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Tribuna
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El turismo que se mueve

Sonría, está en España'. Con este eslogan, Turespaña intenta conquistar al turista extranjero haciéndole partícipe de un estilo de vivir y sentir que únicamente encontrará en nuestro país. Un destino con encanto propio al que cada día le salen nuevos competidores que van ganando terreno al instrumento de desarrollo socioeconómico más solvente de nuestra industria.

Aunque todavía ocupamos un merecido segundo puesto en el ranking de destinos turísticos tanto por volumen de ingresos como por número de visitas, el Gobierno ya se ha puesto manos a la obra para incentivar un sector que pierde fuelle en competitividad y que empieza a sufrir las secuelas de la globalización. La estrategia parece clara: modernizar la gestión y mejorar la calidad de las infraestructuras a fin de satisfacer a un turista cada vez más exigente. El objetivo: consolidar nuestra cuota de mercado y ganar la partida a los nuevos jugadores que han irrumpido en un mercado cada vez más grande pero también más feroz.

Si como vaticina la Organización Mundial del Turismo (OMT) el número de turistas se duplica de aquí a 15 años, España debe afianzar posiciones para mantener la parte que le corresponde del suculento pastel. Un esfuerzo integral, público y privado, cuya estrategia más evidente pasa por diversificar la oferta y por adaptarla a las demandas de un mercado especialmente dinámico en el que, además del precio, entran en juego otros factores intangibles. Una transformación vertical y una mejora de calidad necesariamente horizontal en la que la accesibilidad universal y el diseño para todos de establecimientos, itinerarios, entornos y servicios pueden ser clave.

Las personas con discapacidad son clientes altamente rentables porque generalmente realizan un mayor gasto, contratan paquetes turísticos y no viajan solos

Tan sólo en Europa hay cerca de 50 millones de personas con discapacidad que todavía se encuentran con enormes dificultades para elegir un destino acorde a sus necesidades. Unos requerimientos especiales que, de ponerse en práctica, beneficiarían a otro gran e importante colectivo, el de los mayores con movilidad reducida, y que también facilitarían la aventura al prototipo de turista: persona cargada con equipaje, desorientada y ávida de señalización y otras medidas que le proporcionen un mínimo de autonomía.

Las empresas que valoran y emprenden programas de turismo accesible o turismo para todos no lo hacen sólo por altruismo o por poner en práctica políticas de responsabilidad social acordes con el Código æpermil;tico Mundial para el Turismo. Su meta sigue siendo incrementar los ingresos.

La accesibilidad es una vía de diferenciación altamente rentable que puede ayudar a transformar un sector en su doble vertiente de expansión: fidelizando a los españoles y extranjeros que nos visitan cada año y captando buena parte del turismo potencial que se está empezando a mover. Dos objetivos que van de la mano y que se verían reforzados por el envejecimiento de la población que paulatinamente cobra fuerza en Europa.

¿De cuánto mercado estamos hablando? Según Eurostat, para 2050, cerca de un tercio de la población de la UE tendrá más de 65 años y, de ese grupo, una de cada cinco personas tendrá más de 85 años. Un colectivo de turistas, procedentes principalmente de Europa Occidental, de gran interés para nuestro país por su volumen de viajes, su nivel de gasto y su fidelidad.

Refiriéndonos sólo a las personas con discapacidad, al hacer accesible nuestra oferta, abriríamos la puerta a un 10% más de público que normalmente no viaja solo. Así, según los pronósticos más modestos, a ese 10% habría que añadir un acompañante por cada dos turistas con discapacidad y, en los optimistas, la media sería de tres.

Echen cuentas pero tengan presente que los beneficios no se reducen a la cantidad de nuevos visitantes. Las personas con discapacidad y movilidad reducida constituyen un segmento de mercado potencial muy valorado por su perfil cualitativo. Generalmente realizan un mayor gasto por persona, lo hacen en un entorno más concentrado y son un usuario excelente de paquetes turísticos que incluyen excursiones organizadas, espectáculos in situ y otros extras. Además, su mayor disponibilidad para viajar durante todo el año favorece la pretendida desestacionalización que persigue el sector. En suma, un cliente altamente rentable deseoso de que contemos con él en nuestras previsiones y en nuestros programas de marketing.

Pero, ¿cuánto cuesta la accesibilidad? No hay una respuesta única pero sí se puede afirmar que no es una cuestión ni de coste ni de espacio, sino de diseño y de planificación. Para hacer accesible un entorno, no basta con poner rampas en las puertas de acceso y ascensores en el interior. La accesibilidad es un concepto más amplio que, en obra nueva, no incrementa el coste de construcción pero que hay que tenerlo en cuenta a lo largo del proceso de creación y desarrollo del servicio. El camino más corto para hacerlo bien: acudir a entidades especializadas.

Cuando los recursos son limitados, hay que agudizar el ingenio para invertir de forma diferente y mejor: la accesibilidad puede ser un buen comienzo. El objetivo es que todos podamos compartir esa sonrisa propuesta por Turespaña y confirmar que efectivamente estamos en el mejor de los destinos.

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