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Tribuna
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Resultados del G-7

Qué es el G-7?'. Tengo que reconocer que mi padre no comienza el periódico por la sección de economía. De forma que cuando me hizo esa pregunta me surgieron dos posibilidades: 1, la sección de economía se ha ampliado, ocupando parte de la de deportes; 2, mi padre por fin me ha hecho caso, ampliando sus conocimientos en historia económica. Ninguna. Sencillamente, lo había escuchado de forma repetida en varios informativos el fin de semana. Rendido, le expliqué que el G-7 (realmente G-8, con la incorporación de Rusia) es un grupo de trabajo de los ministros de Economía de las siete principales economías desarrolladas del mundo. ¿Su finalidad? Aumentar la coordinación (a la reunión asisten, además, bancos centrales e instituciones supranacionales) de los diferentes países, algo más que aconsejable dada la globalización de economías y mercados.

Su creación en los setenta, con un G-3 original, respondió a la necesidad de crear una plataforma (formal) de discusión económica entre los principales países. Con todo, las conclusiones pocas veces han generado decisiones concretas. Las más famosas fueron los acuerdos del Plaza y Louvre, de 1985 y 1987, para llevar a un descenso al dólar, en el primer caso, y sujetarlo, el segundo. Tan complicado fue que generó secuelas: desde entonces algunos Gobiernos descartaron la posibilidad de intervenir en los mercados de divisas de forma sistemática. Las intervenciones podrían moderar una tendencia, aunque no romperla.

'Los mercados de divisas deben ser flexibles'; de esta forma se ha expresado en numerosas ocasiones el secretario del Tesoro de EE UU, John Snow. Para, inmediatamente, reafirmar su posición en defensa de un 'dólar fuerte'. 'Los mercados de divisas deben reducir la inestabilidad'; ésta es la posición de las autoridades europeas, en teoría más preocupadas por la velocidad de la subida del euro que por su nivel.

Aunque las posiciones no parecen muy coordinadas, con el primer ministro francés rechazando que el nivel actual del euro sea coherente con la realidad económica. 'Los mercados de divisas deben reflejar la situación relativa de las economías'; para reafirmarlo, el Gobierno japonés ha intervenido de forma continuada sujetando el dólar desde hace más de un año. La suma en este periodo puede ya superar los 200.000 millones de dólares.

Ante posiciones de partida tan diferentes, lo lógico es que el G-7 no se hubiera traducido en acuerdos concretos. Y sospecho que así ha sido. Entonces, ¿por qué han reaccionado los mercados de divisas con tanta calma? No se han producido acuerdos concretos, pero las conclusiones han sido tan amplias como para limitar la especulación a muy corto plazo sobre un nuevo descenso del dólar.

Las autoridades de EE UU han logrado que el comunicado repita la demanda de septiembre pasado de mayor flexibilidad en los mercados de divisas, aunque delimitada a los países con rigideces en sus tipos de cambio. Las europeas han logrado que se aluda a la necesidad de reducir la inestabilidad. El Gobierno japonés ha sido el principal impulsor de la petición de que las divisas reflejen los fundamentos económicos. ¿Sinónimo de coordinación de políticas? Esto está por ver.

Y es que el comunicado también refleja la necesidad de profundizar en el crecimiento, aplicando las medidas adecuadas para aumentar la productividad y flexibilidad (pendiente en la zona euro y Japón). También hay referencias a EE UU, para que favorezca la recuperación del ahorro para reducir los desequilibrios (público y exterior). Por último, se produce mayor disposición a continuar con la apertura del comercio mundial. Un buen número de buenas intenciones. Está por ver que se pongan realmente en funcionamiento.

Algunos Gobiernos asiáticos, especialmente China, han sido los grandes ausentes. En el comunicado se pide más flexibilidad en los sistemas de cambio de 'algunos países'. Trichet rechazó concretarlos considerando que 'ellos saben quiénes son'. Una indirecta a China y otros asiáticos que mantienen su monedas vinculadas al dólar. Dada la importancia de China en la economía y mercados mundiales, ¿no hubiera sido lógico incorporarla a la discusión? Las autoridades chinas rechazan de momento la posibilidad de apreciar el yuan, a pesar de su creciente superávit comercial frente a EE UU o la zona euro.

En definitiva, no tenemos claro si ha mejorado la coordinación internacional tras la reunión del G-7. Y, por la reacción del mercado de divisas, sospecho que a muchos inversores les sucede lo mismo. El objetivo para algunos Gobiernos era detener la caída del dólar. Y en principio, lo han logrado con una inesperada coordinación verbal. Pero esto no significa que la especulación contra el dólar haya finalizado. ¿Habrá intervención coordinada para detener una potencial caída adicional? Sospecho que no. Y sólo debemos esperar un tiempo para comprobarlo.

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