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Columna
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Terror contra economía

El mayúsculo error cometido por EE UU y sus aliados al invadir Irak terminará teniendo como consecuencia un incremento de la inestabilidad mundial y un refortalecimiento del terrorismo internacional. La patente ilegalidad e injusticia internacional cometida por la ocupación de un país soberano exacerbará aún más el recelo latente en cientos de millones de musulmanes del mundo entero. La frustración y la impotencia entre ellos será hábilmente aprovechada por los fanáticos fundamentalistas. Las torturas de Abu Ghraid y los bombardeos sobre inocentes estarán engrosando multitudinariamente las filas de los que están dispuestos a dar su vida por defender el islam más extremo e involucionista.

La torpeza de algunos líderes internacionales nos ha metido en un callejón sin salida. EE UU va a perder esta guerra, con las gravísimas consecuencias que sobre el equilibrio internacional tendrá su evidente pérdida de liderazgo internacional, que sólo se podrá mantener ya sobre la base de sus misiles.

Pero no querría entrar en consideraciones diplomáticas ni militares. Partiendo de la base de que el terrorismo, lejos de disminuir, se va a incrementar paulatinamente en los próximos años, intentaremos analizar superficialmente algunas de sus consecuencias sobre nuestra economía.

EE UU va a perder la guerra de Irak, y esto tendrá graves consecuencias sobre el equilibrio internacional

El terrorismo internacional golpeará nuestros cimientos económicos. Sabe que somos sensibles a ello. Nuestra fortaleza, una economía abierta y flexible, es al mismo tiempo uno de nuestros puntos débiles; dependemos demasiado del petróleo y de los mercados internacionales.

Si los mercados se mantienen, la economía puede convivir, sin resentirse demasiado, con las acciones terroristas esporádicas. En España tenemos desgraciada experiencia de ello. Mientras el terrorismo etarra nos castigaba, nuestra economía crecía. Pero también es cierto que ese terrorismo nunca llegó a crear verdadera inestabilidad. El terrorismo golpea allá donde entiende que más daño causa. Así, sabedores de nuestra alta dependencia del turismo internacional, hemos sufrido en cada arranque de campaña turística una cadena de atentados en nuestras costas. Con estos crímenes, ETA pretendía no sólo obtener relevancia internacional, sino también intentar ahuyentar a los turistas. Y menos turistas significaba menos ingresos para nuestro país.

El terrorismo internacional sabe de nuestra extrema dependencia del petróleo. Por eso golpeará nuestras fuentes de suministros, enclavadas en gran parte en áreas del Golfo y el norte de África. Con esos ataques a gasoductos, puertos, pozos o buques, dificultará la extracción, la hará más insegura, la encarecerá o, a veces, incluso la imposibilitará. Como resultado final, el petróleo subirá, echando más leña al fuego alcista que ya prende en sus precios debido al incremento del consumo de China.

Como efecto de los continuos ataques de la resistencia iraquí, la producción de Irak está por debajo de lo que inicialmente estaba previsto a estas alturas de calendario. Los ataques de los comandos terroristas de la semana pasada en Arabia Saudí han golpeado empresas extractoras de petróleo. Y saben cuándo lo hacen: justo cuando Arabia había decidido incrementar su extracción con el objetivo de abaratar los precios internacionales del crudo. Esta inseguridad encarecerá los seguros, incrementará los salarios a los ejecutivos, trabajadores y repatriados que se atrevan a vivir en estas áreas, aumentará los costos de la seguridad. Moraleja, el petróleo se dispararía de tener éxito la campaña terrorista.

Pero no es nuestra dependencia del petróleo nuestro único punto débil económico. Las líneas aéreas y el turismo se han mostrado tradicionalmente muy sensibles a cualquier incremento de la inestabilidad internacional. Si la inestabilidad se profundiza, la crisis llamará a las puertas del sector turístico. Esperemos que no llegue a ocurrir, dada nuestra alta dependencia del mismo.

Nuestra economía es cada día más abierta; dependemos en gran parte de lo que vendemos fuera de nuestras fronteras. Si Occidente continúa agrupando enemigos contra nuestra causa, nuestros productos, por activa o pasiva, terminarán resintiéndose. La implantación de empresas y filiales en determinadas zonas del planeta se dificultará en grado extremo y la población de las zonas castigadas mostrará, si puede, su preferencia por los productos procedentes de otras zonas del planeta. Extremo Oriente resultará sumamente beneficiado.

Nuestros líderes occidentales están perdiendo la guerra contra el terrorismo y con su ineptitud están socavando nuestros cimientos económicos. Esperemos que volvamos a la cordura antes de que sea demasiado tarde.

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