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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cuentas divergentes

Las grandes pérdidas que Telefónica ha notificado al organismo supervisor de los mercados estadounidenses, la SEC, al reformular sus cuentas de acuerdo con los principios contables estadounidenses -los ya famosos US GAAP-, ponen de manifiesto la enorme divergencia que se produce al usar diferentes criterios con el mismo fin de reflejar la imagen fiel de una empresa. Lo que eran beneficios de 2.106,81 millones de euros quedan transformados en pérdidas de 7.182,27 millones al aplicar a la compañía española el mismo rasero con que se mide a las estadounidenses. Las principales diferencias surgen de reconocer la pérdida de valor de activos intangibles que Telefónica tenía consignados en su balance, pero también del hecho de que la contabilidad española permite amortizar -como si de inversiones se tratase- costes de lanzamiento que en Estados Unidos se consideran gastos del ejercicio.

La propia compañía es partidaria de unos principios contables más homogéneos que impidan que la desconfianza se apodere de los inversores al comprobar cómo las cifras de una y otra contabilidad no cuadran. Aunque se trate de uno de los más llamativos, el de Telefónica no es, en absoluto, un caso aislado. Muchas otras empresas se ven afectadas por la disparidad de criterios contables, principalmente entre Europa y EE UU. El agujero que separa unas cuentas de otras se ha hecho mucho mayor desde que el consejo regulador de estándares contables estadounidense, FASB, endureció la normativa sobre fondo de comercio para prohibir el método de la puesta en común (pooling of interests) con el que tantos desmanes se estaban cometiendo en fusiones tecnológicas en las que se conseguía que no aflorase fondo de comercio alguno. El nuevo método, que exime de amortizaciones periódicas a cambio de revisar anualmente el valor del fondo de comercio, es como una permanente espada de Damocles y las muescas en su empuñadura dan cuenta ya de numerosas víctimas.

La disparidad de criterios confunde a los inversores y deja fuera de lugar comparaciones reduccionistas en torno a los ratios a que cotizan las diferentes Bolsas. Con criterios de EE UU, el PER (relación entre precio y beneficio) de la Bolsa española no sólo no es más bajo que el de la estadounidense, sino que directamente es negativo, pues la suma de resultados de las empresas del Ibex con tales criterios daría números rojos.

Las bizantinas discusiones en la elaboración del Libro Blanco para la reforma de la contabilidad ponen de manifiesto que criterios muy diferentes son honestamente defendibles, pero es muy difícil para el mercado aceptar que beneficios en un lado del Atlántico y pérdidas en el otro reflejan simultáneamente, para una misma realidad, la imagen fiel de la situación de una empresa. Lo importante es que los criterios elegidos sean comúnmente aplicados y aceptados por todos para que no se dé la paradoja de que algunas prácticas prohibidas en Estados Unidos sean casi una obligación en Europa, y viceversa.

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