La incertidumbre paralizante
Entre los costes de la crisis actual se debería valorar su efecto paralizador sobre las decisiones económicas. Datos de diversa naturaleza lo corroboran. Es evidente el impresionante efecto sobre el derrumbamiento de las cotizaciones bursátiles, pero las encuestas sobre opiniones y clima económico también son indicativas de la negativa percepción de empresarios y consumidores. La incertidumbre política y económica ha afectado a los mercados de valores y a las decisiones de gasto. Quizá no se haya señalado lo suficiente que previamente a la agudización de la crisis, tanto las economías como los mercados empezaban a mostrar signos incipientes de recuperación de la depresión que los países occidentales han experimentado en 2001-2002. La situación actual ha frenado de golpe esa mejoría y, mientras es factible que cuando se aclare el nuevo orden internacional los mercados vuelvan a mostrar optimismo, no existe la misma certeza respecto a los planes de gasto empresarial.
El último informe trimestral sobre condiciones de los mercados realizado por el Banco Internacional de Pagos (marzo 2003) recogía la impresión de que a finales de 2002 existía un optimismo latente en los mercados, que empezaron a mostrar tendencias alcistas a pesar de la debilidad de los datos económicos. No obstante, desde diciembre, la situación ha sido la opuesta: ausencia de reacción ante cualquier noticia más o menos positiva.
El indicador sobre clima empresarial recogido por la Dirección General de Cuestiones Económicas y Financieras de la UE se ha deteriorado en enero y febrero, revirtiendo la mejoría lograda en la segunda parte de 2002. El parón económico ha paralizado los nuevos pedidos y se ha traducido en una acumulación de inventarios. Estos hechos, junto con la incertidumbre, son suficientes para anular el optimismo derivado de la pasada tendencia en la producción.
En el trasfondo, el optimismo moderado esperado para 2003 se apoyaba principalmente en las ventas internas y externas. Las perspectivas para la inversión eran menos positivas, aunque podrían mejorar condicionadas a la evolución de las ventas. Es el indicador de confianza del consumidor el que muestra un deterioro más acusado en enero y febrero. La parálisis en el gasto de las familias aleja el horizonte de recuperación de la inversión, ineludible motor de crecimiento. Las previsiones de resultados empresariales se corrigieron a la baja e incluso ha habido empresas que han evitado presentar escenarios de valoraciones de mercado ante la dificultad de anticipar las condiciones generales económicas.
Las relaciones teóricas entre inversión e incertidumbre son ambiguas. La incertidumbre influye sobre la decisión de invertir y sobre la magnitud de la inversión. Pero la relación entre incertidumbre e inversión es diferente según se trate de una inversión incremental o una inversión completa.
Pueden señalarse dos características del gasto de inversión: es irreversible y la empresa no puede desinvertir, son gastos a fondo perdido, y pueden diferirse las decisiones de comprometer recursos hasta que se obtenga nueva información sobre precios, costes y otras condiciones económicas. La inversión irreversible es especialmente sensible al riesgo, procedente del entorno de la empresa, de la industria o de las condiciones generales. Obviamente el principal condicionante proviene de la propia empresa o de la industria. La incertidumbre puede modificar el binomio rentabilidad-riesgo, pero dadas las holgadas condiciones financieras actuales lo que se produce es un retraso sine díe de las decisiones.
Hay teorías que señalan que, aunque la incertidumbre retrase las inversiones, éstas podrían tener una mayor intensidad cuando se lleven a cabo; de esa forma podría considerarse que existe un efecto positivo finalmente de la incertidumbre sobre la inversión. A pesar de esta argumentación, la evidencia empírica parece avalar más la hipótesis de una relación negativa entre incertidumbre e inversión.
En la situación actual se puede esperar que en el primer trimestre de 2003 la inversión privada vuelva a detraer puntos al crecimiento. Dado el efecto compuesto de las cifras, de no resolverse la incertidumbre de forma inmediata de manera que en el segundo trimestre el gasto en capital muestre una imagen positiva, se habrá perdido medio año de recuperación económica. Después puede retomarse la recuperación de la inversión, favorecida por las condiciones financieras holgadas, aunque la intensidad de la misma seguirá dependiendo de la rentabilidad esperada.