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Columna
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Petróleo e inflación: malas noticias para Europa

José Carlos Díez

Después de los últimos meses en los que el precio del crudo obligaba cada día a preguntarse qué sucedería la semana siguiente, el efecto de esa subida se empieza reflejar en los índices de inflación y es el momento de realizar análisis a medio plazo, que nos permitan estimar los efectos macroeconómicos que provocarán los actuales niveles por encima de 30 dólares el barril. ¿Estamos ante una nueva crisis energética global?, y, si no es así, ¿cómo afectarán los altos niveles del precio del crudo a la economía europea, con relación a la estadounidense? Esta pregunta es muy relevante, ya que condicionará la evolución del tipo de cambio del euro contra el dólar y las decisiones de la Reserva Federal (Fed) y del BCE.

De nuevo, como sucediera en las décadas de los setenta y ochenta, los precios del petróleo vuelven a ser una de las variables clave de referencia para los mercados financieros y para los gestores de la política económica. Sin embargo, aunque el precio del crudo ha alcanzado niveles máximos desde la guerra del Golfo, en términos relativos los precios del oro negro en los setenta se multiplicaron por cuatro, mientras que el incremento del último año ha sido del 45%, por lo que la situación actual, aunque es relevante, no es comparable a lo sucedido en los años 1973 y 1979. El FMI ha afirmado recientemente que la subida de precios del petróleo no afectará al crecimiento esperado de la economía mundial para el año 2004.

La reciente subida de la producción acordada por la OPEP ha frenado la excesiva especulación que los mercados de futuros de crudo han sufrido en los últimos meses, aunque las previsiones son que la demanda de petróleo continuará presionando al alza los precios, principalmente debido a la fortaleza de la economía china y estadounidense, por lo que nos tendremos que acostumbrar a precios por encima de 30 dólares por barril mientras la economía mundial mantenga las tasas de crecimiento previstas.

Cada día es más necesario que Europa afronte reformas estructurales, en la línea fijada en la agenda de Lisboa

Desechando la posibilidad de que se vaya a producir una crisis mundial generalizada, un barril por encima de los 30 dólares tendrá efectos asimétricos en las diferentes economías que es necesario analizar.

Los precios del petróleo tienen un impacto directo sobre la estructura de costes de las empresas y muchas se verán obligadas a llevar a cabo procesos de reestructuración para evitar perder cuota de mercado. Por lo tanto, el impacto macroeconómico de la subida de los precios del petróleo sobre el nivel de actividad económica de las diferentes economías debe calcularse en función de la capacidad que tienen las empresas en términos relativos para acometer esos procesos de reestructuración. Las empresas estadounidenses tienen ventaja sobre las europeas, ya que estas últimas deben enfrentarse a mercados de trabajo, de bienes y de servicios más rígidos. Por lo tanto, los costes de la reestructuración serán mayores en márgenes de beneficios y en tiempo que los de sus competidoras estadounidenses.

Teniendo en cuenta la actual coyuntura europea, con tasas de crecimiento muy por debajo de su nivel potencial, el escenario previsto para el precio del crudo es el menos deseable y despierta el temor a una nueva situación de estanflación, al igual que sucediese en los ochenta; bajos niveles de crecimiento económico y tasas de inflación por encima del 2% fijado por el BCE como objetivo de estabilidad de precios. El IPCA de la eurozona en mayo, publicado ayer, ha sido del 2,5% en tasa anual, frente al 2,0% del mes anterior, confirmando estos temores.

Siempre que hacemos este tipo de análisis comparados llegamos a la misma conclusión, cada día es más necesario que Europa afronte reformas estructurales, en la línea fijada en la agenda de Lisboa. Sin embargo para ello hacen falta Gobiernos fuertes, que gocen de alto respaldo social para asumir los costes políticos de este tipo de decisiones. El resultado de las elecciones europeas pone en cuestión esta premisa, ya que los partidos gobernantes de Alemania, Francia e Italia han sufrido un fuerte revés.

Mientras los países europeos deciden flexibilizar sus economías, la realidad nos indica que los altos precios del crudo apoyarán al dólar en su cruce con el euro, y los tipos de interés en Europa subirán por encima del nivel que sería deseable para corregir los problemas de demanda interna que viene padeciendo la economía europea desde 2001. Conclusión: malas noticias para los ciudadanos europeos.

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