Un déficit sin fondo
El déficit comercial de EE UU batió una vez más su récord. Los 45.958 millones de dólares de déficit en marzo son producto, en buena medida, del aumento del precio del petróleo -el brent cotizaba entonces a una media de 32 dólares, lejos de los 38 dólares a los que llegó ayer-, pero, sobre todo, por el insaciable apetito consumista de los estadounidenses, que animados por las devoluciones fiscales y la mejora de las perspectivas del empleo llenan las tiendas cargadas de mercancías de países como China. La caída del dólar, que ha abaratado y disparado las exportaciones, apenas sirve de muro de contención del déficit comercial. El problema es serio y la depreciación del dólar al conocerse el dato es una evidencia de ello que añade presión al déficit por cuenta corriente. EE UU necesita captar 1.500 millones de dólares diarios para financiar este déficit, y esos fondos se dejan de invertir en otras áreas. A esto se añade el gigantesco y también disparado déficit fiscal. Los economistas ya han dicho que van a ajustar a la baja su estimación de crecimiento del primer trimestre, que rondaba el 4,7% (el primer cálculo oficial lo deja en el 4,2%). La cuenta que hacen es fácil: si hay tanta necesidad de importar es porque no se está produciendo en el país.