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El análisis de los mercados

El mercado encaja el cambio político

El futuro presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no sólo tiene ante sí el reto de no defraudar las expectativas de los casi 11 millones de españoles que el domingo depositaron en él su confianza. Con su victoria en las urnas, Zapatero se somete, también, al escrutinio de la comunidad financiera internacional. Mercados, empresas, bancos de inversión, inversores particulares, agentes; en definitiva, los responsables de que funcione el engranaje de la economía.

Pero si el clamor del cambio ha retumbado en muchos ámbitos, lo cierto es que no lo ha hecho tanto en el económico. José Luis Rodríguez Zapatero hereda una economía saneada con un PIB en trayectoria ascendente, con baja inflación y superávit en las finanzas públicas. El líder socialista llega, además, en un momento de aceleración de la economía nacional y mundial, y de recuperación de los mercados bursátiles.

Los expertos creen que su primera obligación es mantener esa inercia de crecimiento e insisten en que la mejor receta posible es no alejarse demasiado de la ortodoxia que ha caracterizado los años de gobierno del PP.

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'Hay que tener presente el impacto de los atentados sobre las expectativas de consumo'

'Si España mantiene el compromiso de austeridad fiscal y equilibrio presupuestario, de desregulación y liberalización económica, y de bajada de impuestos, los pilares en los que se ha basado el crecimiento económico, no hay motivos para pensar en cambio alguno del ciclo económico', señala el director de Análisis del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Gregorio Izquierdo.

Lo que está claro, a juzgar por la opinión de analistas y bancos de inversión y por el comportamiento general de los mercados, al margen de la incertidumbre que planea en Bolsa sobre ciertos sectores, es que la comunidad inversora en conjunto no ha interpretado que el cambio de signo de Gobierno justifique por sí solo una reacción diferencial de los mercados. 'Los inversores entienden que la economía española está muy asentada y que el mantenimiento de España en la unión monetaria europea es un proceso irreversible', señala Emilio Ontiveros, de Analistas Financieros Internacionales (AFI).

En su opinión, compartida mayoritariamente por otros analistas, 'España ya no está sometida a dosis de inestabilidad económica. La pertenencia a la Unión Económica y Monetaria y el compromiso con el Pacto de Estabilidad constituyen sus principales credenciales ante el mercado'.

La muestra más clara de este argumento es que la deuda española ha seguido cotizando en las mismas condiciones después del 14-M y los mercados bursátiles, después del abucheo inicial al estreno de un gobierno sin mayoría absoluta en el parqué, recuperaron la calma. El Ibex bajó un 4,15% el lunes y cerró la semana con una caída del 1,91%, en línea con las Bolsas europeas.

En todo caso, los analistas advierten que hay que tener muy presente el impacto de los atentados del 11-M sobre las expectativas de consumo e inversión de las empresas y sobre el sector exterior, variables clave para la fortaleza de la recuperación. Algo que no pasará inadvertido tampoco para la autoridad monetaria, que podría anticipar una rebaja de tipos de interés para impedir un deterioro de la confianza.

'Las elecciones marcan un cambio de liderazgo, pero no van a alterar el comportamiento económico del país', afirman Vincenzo Guzzo y Anna María Grimaldi, analistas de Morgan Stanley. 'Las promesas económicas clave del PSOE no implican un cambio drástico de la política económica', asegura Javier Pérez de Azpillaga, de Goldman Sachs.

'Los atentados y el cambio político pueden inhibir temporalmente el consumo y la inversión, pero esperamos una rápida normalización de la vida política y económica española y continuidad en el proceso de crecimiento económico diferencial respecto a la UE', señala el servicio de análisis del Banco Espírito Santo.

De hecho, ningún gabinete de estudios ha modificado sus previsiones de crecimiento económico, situadas en torno al 2,9% de media para este año.

Sería prematuro, en todo caso, cantar victoria. Gregorio Izquierdo subraya que 'lo importante es que las intenciones programáticas del PSOE se materialicen en actuaciones concretas y se demuestre que no son una simple operación de cosmética'.

De momento, el mundo económico y financiero ha recibido bien los primeros compases, en forma de declaraciones del propio Zapatero y del cerebro de la oferta económica del PSOE y probable, aunque todavía no confirmado, ministro de Economía, Miguel Sebastián. Su perfil más técnico que político parece que liberará al futuro Ejecutivo socialista de viejas ataduras ideológicas.

Las promesas de no intervenir en la economía, de no dar ningún tipo de paso atrás en el proceso de privatizaciones y de profundizar en la liberalización de sectores, como el energético, son una vacuna de tranquilidad. La intención de separar el poder político del económico constituye, también, un mensaje apreciado por los inversores, más allá de los episodios concretos de fuerte volatilidad y caídas vividos por algunas compañías.

