
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El crecimiento en la economía moderna

La Agenda de Lisboa fijó, para la Unión Europea (UE), el objetivo a largo plazo de ser la sociedad del conocimiento más competitiva del mundo, siendo necesario para ello conectar mejor el sistema de innovación con la sociedad en su totalidad. El Consejo Europeo de Bruselas celebrado a finales de marzo de 2005 decidió un plan para afrontar los compromisos incumplidos de Lisboa 2000 y de Barcelona 2002, con el fin de potenciar la competitividad y el crecimiento económico de la Unión Europea.

Dado que en la economía moderna la posibilidad de transformar información en conocimiento, éste en innovación y ésta en crecimiento -los factores condicionantes del desarrollo de un país-, vamos a analizar para España todos los componentes del proceso que intervienen para conseguir tal objetivo. Transformar conocimiento en innovación no es fácil, pues está sujeto a unos condicionantes previos, por lo que son éstos los que en primer lugar hay que analizar.

La educación es el principal factor que hará posible esta transformación, siempre y cuando su proceso productivo, funcione con eficiencia. El informe Cotec 2005 ha centrado este año la atención en la educación, analizando el esfuerzo que los países de economía más avanzada están realizando en la formación de capital humano.

El principio de eficiencia debe ser básico en toda actuación pública, pero más aún en el campo de la educación por la influencia de la misma en el desarrollo futuro de nuestro país y por los recursos públicos asignados a la misma. El número 2 del artículo 31 de la Constitución Española establece que la programación y ejecución del gasto público responderán a los criterios de eficiencia y economía. Pasamos a analizar a través de dos informes realizados por la OCDE la eficiencia de nuestro sistema educativo.

El primero de ellos, conocido como informe PISA (Programa de Evaluación Internacional de Alumnos) tiene como objetivo medir el rendimiento escolar en las áreas de matemáticas, ciencias y lectura y resolución de problemas básicos. En el programa participaron 42 países y el número de alumnos de 15 años por país estuvo comprendido entre 4.500 y 10.000, y la selección se hizo de forma aleatoria.

Los resultados del informe muestran que España está significativamente por debajo de la media de los países participantes en las áreas objeto de estudio, con un 23% y un 21% de estudiantes incapaces de alcanzar el nivel básico en matemáticas y lectura, respectivamente, y además con muy exiguos porcentajes de excelencia.

En el siglo XXI se ha iniciado un nuevo modelo de sociedad, la de la información, cuyo pilar básico es el conocimiento, con gran influencia en el desarrollo de los países. Los resultados de PISA para España ponen de manifiesto que los alumnos no son capaces de comprender y valorar lo que leen y por tanto no podrán construir el conocimiento, que actualmente es el factor básico del crecimiento.

En el segundo de los informes de la OCDE (Desde la Educación al Trabajo) dedicado al abandono de los estudios por jóvenes de 25 países, comprendidos entre 20 y 24 años, España también se encuentra en una situación desastrosa. Está en el grupo de países en los que más de un 25% de los jóvenes han abandonado su educación.

El informe pone de manifiesto que a los jóvenes con bajos niveles de educación les cuesta mucho tiempo entrar en el mercado de trabajo, si entran, corriendo el riesgo de convertirse en marginados sociales. El 32% de los jóvenes entre 20 y 24 años empleados temporales corresponde en España al grupo de sin escolarizar, sin educación secundaria superior ni terciaria.

Se ha considerado la gran importancia que las infraestructuras tienen en el desarrollo de los países: Aschauer (1989) encontró una fuerte correlación entre capital público y productividad, partiendo de una función de producción Cobb-Douglas obteniendo elasticidades del producto respecto de las infraestructuras de 0,39 para Estados Unidos de América. Tal conclusión ha intensificado el interés de la política regional por las infraestructuras y ha favorecido que el Feder haya destinado cuantiosas sumas a tal objetivo, y los informes periódicos de la Comisión han señalado la enorme influencia que tienen las infraestructuras sobre las posibilidades de desarrollo.

Desde 2001, la OCDE ha procedido a revisar la metodología empleada para el cálculo de las elasticidad del producto respecto de las infraestructuras. En sus nuevos manuales, busca distinguir entre dos conceptos de capital: el capital riqueza y el capital productivo.

Las nuevas estimaciones toman en consideración 15 tipos de activos, de los que cuatro pertenecen al grupo de infraestructuras (carreteras, autopistas de peaje, infraestructuras hidráulicas y ferroviarias), y tres al sector de las tecnologías de la información y el conocimiento (TIC) software, hardware y telecomunicaciones. Aplicando este nuevo método, la elasticidad de las infraestructuras es inferior a la obtenida por los estudios basados en el enfoque de producción, encontrándose en el entorno de 0,02, en tanto que la elasticidad de los activos englobados en las TIC es casi el doble (0,038) del de las infraestructuras.

Lo expuesto nos lleva a la conclusión de que si queremos transformar gasto público en crecimiento, hubiera sido más rentable dedicar una parte de las dotaciones del Plan Estratégico de Infraestructuras a las inversiones en tecnologías de información y conocimiento (TIC) por el mayor impacto que éstas tienen sobre el crecimiento del PIB. Los nuevos caminos para el crecimiento de la productividad van por las TIC más que por las infraestructuras, sin que ello quiera decir que estas últimas deban ser abandonadas, sino que en la ponderación infraestructuras-TIC, a estas últimas hay que darles un peso mayor del que actualmente reciben.

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