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Tribuna
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El impacto del 11-M

Los efectos económicos de los terribles atentados del 11 de marzo en Madrid no serán muy intensos ni duraderos, según el autor, que estima que en todo caso serán claramente menores que los derivados del 11 de septiembre de 2001

La relevancia de las consecuencias económicas del 11-M es mínima en el contexto del conjunto de efectos de este terrible suceso y, especialmente, en comparación con el sufrimiento de las víctimas y sus allegados. Pero la economía española, aunque sea de forma residual, también sufrirá significativamente.

Las pérdidas de capital humano y los daños en las infraestructuras de transportes son los efectos económicos más palpables de esta catástrofe. De golpe se esfumaron 201 vidas, en su mayoría jóvenes trabajadores y estudiantes que representaban parte del presente y del futuro de la economía española. Muchos de los más de 1.400 heridos tampoco podrán acudir a sus puestos de trabajo o pupitres en un futuro próximo. Algunos tal vez nunca. Los daños materiales, aún sin cuantificar, deben también considerarse al estimar el impacto económico inmediato de la masacre terrorista.

No obstante, los perjuicios económicos del atentado van más allá de las consideraciones anteriores. El 11-M podría influir sobre las decisiones de consumo e inversión tanto de los agentes económicos residentes como de los no residentes que interactúan con España. En consecuencia, podría tener un efecto directo sobre la evolución futura del PIB español. En cuanto a la demanda interna, la variable más significativa es el consumo de los hogares, que representa en España alrededor del 60% del PIB. La historia muestra que ésta es una variable procíclica, muy sensible a los cambios de expectativas de los consumidores sobre la situación económica y del mercado de trabajo. Y los atentados terroristas generan incertidumbre.

Con relación a los no residentes, lo más preocupante es el impacto potencial del 11-M sobre el turismo y la inversión extranjera directa recibidos por España. El turismo representa cerca de un 11% del PIB español y es un sector muy intensivo en mano de obra que ha contribuido de forma decisiva a la creación de empleo. Es de esperar que se cancelen muchas reservas para los próximos meses y que, en general, la afluencia de turistas se vea considerablemente mermada, resultando finalmente en un menor crecimiento del PIB y del empleo.

El 11-M puede resultar también en la percepción de un mayor riesgo-país por parte de los inversores extranjeros, lo cual conduciría a una menor recepción de flujos de inversión extranjera directa (IED). La IED ha sido uno de los principales motores del crecimiento de la economía española en las últimas décadas, no sólo porque representa una fuente de inversión interior, de empleo y de divisas, sino también porque favorece la transferencia de tecnología y de buenas prácticas organizativas y empresariales hacia las empresas nacionales. Sería grave que el 11-M resultara en una menor inversión extranjera directa en España en un contexto en que la alarma por las deslocalizaciones ya se ha disparado.

Sin embargo, parece lógico pensar que este atentado no alterará el atractivo relativo de España como destino de inversiones con respecto a sus competidores, porque no se trata de un riesgo específico de España, sino de un problema de terrorismo global, que podría afectar a toda Europa. En este sentido, más grave hubiera sido si se hubiese confirmado la autoría de ETA, por tratarse de un riesgo específico de España.

En una primera aproximación, resulta ilustrador analizar la evolución de los mercados financieros como barómetro del devenir futuro de la economía. Por una parte, el diferencial entre la deuda pública española y la alemana no se ha visto alterado como consecuencia del 11-M (ni tampoco a raíz de los resultados electorales). Esto indica que los inversores no atribuyen un mayor riesgo-país a España como resultado del atentado. Por otra parte, las caídas en la Bolsa española han sido importantes, pero no dramáticas, y en todo caso cercanas a las experimentadas por el resto de plazas europeas. En conjunto, durante las cuatro sesiones siguientes al atentado (incluida la del 11-M), el Ibex 35 cayó un 5,8% y el Euro Stoxx un 5,11%. Estos datos sugieren que el efecto del 11-M sobre la economía española no es mayor que el que hubiera tenido de haberse producido el suceso en otro país europeo. La pequeña diferencia en esos índices podría explicarse, quizá, por la incertidumbre asociada al cambio de Gobierno y al hecho de que se haya producido sin una mayoría absoluta, factores ambos que históricamente han tenido un impacto negativo en Bolsa.

En definitiva, los indicios disponibles parecen indicar que los efectos económicos del 11-M no serán muy intensos ni duraderos, y siempre claramente menores que los derivados del 11 de septiembre de 2001. También puede concluirse que los perjuicios específicos para la economía española no son significativamente mayores que los que se derivan para el resto de la UE. Con todo, éste será un tema central en todo análisis de la coyuntura económica española durante los próximos meses.

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