Competencia en las Bolsas
La casualidad ha permitido que la aprobación por el Parlamento Europeo de la Directiva de Servicios de Inversión (DSI) coincida con el visto bueno por parte de los Estados miembros de la directiva de opas. Son las dos normas con más difícil encaje de todo el plan de acción que busca unificar el mercado financiero europeo este año, un plan ya completado en el terreno bursátil y al que sólo restan por aprobar tres directivas de un total de 42.
La Directiva de Servicios de Inversión introduce la competencia en el negocio de la compraventa de valores y derriba las fronteras a la hora de vender activos financieros. La UE no sólo ha tenido que batallar con los intereses nacionales, sino también hacer equilibrios entre el fomento de la competencia y la protección al inversor. El resultado final es una notable apertura de los mercados de valores. Las Bolsas se enfrentarán a competidores locales y foráneos, y los intermediarios buscarán aquellos que ofrezcan mejores condiciones, algo a lo que estarán obligados. Y los propios intermediarios se enfrentarán a la competencia de operadores extranjeros.
El aspecto más polémico, el de la internalización de órdenes -operativa mediante la que un banco hace de Bolsa de cara a sus clientes-, se ha solucionado con unos criterios de transparencia que hacen poco viable este procedimiento en órdenes al por menor. Sí abre la puerta la internalización -pero con una menor transparencia- en las operaciones de mayor tamaño, según un sistema similar a la negociación en bloques que ya funciona en la Bolsa española.
Menos ambiciosa ha sido la directiva de opas, aprobada ayer por los Estados sin discusión y bajo las condiciones pactadas en el mes de noviembre. Es una norma descafeinada que da a los Estados miembros la potestad de elegir qué medidas de blindaje sobrevenido pueden adoptar las compañías sin consultar al accionista. Pero, tras 15 años de fracasos sucesivos, Europa se ha visto obligada a ponerse el listón muy bajo.