Pero los mercados financieros seguirán con la lupa puesta, máxime cuando los 164 escaños conseguidos por el PSOE, a 12 de la mayoría absoluta, obligarán al nuevo Gobierno a realizar un esfuerzo político añadido para garantizar la estabilidad, y cuando los guiños sociales de su programa hacen, necesariamente, menos dogmático su compromiso con el Pacto de Estabilidad.

Reforma fiscal

Así que, aunque aceptada la premisa de que el cambio de Ejecutivo no incorpora un riesgo añadido para el PIB y para los mercados desde el punto de vista de los principios macroeconómicos, los analistas no niegan que existen incertidumbres que deberían ser despejadas. La más inmediata es la de las personas que compondrán el equipo económico.

Más allá de las personas, la principal incógnita sigue siendo la reforma fiscal y, sobre todo, el posible tratamiento del ahorro. El PSOE parte del hecho de que el 83% de la recaudación recae sobre las rentas salariales, mientras que sólo el 50% de la renta nacional es de asalariados. Se propone, por tanto, reequilibrar la contribución a los ingresos del estado de rentas de capital y trabajo.

Para conseguirlo apuesta por un tipo único del 30% en el IRPF o bien dos tipos (uno general y otro para rentas altas), que pretende aplicar a partir de 2006, y un mínimo exento amplio que deja fuera de declarar a siete millones de contribuyentes, entre ellos 2,2 millones de pensionistas. Este mínimo exento estará protegido de la inflación, que consideran que ha absorbido el efecto positivo de las dos rebajas fiscales del PP.

El problema, para los analistas y algunos expertos fiscales, no es sólo la posible pérdida de recaudación, sino que ésta trate de compensarse con un tratamiento más duro para las rentas de capital. La firma Finanzas Patrimoniales afirma que 'una medida así provocaría una huida de inversores'.

Emilio Ontiveros considera que 'sería un error hacer modificaciones fiscales parciales y lo lógico será abordar una reforma fiscal global'. De hecho, los expertos no creen que la reforma fiscal pueda implantarse antes de 2007 o 2008. El modelo socialista implica también la eliminación de la mayoría de las deducciones, entre ellas, las de vivienda, aunque el PSOE es consciente del efecto psicológico que una medida tan impopular provoca si no se explica bien.

Vivienda

La nueva fiscalidad de la vivienda engancha con otro de los retos de Zapatero: frenar la fuerte subida de los precios. El imparable aumento de los precios de los pisos y el sobreendeudamiento de las familias acumulado en créditos hipotecarios es, sin duda, una de las sombras de la gestión del Partido Popular.

El propio Banco de España llamó hace unos meses la atención sobre el efecto perverso de este excesivo endeudamiento para un crecimiento económico sano y duradero. No en vano, el difícil acceso de amplias capas de la población a una vivienda ha sido una de las principales armas arrojadizas del PSOE durante la campaña y el anuncio de la creación de un Ministerio de la Vivienda para frenar los precios uno de los símbolos de su compromiso con los electores.

Hasta ahora la política de vivienda, transferida a las comunidades autónomas, tenía rango de dirección general, no merecía siquiera una secretaría de Estado. Las dudas se plantean en torno al posible intervencionismo público en esta materia porque 'los mercados castigan cualquier señal en este sentido', advierte Izquierdo.

De hecho, el sector de la construcción ha sido uno de los más sensibles al cambio político decidido en los últimos días.

El PSOE ha explicado en otras ocasiones que se propone acabar con una economía 'del ladrillo' que, a medio plazo, lamentará haber invertido todos sus recursos en este sector, detrayéndolos de sectores más productivos.

Explican que eso no implicará un frenazo en seco de la construcción. Aflojará el ritmo en el segmento residencial, pero las constructoras esperan que el PSOE apueste por el desarrollo de la obra civil. La promesa de más infraestructuras ha disminuido un poco la inquietud del sector, que espera que no se paralicen inversiones. Sus aspiraciones se resumen en un plan de inversiones a 10 años vista de 109.000 millones de euros.

La duda es cómo van a financiarse, sobre todo si se tiene en cuenta no sólo el corsé fiscal, sino el hecho de que en 2007 se cierra el grifo de los fondos comunitarios para España incluido en la Agenda 2000.

Juan de Lucio, director del servicio de estudios de las Cámaras de Comercio, señala que 'incluso aunque se desacelere un poco la cifra de crecimiento del sector, la repercusión no será muy fuerte en el conjunto de la economía nacional'. Donde los analistas muestran bastante coincidencia es en que el fomento del alquiler y medidas para impulsar vivienda protegida, dos de las promesas electorales, servirán para impedir que sigan subiendo los precios.

