_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mercado de trabajo y movilidad

Manuel Pimentel destaca la importancia de la Ley Básica de Empleo que se prepara en España. El autor manifiesta la necesidad de que se alcancen acuerdos entre las distintas partes implicadas en el mercado laboral

El funcionamiento del mercado de trabajo es todavía pobremente conocido e insuficientemente gestionado en nuestro país y, en general, en toda Europa.

¿Qué significa el término gestión de empleo referido al mercado de trabajo? Podemos considerar dos prioridades dentro de la gestión del empleo. Por una parte, mejorar la empleabilidad de las personas, y, por otra, optimizar los procesos de intermediación laboral. Para ello tendrían que aunarse esfuerzos públicos y privados.

Es necesario conocer las características de la población (formación, domicilio, capacitación, etcétera), la naturaleza de los empleos ofertados por las empresas y conjugar sabiamente las políticas activas y pasivas de empleo, así como intentar casar las ofertas y demandas de empleo, lo que viene denominándose intermediación laboral, prácticamente inexistente tanto en el ámbito europeo como español. Otras políticas, como la de vivienda o transporte, son complementarias y tienen gran incidencia en el funcionamiento del mercado de trabajo.

En estos momentos se están debatiendo los borradores de la nueva Ley Básica de Empleo, norma necesaria y muy importante para nuestro país. Les deseo la mayor fortuna y acierto a las personas que están trabajando en ella; esperemos que en este caso se puedan alcanzar acuerdos. La propia naturaleza de la ley, así como el conjunto de Administraciones que afecta, lo aconseja. En esta nueva ley se debe ambicionar un marco efectivo que permita la intermediación laboral en toda España, al mismo tiempo que nos preparamos para la necesaria intermediación europea, en cumplimiento de los principios del mercado único y de la libre circulación de trabajadores.

Se nos podría preguntar ¿por qué no se incluye el derecho de trabajo y la norma laboral en el concepto de gestión del empleo? Es evidente que el conjunto de leyes laborales tiene una enorme trascendencia para el funcionamiento del mercado de trabajo. Pero creemos que el concepto de la gestión del empleo es algo novedoso para la tradición laboral.

El derecho de trabajo se viene construyendo desde hace más de dos siglos, contemplando la relación entre el trabajador, la empresa y la Administración y estableciendo una serie de cautelas e instituciones de protección y prevención, pero sin ambicionar la gestión el mercado de trabajo.

Tampoco éste es el objetivo de la gestión de recursos humanos, tan en boga afortunadamente en los últimos años. Por eso, la nueva Ley Básica de Empleo debe ser la que contemple estas nuevas prioridades, que no encontrarán otro marco normativo más adecuado para expresarse y regularse.

Existe la opinión generalizada de que en España no se mueve nadie de su ciudad o pueblo para buscar un empleo. Nos quejamos de nuestra crónica falta de movilidad geográfica, y nos flagelamos públicamente al compararnos con las tasas de movilidad de otros países, especialmente con la de EE UU.

Es cierto que nuestra movilidad geográfica media no es alta en la actualidad. Según la última EPA, tan sólo un 22,6% de los parados aceptaría un empleo que implicara cambio de residencia. Pero este simple dato no es suficiente para afirmar que en España no se mueve nadie. Nuestro país aún tiene dos millones de emigrantes que viven fuera de nuestras fronteras, en Cataluña residen un millón de andaluces, y amplias zonas de la España interior se están despoblando por la masiva emigración de su población hacia las grandes ciudades y la costa mediterránea. La gente se mueve, y la realidad no es tan simple como parece.

Siempre que hablemos de cifras que afectan a personas, debemos considerar las circunstancias familiares y personales de cada desempleado. Por ejemplo, si una persona casada queda en desempleo, mientras que su cónyuge trabaja, será muy difícil que acepte un empleo en otro lugar con un bajo salario.

Hace un par de años, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales encargó al Consejo Económico y Social (CES) la redacción de un informe sobre la movilidad geográfica en España, que fue redactado por expertos y agentes sociales. Es un importante documento para comprender tantos los aspectos cuantitativos como cualitativos de la movilidad en nuestro país. Entre otras causas, destaca la falta de intermediación laboral, la carestía de la vivienda y el transporte, la inadecuación entre la formación ofrecida y demandada y la desigual distribución geográfica y de género de los desempleados como dificultades para la movilidad.

La movilidad es directamente proporcional al diferencial de renta y salario que se puede aspirar entre el lugar de residencia habitual y el lugar donde se ofrece el empleo. Por eso es fácil que los jóvenes licenciados se muevan de ciudad si obtienen un puesto bien remunerado en una gran empresa que le cree expectativas. Sin embargo, es muy difícil obtener movilidad para los puestos menos cualificados y de menor salario; el simple coste de la vivienda consume gran parte de su salario.

La brusca caída de la natalidad condicionará determinantemente nuestro mercado laboral del mañana. Tendremos que incorporar la gestión de flujos migratorios para satisfacer nuestras demandas laborales. También a ello debe referirse la nueva ley, con realismo, seriedad y anticipación.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_