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La sanidad, los impuestos y Gandhi

No estoy dispuesto a subir los impuestos para financiar la sanidad si no lo veo imprescindible', fueron las palabras del presidente Zapatero cuando a mediados de julio, se entrevistó con el presidente de La Rioja. Vista la propuesta que el 1 de septiembre presentaron varios miembros de su Gobierno con el vicepresidente Solbes a la cabeza, es de plena aplicación la reflexión de Indira Gandhi : 'Hay que vigilar a los políticos que no saben hacer nada sin más impuestos'.

Resulta decepcionante que para resolver el problema de la financiación sanitaria, todo lo que se le ocurra al Gobierno consista en subir dos impuestos indirectos -alcohol y tabaco-, y recomendar a las comunidades autónomas que suban otros tres -electricidad, gasolina y matriculación-. Pero además resulta sorprendente el tiempo que ha tardado en elaborar lo que resulta una propuesta tosca, incierta, incoherente y contraproducente.

La propuesta es tosca, pues se limita a aplicar el cómodo recurso de aumentar los impuestos, en vez de abordar de modo decidido y responsable la reforma del gasto sanitario. Hoy, organismos como el FMI, la OCDE, o la Comisión Europea recomiendan que los Gobiernos aborden reformas estructurales para contener el gasto en sanidad. La necesidad es mayor en España, dado que tras el traspaso de competencias de sanidad, varios Gobiernos autonómicos aplicaron la misma hoja de ruta: 1, subir el sueldo a los nuevos funcionarios autonómicos; 2, aumentar el número de funcionarios, especialmente en puestos de confianza, y 3,) realizar costosas campañas de 'publicidad institucional'… No es de recibo que ahora el Gobierno de Zapatero plantee resolver el desequilibrio financiero provocado -que es la consecuencia del problema- aumentando la presión sobre los contribuyentes, sin afrontar la realización de reformas que eliminen las deficiencias en la gestión -que es la causa-.

La propuesta es incierta, dado que la sociedad española desconoce si sus efectos servirán para resolver el problema. En su presentación, ni el vicepresidente Solbes ni sus acompañantes, entre los que se encontraba la ministra de Sanidad, cuantificaron el déficit sanitario, lo que resulta sorprendentemente grave, tanto si lo desconocen como si conociéndolo hurtan el dato a los ciudadanos. En cualquiera de los dos casos, esa increíble falta de información impide que pueda evaluarse si los 2.500 millones de euros anuales que se estima puede proporcionar la propuesta son o no suficiente para resolver el desequilibrio financiero de nuestra sanidad.

La propuesta es incoherente, toda vez que contradice diversas posturas y compromisos. De entrada, supone incumplir la promesa electoral de Zapatero de no subir los impuestos, lo que es inquietante por dos cuestiones. Primero, porque sobre el tema impositivo sus posiciones en tres o cuatro años han sido especialmente erráticas (empezó anunciando que subiría los impuestos para aumentar el gasto social, de ahí pasó a manifestar que bajar los impuestos era de izquierdas, en el programa electoral no llegó a tanto y se conformó con prometer que no los subiría, y ahora plantea la subida simultánea de cinco impuestos). Así, es difícil generar confianza, y no olvidemos la importancia de la confianza en el ámbito de la economía. En segundo término, porque inicia un camino de subidas de impuestos, que no debería recorrer ningún Gobierno. Además, la propuesta desautoriza la trayectoria de miembros del Gobierno de Zapatero, como la actual ministra de Fomento, que en su etapa de consejera de Hacienda de Andalucía lideró una radical oposición a la propuesta del anterior Ejecutivo de subir un impuesto indirecto, (frente a los cinco que subirían con la actual propuesta).

También entra en contradicción con la generalidad de responsables económicos de su partido -Jordi Sevilla especialmente- que durante años denostaron la política fiscal del Gobierno Aznar por basarse en los 'injustos y regresivos impuestos indirectos'.

La propuesta es contraproducente, porque además de todo lo expuesto, tendrá efectos económicos negativos en varios órdenes. Resultará inflacionista, por la repercusión del impuesto en el precio final de los productos gravados, siendo como es la inflación uno de los mayores problemas de la economía española. Dañará a los sectores y empresas afectados, por la previsible contracción de las ventas provocada por la subida de precios, lo que será especialmente inoportuno por la coyuntura del precio del petróleo.

Finalmente, tiene importancia recordar que tras la citada entrevista con Pedro Sanz, Zapatero también declaró que 'sería un mal principio un sistema de financiación sanitaria por mayoría, impuesto sin acuerdo de todas las comunidades'. Pues bien, dadas las críticas que ha recibido la propuesta gubernamental entre los sectores afectados, consumidores y especialmente la oposición política, parece que el Gobierno se encuentra ante una encrucijada. O retira su propuesta, o la lleva adelante imponiéndola sin acuerdo unánime, y por tanto con 'mal principio', en palabras de su propio presidente.

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