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Columna
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Cambio de rumbo

La victoria socialista en España va a tener consecuencias muy importantes, no sólo para la construcción europea, sino para la situación internacional. Y eso incluye, según el autor, la anunciada aproximación de Madrid a París y Berlín

En la duermevela de la madrugada del lunes creí que la victoria electoral había sido un sueño. Pocas horas después, en Bruselas, la calurosa acogida de los parlamentarios de muchos países, y no sólo de los socialistas, me convencían de la trascendencia de su realidad.

Nunca sabremos qué habría ocurrido sin los atentados terroristas en la víspera de las elecciones. O cuál hubiera sido la reacción de los electores si el Gobierno no hubiese querido darles el gato de ETA por la liebre de Al Qaeda. Había sin duda una demanda de cambio flotando en el ambiente y la inicial distancia entre PP y PSOE se acortaba día a día. Pero cuando el voto al partido de la oposición aumenta un 36 % sobre el de las elecciones en las que el del Gobierno obtuvo mayoría absoluta, algo trascendental ha debido de ocurrir.

Todos esperan y muchos celebran la nueva política europea que seguirá el próximo Gobierno de España

Y lo que ha ocurrido es que el rechazo a la mentira de Estado ha catalizado el deseo de cambio y ha provocado un sano revulsivo democrático en la sociedad española. El consiguiente aumento de la participación, nueve puntos más que en 2000, y la voluntad de impedir que el PP siguiera gobernando, el llamado voto útil, han hecho que el PSOE roce la mayoría absoluta y haya conseguido el mayor apoyo popular de la historia.

Europa tiene hoy tanta conciencia de la amenaza terrorista como considera que la derrota de Aznar-Rajoy se debe al intento de manipular la opinión con respecto a los autores de los atentados. Esta opinión la refleja, mejor que muchos titulares, la viñeta de Le Monde mostrando a Bin Laden en un columpio con una urna por base y suspendido de la larga nariz de Pinocho de Aznar sobre un fondo de ruinas y papeletas al viento.

Se puede entender que en la madrugada del jueves el Gobierno creyera que era ETA la causante de la tragedia. El ministro del Interior pudo decir en su descargo que todos lo creímos. En realidad, durante toda la campaña habíamos estado temiendo que eso ocurriera. Pero al tratar de seguir imponiendo la pista de ETA, cuando los indicios materiales indicaban claramente otra cosa, el Gobierno provocó sin duda la respuesta airada de una parte importante del electorado, sobre todo jóvenes, que quizá se hubiera quedado en casa o hubiera votado otra cosa.

Ante la internacionalización del terrorismo y su demostrada capacidad de actuar en territorio europeo, muchos son en Bruselas los que lamentan la insuficiente cooperación entre los Estados y se proponen evitar que se dé un solo paso atrás en materia de seguridad y justicia en la Constitución europea. Y a ello debe contribuir haber visto en Madrid las orejas al lobo y el cambio de rumbo que todos esperan, y muchos celebran, del próximo Gobierno español en política europea. En efecto, la victoria socialista en España va a tener consecuencias muy importantes, no sólo para la construcción europea, sino para la situación internacional. Tanto sobre la Constitución como sobre la ocupación de Irak, la anunciada aproximación de Madrid con París y Berlín debilitará la posición de EE UU y permitirá romper los bloqueos que impidieron avanzar en la ultima Conferencia Intergubernamental.

Tanto es así que ayer la presidencia irlandesa de la UE se planteaba convocar de nuevo la Conferencia Intergubernamental (CIG) tan pronto como España tuviese nuevo Gobierno. Sorprendidos de la lentitud del proceso que establece nuestro ordenamiento constitucional para formar Gobierno, la convocatoria, que hasta el domingo ni se consideraba, se plantea para mediados de mayo. El proyecto de Constitución podría estar así aprobado para las elecciones europeas de junio, siempre que ahora todos demuestren que el verdadero obstáculo era la resistencia de España y Polonia.

La voluntad reiteradamente manifestada por el próximo presidente del Gobierno de negociar la Constitución en el marco del proyecto de la Convención, dejaría aislada a Polonia en su rechazo tanto como a sus tropas en Irak a partir de la retirada de las nuestras el 30 de junio. La aplicación práctica de este compromiso electoral levanta en los ambientes diplomáticos las mayores polémicas. Algunos advierten que si España retira sus tropas tras haber sido objeto de un grave atentado puede estar dando una poderosa baza a los terroristas que verían así aumentada su capacidad de intimidación. Pero el compromiso de no participar en una ocupación resultante de una guerra calificada por los socialistas de ilegal e ilegitima es muy anterior a la matanza de Madrid y no puede considerarse su consecuencia.

Zapatero ya ha reiterado su voluntad de cumplir ese compromiso y recordado a Bush y Blair, los otros dos componentes del trío de las Azores cuya reunión cumple hoy un año, que no se puede justificar una guerra con mentiras. De la misma forma que, en democracia, no se puede mantener la confianza del pueblo tratando de evitar que se sepa la verdad y tachando de 'indecentes' a los que la reclaman.

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