China, crecimiento y política cambiaria
Los éxitos de los productores chinos en el comercio mundial generan reacciones de los países compradores que tratan de mantener su actividad productiva. El mes pasado las discusiones se centraron en la tasa que se impuso a la exportación de productos textiles y se retiró en pocos días. En julio lo que dispara comentarios y conjeturas es la ligera revaluación del yuan y la rotura del vínculo con el dólar. Hay acuerdo en que la paridad del yuan con el dólar es irreal y que el yuan cotiza muy por debajo de lo que corresponde a su superávit comercial, a la paridad de poder de compra de su moneda o a cualquier otro indicador relevante.
Las preguntas esenciales acerca de la evolución futura de la paridad del yuan se refieren a temas como la capacidad de los exportadores chinos de mantener sus márgenes comerciales; la incidencia de la medida sobre la posición del dólar frente a terceras monedas; al impacto en los tipos de interés de EE UU y la competitividad de su economía; la posibilidad de que China entre en un ciclo virtuoso de superávit y apreciación similar de Alemania en los años setenta.
La conducta de las autoridades chinas evidencia sus preocupaciones subyacentes. La fijación de un arancel a las exportaciones fue ínfima, como lo ha sido la revaluación del yuan. Los exportadores chinos compiten en base al precio, con lo que sus márgenes son pequeños, al punto de que en sectores donde su crecimiento es intenso (como textil, juguetes y calzado) parece que buscan sustituir por completo al resto de la oferta, aunque sea dejando el margen en el intento, con lo que podría no ser posible trasladar a los clientes el mayor coste que supone la apreciación; en otras áreas podrían soportar una apreciación mayor. La falta de experiencia en estas medidas también aconseja prudencia para evitar situaciones irreversibles o que tengan un coste elevado, y esto vale tanto para sectores concretos como para el conjunto de la economía. La evolución china se basa en equilibrios delicados que son vulnerables a una reducción de la tasa de crecimiento, pues dejar de crecer al 9% para quedar por debajo del 7% arriesga la creación de suficiente empleo como para que no incremente la tasa de paro.
Como indica el Banco del Pueblo de la República Popular, las revaluaciones del yuan serán paulatinas, pequeñas y poco predecibles
La revaluación dispara la expectativa de nuevas apreciaciones y lleva a comprar yuanes, lo que frena su apreciación. Como su paridad está intervenida, en línea con las declaraciones del Banco del Pueblo de China, las revaluaciones, de haberlas, serán paulatinas y pequeñas y, además, poco predecibles, para lo que se mantiene en secreto la composición y la proporción de las monedas que forman la cesta de referencia. Tras la apreciación del 2%, las monedas asiáticas mostraron todo tipo de reacciones. Malaisia desvinculó su moneda del dólar, aunque con una apreciación mínima. Paradójicamente, el dólar de Hong Kong se mantuvo, mientras que el Banco Central de Corea del Sur afirmó su voluntad de intervenir en los mercados para frenar una rápida apreciación del won.
La menor demanda de títulos de deuda pública emitidos por el tesoro americano y nominados en dólares elevará el tipo de interés perjudicando la financiación del déficit público (y del exterior) de EE UU. La presión depreciará el dólar y hará más competitiva a la producción norteamericana, en especial en los países de la Unión Europea (UE), que son los únicos que pueden aliviar ese déficit exterior, pues el saldo con China no se alterará significativamente. En sentido contrario, la compra china de energía y otras materias primas se abaratará, con lo que, en parte, se compensa la apreciación. De no ser por la incertidumbre respecto a la configuración futura de la UE, estos movimientos habrían aumentado el atractivo del euro como moneda de reserva y moneda vehículo en el comercio internacional, facilitando que el precio de materias básicas, el del petróleo por ejemplo, se expresen en euros.
La reacción de los productores chinos irá por dos vías, la de aumento de la calidad de sus productos y la de mejora continua de sus costes. Lo primero le permitirá soportar avatares como el presente y lo segundo expandirá su producción hacia el interior, donde los costes son menores. El proceso puede financiarse, dado el elevado ahorro popular, por la desviación de los recursos que financian el déficit americano hacia la construcción de infraestructuras que eviten cuellos de botella en la producción y roturas de suministro, con lo que mejorará la fiabilidad de sus operaciones y envíos y se podrá encarar una mejora de condiciones laborales que aporte la cohesión que dé continuidad al proceso en curso. El ritmo de adaptación será lento, los pasos medidos y las decisiones buscarán evidenciar que proceden de la voluntad propia y no de las presiones externas.