Malas noticias de Cancún
El fracaso de las negociaciones comerciales en la cumbre ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) celebrada en Cancún no es una buena noticia para nadie, por mucho que algunas organizaciones agrarias lo hayan celebrado como una victoria contra los recortes en los subsidios, o que algunos países en desarrollo consideren el enfrentamiento de la reunión como un éxito para los menos favorecidos.
El freno que la Cumbre de Cancún puede imprimir a los intercambios comerciales supone una seria amenaza para la economía global, que se encuentra en medio de una recuperación de dudosa consistencia y duración. La ronda de liberalización pactada en Doha, en noviembre de 2001, corre serios riesgos de prolongarse más allá del 1 de enero de 2005, cuando estaba prevista su conclusión. El calendario, además, no ayuda. En 2004 hay elecciones en EE UU y también para entonces la Comisión Europea renovará todos sus cargos, lo que paralizará las negociaciones varios meses. Con todo, lo más importante es que el fracaso imprime un serio daño al sistema multilateral de comercio y abre la vía a la proliferación de acuerdos bilaterales, donde la eficacia para la economía mundial y la equidad en la negociación quedan en entredicho. Por no hablar de los escandalosos subsidios agrarios de EE UU y la UE, uno de los principales escollos de los países subdesarrollados para salir de la miseria.