Que 20 años no es nada
El pasado mes de agosto las Bolsas de todo el mundo experimentaron un alivio que los primeros días de septiembre se han ocupado de mostrar como transitorio. Los fondos de inversión de renta variable pudieron así obtener resultados positivos (si se exceptúa Japón) con recuperaciones importantes en el caso de los que invierten en Brasil, 15% en promedio.
También la renovación de la perspectiva de un ataque a Irak por parte de los Estados Unidos ha incrementado la incertidumbre y el atractivo de la inversión en oro, por lo que la categoría Lipper Global de fondos de renta variable del sector metales preciosos ha experimentado en agosto una clara recuperación de su rentabilidad, 8,22%, reflejando una parte de la revalorización mensual del 14% en el índice FTGM que sigue la evolución en Bolsa de las empresas con explotaciones auríferas.
En plenas vacaciones, nadie ha dedicado un minuto de su tiempo a recordar que en estas fechas se cumplen 20 años de la eclosión de la primera gran crisis de la deuda de los países en desarrollo, que alcanzó su expresión más virulenta en Latinoamérica y puso en peligro la estabilidad del sistema bancario norteamericano: México anunció que suspendía los pagos de su deuda exterior y desmentía así la teoría del entonces presidente de Citicorp, Walter Wriston, que sostenía que 'los países no van a la quiebra'. Brasil, Argentina y otros hicieron lo mismo que México acto seguido.
Ahora se cumplen 20 años de la eclosión de la primera gran crisis de la deuda de los países en desarrollo, que alcanzó su máxima expresión en Latinoamérica
Agosto de 1982 merece ser recordado por muchas más cosas. En ese mes, la Reserva Federal de Estados Unidos iniciaba una política de drásticas reducciones en los tipos de interés para intentar sacar a la economía norteamericana de la recesión en la que estaba inmersa.
Una recesión que estaba siendo doble; es decir, un double dip, como el que se teme que pueda estar produciéndose ahora mismo. Entonces, la doble recesión se había extendido a lo largo del primer semestre de 1980 y, tras un paréntesis de crecimiento de un año, entre mediados de 1981 y finales de 1982. La política de bajada de tipos de interés corregía así la drástica subida que habían experimentado en el año y medio anterior y que había provocado el que en Estados Unidos el PIB fuese a finales de 1982 inferior a la cifra que había alcanzado en el verano del año 1979.
Salía también el mundo entonces de una fortísima elevación de los precios del petróleo, de 14 dólares a 35 dólares el barril. Era la segunda subida drástica de los precios de la energía en un plazo de pocos años, provocada en este caso por la revolución iraní y por la guerra entre Irán e Irak (la primera, coincidiendo con la guerra del Yom Kipur, había multiplicado por cuatro los precios, de 3 a 12 dólares el barril). Para 1982, esa tensión en los precios estaba ya comenzando a aflojar.
Con la perspectiva de un ataque norteamericano a Irak, ¿hasta que nivel subirán los precios del petróleo? En 1973 el boicot de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a los países que apoyaban a Israel redujo la producción puesta en mercado un 7%. Algo parecido ocurrió con el conflicto Irán-Irak. Sin embargo, eso no sucedió en 1990 y 1991, durante la crisis del Golfo, lo que permitió que la elevación de los precios del barril de petróleo fuera de muy corta duración. Pero en 1990 Arabia Saudí era aliada de los Estados Unidos, lo que no está claro que vaya a suceder en esta ocasión.