Productividad

En el análisis sobre lo positivo y lo negativo que el cambio político puede añadir al comportamiento económico, varios analistas llaman la atención sobre la promesa de aumento de la productividad, una de las palabras mágicas de la oferta socialista. El PSOE apuesta por un crecimiento del PIB del 3% y del 1,5% de la productividad total, con un crecimiento del empleo del 1,2% o el 2% anual.

Ontiveros señala que 'habrá que ver en qué se concretan las promesas de más productividad', pero el énfasis que pone Sebastián en la sostenibilidad económica a largo plazo gracias a primar las inversión productiva, la innovación, la educación, las infraestructuras y la tecnología es, para algunos analistas, un valor diferencial respecto a la política realizada por el Gobierno del PP. 'La defensa de la productividad sin despreciar el empleo y su calidad son claves para avanzar en la competitividad de la economía española', señala el director de estudios de las Cámaras de Comercio.

Empleo

En cualquier caso, Zapatero sabe que el balance económico que al cabo de los años hacen los ciudadanos de la gestión de cualquier Gobierno se mide siempre en términos de empleo. En eso, el Partido Popular sale bastante acreditado, con la creación de más de cuatro millones de puestos de trabajo en los últimos ocho años.

Hace 10 años, con un crecimiento económico del 2% o el 2,5% se hubiera destruido empleo. Hoy, con un crecimiento del 2,5% se crea empleo a una tasa anual del 1,8%. No obstante, el potencial de mejora en este terreno es muy amplio desde el punto de vista de la calidad del empleo. Frenar la temporalidad e introducir más flexibilidad en la organización del trabajo son, no obstante, asignaturas aún pendientes. En principio, la intención socialista es rebajar la cotización de los indefinidos y revisar las bonificaciones.

Precisamente porque Zapatero hereda una fotografía económica con más luces que sombras, los expertos le recuerdan que 'es un buen momento para realizar las reformas pendientes', según Juan de Lucio.

'Los planteamientos de partida no suenan mal, pero es el momento económico para tomar medidas y evitar que el próximo ciclo bajista afecte a España en mayor medida que a otros países ', resume José Luis Martínez Campuzano, economista jefe para España de Citigroup.

Fotografía económica Luces y sombras de ocho años de gobierno

Crecimiento económico. España entra en el undécimo ejercicio de crecimiento económico consecutivo. Desde 1996 ha habido un crecimiento medio anual del PIB 1,2 puntos de media superior al de la UE. La economía española capeó mejor que otras economías europeas la última crisis. Lo que se critica es que el modelo de crecimiento se ha apoyado en exceso en el sector de la construcción, en detrimento de sectores más productivos.Austeridad fiscal. El PP se propuso el objetivo de equilibrio presupuestario como escenario estable de crecimiento de la economía española y devolver la credibilidad al presupuesto. En 2001 aprobó una nueva Ley de Estabilidad Presupuestaria que ha sido piedra angular de la credibilidad internacional respecto al compromiso español con el equilibrio presupuestario. En 2001 España se incorporó al grupo de países cuya deuda se clasifica con triple A por las agencias de rating y hoy se paga menos por la deuda que países como Francia, Italia o Reino Unido y ha desaparecido el diferencial con el bono alemán. Lo que se critica es que el dogmatismo presupuestario impida avanzar más deprisa en la convergencia real.Privatizaciones. Desde 1996 se han privatizado 51 empresas y se han realizado 59 operaciones de privatización, con las que se han obtenido unos ingresos de 31.654 millones de euros. El sistema de OPV ha sido el más empleado y representa el 77% del total de ingresos. Aunque no se discute el proceso de privatizaciones, se critica que el PP haya acabado con monopolios controlados por poderes públicos para hacer monopolios controlados 'por sus amigos'.Riqueza. La riqueza financiera e inmobiliaria de las familias se ha doblado entre 1996 y 2002, de 2,16 billones de euros a 4,3 billones. La otra cara de la moneda es que España se ha convertido en un país de familias sobreendeudadas.

Los mensajes del PSOE para el mercado

Tranquilidad 'Los mercados financieros pueden estar tranquilos y ver el futuro con mayor optimismo con un Gobierno socialista. Ofrecemos un horizonte de crecimiento económico sano a medio y largo plazo basado en la productividad'.Compromiso liberal'No intervendremos en la economía. Nadie ha dicho que haya marcha atrás en el proceso de las privatizaciones. Queremos separar el poder político del económico'.Competencia'El nuevo Ejecutivo favorecerá las fusiones y adquisiciones para aumentar la competencia en el sector energético. Queremos abrir el mercado de suministro y favorecer la competencia'.

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