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Lealtad, 1

Japón, la Bolsa y otros mitos rotos

En los últimos 27 años, como proyección temporal que manejamos con mayor comodidad en términos puramente bursátiles, los mercados han experimentado transformaciones rabiosas en sus hábitos, costumbres y comportamientos.

Se han dado largos periodos de sequía. En el caso del mercado español duró más de 10 años por la crisis petrolera de principio de los setenta. Se han registrado alzas estratosféricas en cortos periodos de tiempos, por ejemplo, el que fue de 1984 a 1987 y luego el vivido a finales de los noventa. Se han vivido hundimientos súbitos como el crash de octubre de 1987 o el más largo con motivo de la especulación de Soros, entre otros, contra el Sistema Monetario Europeo (el crash actual que se inició en marzo de 2000 sigue, por lo que no conviene dar carpetazo antes de tiempo).

En toda la exposición siempre hubo un recurso del que todos abusamos para esconder las vergüenzas. El discurso repetido y acompañado por gráficos en color era que la inversión en Bolsa era históricamente la más rentable. Incluso más que la espectacular evolución del precio de los inmuebles o la no menos fulgurante carrera de los bonos.

¿Qué puede decirse hoy cuando la Bolsa de Japón se encuentra en niveles de marzo de 1983? ¿Qué generación debe tomar el relevo para hacer buena la tesis de que la inversión en Bolsa es la mejor a largo plazo? ¿O 20 años no son nada?

Hay más. Es muy frecuente amanecer sin un euro, o un dólar, en la cartera, sin capacidad de reacción. Son demasiado frecuentes las caídas del 50%, 80% y 95% en cuestión de segundos. Recordemos los casos emblemáticos de Enron; SwissAir; Ahold y la de ayer, sin ir más lejos, de Corus, la segunda mayor acería de Europa.

Las Bolsas, como juguetes rotos, se esconden ahora en el fondo del desván. Con ellas mueren, también, grandes mitos.

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