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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pronóstico reservado

El horizonte económico sigue lleno de nubarrones a ambos lados del Atlántico y ello está obligando a los bancos centrales a mantenerse parapetados en su posición de 'esperar y ver' si escampa. Tanto el Banco Central Europeo (BCE) como el Banco de Inglaterra optaron ayer por mantener sus tipos de interés oficiales, que están en el 3,25% y el 4%, respectivamente. La situación parece tan obvia que Duisenberg y el resto de los miembros del consejo del BCE ni siquiera se dieron cita en Francfort, sino que celebraron su reunión por teleconferencia. Y es que los indicadores siguen siendo demasiado pobres como para atreverse a subir tipos para prevenir supuestas presiones inflacionistas.

Los datos de julio indican que la actividad industrial crece a un ritmo lánguido en la zona euro, se contrae en Reino Unido y cae en EE UU al nivel más bajo desde enero. La locomotora estadounidense, en la que tenían depositadas enormes esperanzas los Gobiernos europeos, no parece estar en condiciones de tirar del tren de la economía mundial. La situación no está mejor en Alemania, país que representa más de un 30% del PIB de la zona euro. El instituto IFO rebajó ayer las previsiones de crecimiento para 2002 y 2003, y avisó que el número de parados no bajará de los cuatro millones hasta el año próximo como mínimo. Malas noticias para el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder, quien pretende renovar mandato en las elecciones de septiembre.

El nuevo Gobierno francés tampoco tiene motivos para echar las campanas al vuelo. El fuerte aumento de la tasa de paro (que está al 9%, el nivel más alto desde octubre de 2000) y la turbulencia de los mercados han hecho que la confianza de los consumidores franceses caiga en julio al nivel más bajo en tres meses.

La autoridad monetaria europea volverá a revisar el panorama económico en septiembre y cada vez hay más dudas sobre qué decisión tomará. Los analistas, que hace unos meses hacían quinielas sobre cuándo volverían a subir los tipos de interés, empiezan a especular ahora con un nuevo abaratamiento del crédito. La sacudida de las Bolsas impulsada por la avalancha de escándalos financieros amenaza con minar la confianza de consumidores y empresas, dañando tanto el consumo como las inversiones, y con ello la generación de empleo. Y los aires que llegan del otro lado del Atlántico cada vez están más enrarecidos.

La gravedad de la crisis argentina, su extensión a Uruguay y las crecientes dudas sobre Brasil tienen la suficiente entidad como para que el secretario del Tesoro de EE UU, Paul O'Neill, haya decidido visitar la región en persona la semana próxima. Sólo en Brasil, los bancos estadounidenses tienen expuestos 32.000 millones de dólares en créditos. La exposición de la zona euro es incluso superior: 40.000 millones de dólares. Y España está en cabeza, con más de la mitad de la cifra combinada. Datos que invitan a la cautela.

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