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Mercado energético

Valor y complicación de una opa

La opa de Gas Natural sobre Iberdrola tiene complicaciones que ponen a prueba el temple de quienes la han decidido asumiendo el riesgo de fracaso.

A la complejidad de cualquier operación de esta naturaleza, que incluye la reacción de la empresa destinataria de la oferta y las de otros interesados, se le añaden tres dificultades.

La primera es la diferencia de tamaño entre la empresa que toma la iniciativa de lanzar la oferta pública de adquisición de acciones y la destinataria, que es importante: en el momento de realizarse, la facturación de la primera apenas llega al 55% de la segunda y su capitalización bursátil al 53%, aunque sus beneficios se acercaban al 83% y el número de clientes al 90%.

La segunda es la ausencia de unanimidad en el consejo de administración de quien toma la iniciativa.

La tercera es el fracaso de intentos anteriores realizados por otros interesados.

En el entorno de atonía bursátil en que se ha producido aporta un elemento de dinamización. Muestra que hay valores con calidad suficiente como para justificar actuaciones singulares y empresas dispuestas a ir más allá de la mejora de su gestión cotidiana y de la simple expansión de su negocio básico.

A los accionistas les aporta ganancias (que aumentarán si hay nuevas ofertas y contraofertas) y al entorno empresarial un elemento de cambio y reflexión porque alteraría el statu quo en el sector energético. Si se culmina con éxito, la operación permitiría una empresa con presencia en la parte alta de los rankings mundiales y capacidad para una expansión exterior más sólida.

Para las autoridades económicas es un reto relevante, porque debe analizarse si la dimensión de la nueva empresa es susceptible de alterar las pautas de competencia existente.

La electricidad y el gas son fuentes energéticas con cierto grado de sustituibilidad y, además, el gas se puede transformar en electricidad (aunque no a la inversa), por lo que supone cierto grado de control de dos eslabones de la cadena productiva.

Gas Natural se ha anticipado con la propuesta de enajenación de activos productivos que garanticen que la cuota de mercado de la nueva empresa en cada segmento no superará la actual, con lo que, en principio, la configuración de la oferta se mantendría como hasta ahora, pero esto es sólo el inicio del análisis.

Uno de los aspectos que serán objeto de estudio y debate es si la capacidad de oferta se debe ver en cada mercado por separado (electricidad y gas) o en el mercado energético.

Si se opta por el segundo enfoque, el grado de concentración de oferta subiría, mientras que en el primero quedaría igual.

En cualquier caso ese debate tiene como trasfondo otros dos. Uno relativo a si la cuota de mercado se identifica con poder de mercado y otro si, alcanzado ese poder, se va a utilizar de forma abusiva.

La cuota de mercado solamente es un indicador cuantitativo, sin que necesariamente implique reducción de competencia.

Para empezar, debe decidirse si el mercado es el español o el europeo, que, a pesar de las actuales reticencias de algunos países, se abrirá.

Las decisiones empresariales se toman pensando en el futuro y lo mismo ocurre con la actuación preventiva de las autoridades económicas. Tras eso debe determinarse si la competencia puede ser más intensa con pocos competidores fuertes que con muchos pequeños que se limitan a seguir un líder.

Aquí la actuación de los organismos reguladores y del Tribunal de Defensa de la Competencia pueden enmarcar las acciones y penalizar los excesos, de forma que el poder no se convierta en abuso.

En la normativa europea la cuota de mercado no es directamente sinónimo de restricción de la competencia, de ahí que la suposición de que se hará un uso oportunista de la dimensión de la nueva empresa supone una presunción de culpabilidad previa a cualquier hecho que es difícil de sostener como cuestión de principio, máxime cuando hay competencia directa, cruzada y potencial, así como organismos supervisores.

A veces se cuestiona el crecimiento de las empresas asimilándolo a restricción de la competencia. Ni siquiera el premio Nobel de Economía Friedrich A. Hayek va tan lejos. Su aspiración es que haya posibilidad universal de competencia. Incluso en situación de monopolio, con sus palabras: 'No veo ningún inconveniente serio en que una empresa única tenga realmente en un artículo una posición de monopolio e incluso que realice durante un periodo largo beneficios de monopolio porque posea ventajas especiales de situación, talento del empresario o cosas análogas, en tanto que en todo momento pueda entrar libremente en competencia todo aquel que sea capaz de producir más barato aún. Mientras tal empresa conserve su predominio bajo la presión de una competencia potencial y suministre más barato que cualquier otra puede hacerlo, las funciones esenciales de la competencia no quedan fuera de juego'.

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