Los claroscuros de la fusión de las cajas vascas
La fusión de las cajas vascas es un viejo proyecto de la clase política vasca, que siempre ha fracasado por la falta de consenso entre los propios políticos y por el poco entusiasmo de los gestores de las entidades. Ahora el debate es diferente. Son los gestores de las cajas quienes invocan la fusión por motivos económicos y apelan al consenso político para su consecución. Han convencido a la mayoría, pero el PP se resiste.
En julio se abrió la caja de Pandora y como un huracán resurgió el viejo proyecto de fusión de las cajas de ahorros vascas. La novedad es que ahora se percibe el proyecto como algo factible e incluso necesario para amplios sectores políticos, económicos y sociales.
En materia financiera, el País Vasco siempre fue pionero. Sólo hay que remontarse a la existencia de la Bolsa de Bilbao, el BBVA o la propia solvencia de las cajas en la región. Los actuales presidentes de las cajas de ahorro vascas consideran que se ha perdido ese dinamismo y que sus entidades no figuran en el lugar que les correspondería en el ranking del sector.
Si no se alcanza un acuerdo en septiembre, la operación quedará aparcada hasta 2008
El PP se ha quedado solo en la oposición a un proyecto que goza de una amplia aceptación
De fondo, planea la imagen de la gran caixa vasca y la necesidad de ganar en competitividad en su mercado natural y adquirir la dimensión necesaria para abordar una expansión geográfica relevante. Un año de discreto trabajo entre los máximos responsables de las tres cajas - Xabier de Irala (BBK), Carlos Etxepare (Kutxa) y Gregorio Rojo (Caja Vital) - ha permitido la configuración de un proyecto que, por primera vez, parte con más adhesiones que rechazos.
En los pasados intentos de fusión, entonces promovidos desde instancias políticas, la escasa sintonía personal entre los máximos ejecutivos de las entidades - entonces dirigidas por Fernando Spagnolo (Kutxa), Ignacio Berroeta (BBK) y Pascual Jover y Juan María Urdangarin (Caja Vital) - fue uno de los handicaps que abocó la operación al fracaso. En aquellas ocasiones, la creación de una gran caja no logró siquiera la aceptación interna en el PNV, pese a ser el partido que promovía el proyecto.
Ahora, el acercamiento entre los actuales presidentes ha permitido avanzar rápido en la elaboración del documento base y, además, ha logrado que casi nadie conociera la existencia de estos planes de fusión, algo que hubiera podido entorpecerlos.
Consenso inicial
Más difícil aún ha sido conseguir, al menos inicialmente, el consenso alrededor del proyecto. Sorprende que en una sociedad como la vasca, profundamente dividida entre nacionalistas y constitucionalistas, hayan dado su visto bueno preliminar casi todos los partidos políticos, con la única excepción del PP y de las instituciones en las que este partido gobierna: Diputación Foral de Álava y Ayuntamiento de Vitoria.
El Gobierno vasco ha aplaudido sin reservas la operación, que califica como 'estratégica', mientras que el resto de Diputaciones y Ayuntamientos implicados muestran su respaldo de forma más cauta.
Desde la perspectiva social, los sindicatos ven con buenos ojos la fusión, tanto CC OO, como los sindicatos nacionalistas ELA y LAB. La patronal vasca Confebask no se ha posicionado oficialmente, para evitar tensiones internas en Álava, pero su nuevo presidente Miguel Lazpiur ha reclamado que no se entorpezca una operación empresarial por motivos políticos.
Los impulsores del proyecto tienen claro que su éxito depende de dos factores: el consenso y los plazos de ejecución. En primavera de 2006 se renuevan parcialmente las asambleas de las entidades y, en primavera de 2007, se celebran comicios locales y forales. Por tanto, o se avanza ahora en estas aspiraciones o podrían verse retrasadas hasta 2008, como mínimo.
La ronda de contactos se inició en los primeros días de julio y todo discurrió muy rápido. El proyecto se abrió paso, de forma simultánea y sin grandes complicaciones, en instituciones gobernadas por el PNV y PSE. También se granjeo el favor del Ministerio de Economía, el Banco de España y la CNMV.
Todo iba sobre ruedas, pero los responsables de las cajas eran conscientes de que el principal obstáculo podría ser el PP, que gobierna en las instituciones alavesas, por lo que optaron por acudir directamente a Mariano Rajoy, líder de este partido e interpretaron que su disposición a hablar del tema significaba el apoyo del popular. Gran error, ya que el PP del País Vasco rechaza de plano el proyecto.
El socialista Gregorio Rojo accedió a la presidencia de Caja Vital gracias a la alianza PP-PSE. Los 'populares', que gobiernan en la Diputación Foral de Álava y en el Ayuntamiento de Vitoria, instituciones con una fuerte presencia en el consejo de la caja, se muestran decepcionados porque Rojo haya trabajado sobre la fusión durante todo un año sin comunicar nada a su consejo de administración.
Para los populares, la fusión supone la desaparición de Caja Vital y su absorción por parte de BBK y Kutxa, lo que, a su entender, es contrario a los intereses de los alaveses. Además, ven la caja fusionada como un instrumento económico al servicio exclusivo de los intereses políticos del PNV.
A pesar de la oposición del PP, matemáticamente la fusión podría ser aprobada en el consejo de Caja Vital, mediante el voto de calidad del presidente. Aún así, Rojo descarta esa posibilidad al afirmar que la operación sólo se realizará por consenso.
Acercar al Partido Popular
Durante este mes de agosto, los tres presidentes tendrán que buscar propuestas que permitan suavizar las reticencias del PP. De momento, ya han fijado una reunión al máximo nivel para septiembre. Se trata de encontrar una fórmula mágica que permita convencer a este partido de los beneficios de la operación y, al mismo tiempo, facilitar a sus responsables argumentos para que puedan cambiar públicamente de postura.
La posición del PP tampoco es sencilla, pues son los únicos que se oponen a un proyecto que ha logrado presentarse como una necesidad económica y empresarial y está respaldado por casi todos los agentes políticos, económicos y sociales. El léxico será fundamental para que los planes de las cajas lleguen a buen puerto. El término 'fusión' crea demasiados recelos y el de 'cooperación' resulta insuficiente. Hay quien habla de 'integración' o de crear un 'holding' que mantenga las identidades de cada caja y las vincule con el reparto de la obra social con criterios territoriales.
La unión de las tres cajas vascas supondría la creación de la quinta caja española por activos (33.749 millones de euros) y la tercera por beneficios (449 millones de euros). Dispondría de una red de 665 oficinas, de las que un 30% estarían situadas fuera del País Vasco, y una plantilla de más de 5.100 profesionales.
El proyecto de fusión plantea un sistema estable de gobierno, con una estructura vertical. Habrá una presidencia única, de carácter ejecutivo, y dos vicepresidencias. En compensación, el sistema contemplará algunos mecanismos dirigidos a un reequilibrio territorial de las decisiones.
Las quinielas se decantan por Xabier de Irala como presidente de la nueva caja, ya que la personalidad y la carrera profesional del ex presidente de Iberia hace que la gestión de la BBK parezca un destino demasiado light en sí mismo. La nueva caja tendrá su sede financiera en Bilbao y emplazará las otras áreas de actividad, como cartera industrial, seguros o previsión social, en Vitoria y San Sebastián.
El objetivo de la nueva entidad será duplicar el volumen de negocio, alcanzar un balance de 68.000 millones de euros y potenciar una fuerte expansión para tener el mismo número de oficinas fuera que dentro de Euskadi.