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Columna
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El euro, sin personalidad propia

La depreciación del dólar tiene en uno de sus reversos la apreciación del euro. Pero, como señaló el presidente del BCE en su última presentación de la política monetaria europea, los tipos de cambio deben reflejar los fundamentos económicos de la región a que se refieran. Claro que ese reflejo se produce a medio o largo plazo y que, mientras llega ese horizonte indefinido, puede ocurrir cualquier cosa.

Uno de los principios fielmente respetado por los presidentes de los bancos centrales es el mutismo sobre el tipo de cambio de la moneda del país. No suelen expresar ni conformidad ni disconformidad con el nivel existente, y, evidentemente, tampoco se reconoce practicar ninguna política cambiaria. Wim Duisenberg ha respetado esos principios y lo único que ha señalado es que la paridad euro-dólar está exactamente en los mismos niveles de 1999, cuando nació la moneda europea. Efectivamente, en enero de ese año el dólar cotizaba a 1,17 euros, comenzando el euro una carrera continua a la depreciación que alcanzó el mínimo en octubre de 2000, con una paridad dólar/euro de 0,83. Durante 2001 el euro experimentó grandes oscilaciones y a partir de comienzos de 2002 inició su recuperación.

Existen diversos factores que avalarían la fortaleza del euro, aunque otros la minan. Como factores positivos hay que señalar la estabilidad de precios o, incluso más allá, la consistencia de la política monetaria. La inflación media del área euro se sitúa en la actualidad en el 2%, y se espera que se desacelere hacia el 1,5% en 2004. Pero, además, es importante señalar que esta moderación se producirá en un entorno de recuperación, ya que las previsiones apuntan a que el PIB del área euro pueda pasar desde alrededor de 0,5% en 2003 hasta cerca del 1,8% en 2004.

Respecto a la política monetaria, después de recibir numerosas críticas por su fijación restrictiva, además de por su falta de transparencia, en la actualidad está recibiendo parabienes. La consistencia del BCE está contribuyendo a la estabilidad actual del área euro que puede dar lugar a un crecimiento futuro, como se dice, sano. Y la recuperación ya está aquí según los indicadores adelantados como el Eurocoin, del Centro para la Investigación de Política Económica (CEPR), con cuatro meses consecutivos de datos positivos. Contribuye también positivamente al euro la situación externa, ya que hoy el área euro muestra un superávit por cuenta corriente de alrededor del 0,4% del PIB, que se puede incluso ampliar levemente en 2004.

Pese a ello, al euro le falta personalidad propia. Esta carencia deriva de factores como la asincronía de las decisiones fiscales, los enfoques diversos y oscuros en la liberalización de sectores que redundarían en mejoras de la productividad y, por ende, de la competitividad de la zona y en la diversidad de mercados de valores y de criterios sobre sus vías de reforma. Las políticas económicas que definen el área euro no tienen una caracterización definida, y ello restará fuerza al euro, aunque el dólar tenga razones para depreciarse.

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