_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El laberinto de Babcock

El futuro de Babcock España se torna cada vez más oscuro. Después de dos décadas ligada al sector público, del que ha recibido más de 1.000 millones de euros en ayudas, en octubre de 2001 se cerró formalmente su privatización. El nuevo propietario pasó a ser el grupo alemán Babcock Borsig, considerado por aquel entonces uno de los gigantes del sector de bienes de equipo en Europa.

Lo que pareció ser la vía clara y definitiva para una empresa perseguida por las crisis, pronto se transformó en un nuevo callejón sin salida. Menos de un año después de la privatización, en julio de 2002, el gigante alemán se declaró en suspensión de pagos. Una medida de la que quedó excluida la filial española. Es más, todo indica que el grupo alemán tiró de su nueva filial para tratar de salvarse del naufragio. Al menos 20 millones fueron traspasados de la filial española a la matriz alemana en febrero de 2002, es decir, entre la privatización y la suspensión de pagos.

Las operaciones intergrupo son habituales y legales en las prácticas empresariales. Sin embargo, en este caso hay, al menos, una evidente inoportunidad, sobre todo cuando la venta de Babcock España estuvo precedida de un fortísimo plan de saneamiento efectuado, una vez más, con recursos públicos. El caso trasciende en una semana en la que la hasta ahora intachable reputación empresarial de los grandes grupos alemanes ha sufrido varios reveses. Los dos más sonoros, rescoldos del caso Mannesmann y del caso Kirch, han estallado en pleno rostro del gigante Deutsche Bank.

Al margen de avatares jurídicos y contables, en el caso de Babcock España está en juego la propia viabilidad de la empresa. Una vez declarada la suspensión de pagos del grupo alemán, la SEPI promovió un intento de elaborar un plan de salvación para la empresa española y desempolvó viejos contactos, entre ellos con el grupo asturiano Duro Felguera.

Las negociaciones, que en un principio fueron recibidas como un balón de oxígeno para el futuro del grupo español, no han llegado a buen fin. Ayer, Duro Felguera comunicó oficialmente a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) el final del diálogo, sin acuerdo. La razón fundamental de esta ruptura ha sido el fuerte ajuste laboral que proponía la dirección de Duro, consistente en eliminar 250 de los 650 puestos de trabajo de Babcock España. Una vez conocido el nuevo fracaso en el intento de salvar la empresa, UGT reclamó que la SEPI recupere la titularidad y el control de la empresa vasca y asuma su recuperación.

La privatización de Babcock España se ve, con la actual perspectiva, como fallida. La empresa está en un laberinto del que cada día se hace más complicado encontrar salida. Cualquier solución no pasa sólo por su viabilidad económica y por tener el respaldo de las centrales sindicales, sino que también ha de contar con el visto bueno de las autoridades judiciales alemanas que llevan la suspensión de pagos de Babcock Borsig.

Más información

Archivado En

_
_