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Renta variable

El petróleo sitúa a la Bolsa rusa en el punto de mira de los inversores internacionales

Mientras los ahorradores europeos y estadounidenses escudriñan sus carteras en busca de atisbos de rentabilidad, los inversores rusos cuentan sus ganancias en forma de dos y tres dígitos. Sibneft subió un 202%; Yukos, un 81%; Tatneft, el 49%, y Lukoil, sólo un 26%. La ganancias son aún más suculentas a dos años vista.

Sin embargo, las valoraciones siguen siendo terriblemente atractivas. El conjunto del mercado ruso cotiza con un PER de nueve veces y las empresas generan tanta caja que los ingresos anuales superan hasta en un 140% su capitalización bursátil.

Svetlana Voronova, analista de Clariden Bank, considera que el potencial del mercado ruso no está agotado. 'Las alzas bursátiles coinciden con los esfuerzos del entramado empresarial por mejorar su transparencia, algo que no pasa desapercibido entre los inversores internacionales', señala.

El entramado empresarial al que se refiere Voronova no es otro que la potente industria petrolera y gasista (el 70% de la capitalización de la Bolsa de Moscú). Rusia nunca ha sido un mercado fácil para los inversores y las empresas occidentales. La compleja burocracia, las barreras proteccionistas y los cambios bruscos en la legislación han escrito un amplio historial de desencuentro. No obstante, en el último año, algo parece haber cambiado. EE UU y Europa empiezan a mirar hacia Rusia como un lugar cada vez más seguro para invertir.

Las tensiones geopolíticas en Oriente Próximo han convertido a las petroleras rusas en un aliado potencialmente más seguro. Al mismo tiempo, las compañías empiezan a darse cuenta de que su asalto a los mercados internacionales pasa por abrir los propios y mejorar la transparencia. Los recientes acercamientos con Occidente ilustran las buenas intenciones de ambas partes. El año pasado BP se hizo con el 25% de Sidanco; Tyumen y Yukos vendieron crudo a EE UU; Shell bombeaba petróleo en el mar de Ojostsk y Nosrkhydro y Totalfina iniciaron negocios en Siberia.

'Las petroleras occidentales se han dado cuenta de que conviene diversificar sus inversiones extranjeras ante los problemas de Oriente Próximo y quieran a las empresas rusas como aliadas. Muchos contactos están en un nivel inicial pero las leyes son cada vez más favorables para el capital extranjero y el dinero de Occidente fluye más rápido', apunta Svetlana Voronova.

Al tiempo que Rusia y Occidente unen lazos empresariales, la Bolsa de Moscú bulle en ganancias y rebosa oportunidades. Yukos, hoy la mayor petrolera rusa por capitalización bursátil, cotiza a seis veces beneficios de 2003; Sibneft, la cuarta y más pujante, tiene un PER de siete veces. Exxon y BP, por ejemplo, cotizan con un PER de 25 y 13 veces, respectivamente.

Algunos expertos opinan que las irrisorias valoraciones de la petroleras rusas son fruto de la etiqueta de mercado emergente. Sin embargo, otros señalan que ni eso justifica precios tan bajos. 'Están baratas en relación con empresas de otras economías emergentes y cotizan con un sensible descuento frente a las grandes petroleras', señala Vadim Mitroshin, analista de Credit Suisse First Boston en un informe.

Svetlana Voronova subraya también la capacidad que tienen las petroleras rusas de generar ingresos. 'La ratio de flujo de caja-capitalización de Sibneft es del 140%, maneja tanto efectivo como un banco.'

Otro aspecto destacado por Voronova es que en Rusia empieza a aflorar el dinero guardado bajo la almohada. 'La desconfianza hacia el sector financiero es menor y los ahorradores buscan en la Bolsa nuevas alternativas, lo que ha favorecido los volúmenes de negocio y ha hecho descender los altos diferenciales de precios'. En efecto, la volatilidad de la Bolsa moscovita frente al MSCI World ha pasado del 14% en 1998 al 4% en 2002. El Dax presenta frente al mismo índice una volatilidad del 2%.

Un mercado poco transparente y muy proteccionista

La transparencia, el tráfico de influencias y el proteccionismo. æpermil;sos son los tres puntos negros del mercado ruso y, por lo tanto, de sus principales compañías petroleras. Los esfuerzos por mejorar empiezan a ser visibles, aunque falta camino por recorrer. Sólo dos compañías, Lukoil y Yukos, presentan las cuentas bajo las normas estadounidenses, un estándar que debe cumplir cualquier empresa que desee figurar en la cartera de los grandes inversores internacionales. Los analistas señalan que las petroleras están haciendo grandes esfuerzos en mejorar su transparencia y realizar una gestión digna de cualquier compañía occidental, lo que choca con el muro burócrata, pero también con la multitud de inversiones paralelas de las grandes corporaciones. Una de las mayores preocupaciones entre los inversores extranjeros es que las grandes petroleras rusas, antiguos monopolios ahora en manos de oligarcas, controlan de forma indirecta los intermediarios bursátiles y la banca, lo que convierte a la Bolsa de Moscú en un mercado extremadamente manipulado. Otras críticas son las que tienen que ver con la actitud proteccionista y corporativista del sector petrolero. Las compañías occidentales se quejan de las presión que ejercen las petroleras rusas sobre el Gobierno para abrir el mercado al capital extranjero. Las empresas rusas reconocen que todo esto debe cambiar, aunque al mismo tiempo se ven con fuerzas de tomar ellas el control de las inversiones. Los magnates Mijail Jodorovski y Roman Abramovich, amos del accionariado de Yukos y Sibneft -las dos petroleras más dinámicas-, se han mostrado abiertos a compartir proyectos con multinacionales extranjeras. Pero al mismo tiempo son conscientes de que sus empresas valen más de lo que hoy dicta el mercado y no quieren que las compañías estadounidenses y europeas asalten Rusia pagando duros a cuatro pesetas.

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