La recesión que nunca existió
El CEPR (Center for Economic Policy Research) ha creado un comité para fechar los ciclos económicos en Europa, siguiendo el ejemplo de un comité similar establecido en el NBER (National Bureau of Economic Research) hace 25 años, cuando Martín Feldstein presidía dicha institución. El trabajo de estos comités consiste en fechar los momentos en que se producen las 'cumbres' (peaks) y 'hoyos' (troughs) de la actividad económica y puesto que la recesión es el periodo que va de las 'cumbres' a los 'hoyos', así sabemos en qué momento y durante cuánto tiempo las economías están en recesión.
El comité del CEPR ha realizado dos averiguaciones interesantes. La primera y más sorprendente es que, a diferencia de lo sucedido en EE UU, no ha habido recesión en Europa en estos últimos años. La segunda observación es que, aunque las recesiones son más severas en EE UU que en Europa, las recuperaciones son también más intensas, con lo que el crecimiento acumulado es mayor en EE UU. El crecimiento europeo es menos volátil, pero menor que el norteamericano.
El primer hallazgo es que la recesión europea de la que venimos hablando tanto estos años nunca existió. El NBER ha fechado ya la recesión en EE UU: se inició en abril de 2001 y acabó en noviembre de ese mismo año. Ocho meses de recesión en EE UU. Pero el CEPR no ha encontrado recesión en Europa en los años que llevamos del nuevo siglo. En Europa no ha habido recesión desde aquella que sufrimos a principios de los noventa. A lo más que llega el CEPR es a advertir 'una pausa en el crecimiento', pero que no puede calificarse de recesión. No ha habido 'cumbres' ni, por supuesto, 'hoyos'.
El crecimiento español ha caído a la mitad -del 4% al 2%- cuando en Europa ha habido una pausa
Esto es interesante de advertir especialmente en España, donde la propaganda gubernamental nos ha estado comparando las dos recesiones europeas -la de 1992/1993 y la actual- vendiéndonos el milagro de que, a diferencia de los primeros noventa, España ha estado creciendo ahora al 2%, mientras Europa estaba en recesión. Pues bien, no es cierto, como confirma el CEPR, Europa no estaba en recesión. Lo único que podemos decir es que el crecimiento español ha caído a la mitad -del 4% al 2%-, cuando en Europa ha habido una pausa en el crecimiento, lo cual, por cierto, era bastante esperable y nada milagroso. Además, el CEPR muestra cómo, mientras en los noventa hubo en Europa una caída espectacular del empleo, en estos años no se ha destruido empleo.
El CEPR ha estudiado también el comportamiento cíclico de ambas zonas en un periodo largo de tiempo, concretamente desde los años setenta. Y lo que observa es que Europa tiene un comportamiento menos cíclico -cae menos y sube menos- que EE UU, que sufre recesiones más profundas y recuperaciones más intensas, aunque durante el ciclo actual Europa se ha comportado mejor en lo que se refiere al empleo que EE UU. El CEPR no da explicaciones de este fenómeno, pero es muy probable que las rigideces de los mercados europeos y la mayor extensión del Estado de bienestar expliquen tanto el menor crecimiento como la mayor suavidad de los ciclos europeos.
Y, si pensamos en lo sucedido en España, es muy posible que esa -tan denostada- intensidad de la crisis española de los primeros años de la década de los noventa no haya que verla como un fenómeno tan negativo. En efecto, esa mayor caída respecto a Europa, como nuestro mayor crecimiento desde 1994, serían las dos caras de una misma moneda y se explicarían, como en el caso norteamericano, por las reformas estructurales que dejaron a la economía española en una situación de mayor flexibilidad que la europea.