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Argentina

Duhalde amenaza al Congreso con la reapertura del sistema financiero

El presidente del Banco de la Nación Argentina, Enrique Olivera, anunció que se retira del cargo por 'razones personales'. Pero su rechazo al Plan Bono no deja lugar a dudas de que su dimisión se produce por diferencias con el Gobierno. 'Las medidas aisladas en este momento no van a llevar a la salida de la crisis', dijo.

El ex ministro del Gobierno de Fernando de la Rúa y miembro de la Unión Cívica Radical (UCR) que apoya a Duhalde también criticó el cierre de bancos como una presión inadmisible sobre el Congreso y criticó el proyecto de ley oficial.

Mientras continúan las huelgas en diversas provincias por la falta de pago de los salarios de los funcionarios, en la capital argentina comenzaban, ayer por la tarde, las movilizaciones de ahorradores hacia la sede del Congreso para exigir que el proyecto no sea aprobado. La dura oposición de los afectados es notoria.

Si el proyecto se transforma en ley, más de 45.000 millones de dólares (unos 52.000 millones de euros) en imposiciones a plazo fijo, además de unos 18.000 millones de pesos (unos 6.600 millones de euros), se convertirán en bonos públicos a 10 y cinco años, respectivamente. En el caso de las cuentas corrientes y de ahorro, sus titulares sólo podrán seguir retirando un máximo de 1.200 pesos (unos 450 euros) mensuales. En el caso de que quieran retirar la totalidad de su cuenta, podrán hacerlo sólo en bonos en pesos.

Salvar a los bancos

El cierre de los bancos por tiempo indefinido decidido el viernes por el Gobierno y el envío de la ley al Congreso fueron el resultado de la fortísima presión ejercida por las entidades financieras tras la fuerte salida de fondos en las últimas semanas, a pesar del corralito. Esta decisión ha motivado, también el cierre indefinido de la Bolsa de Buenos Aires.

El Plan Bono no es más que una copia, aumentada y corregida, del Plan Bonex de enero de 1990. En ese momento, el presidente Carlos Menem y el entonces vicepresidente Eduardo Duhalde hicieron aprobar por las Cámaras el canje forzoso de 3.000 millones de dólares en depósitos por Bonos Externos (Bonex), dólares, a un plazo de 10 años. La diferencia entre aquella iniciativa, que salvó a los bancos de la quiebra, y la actual es que ahora el Estado argentino ha suspendido pagos y nadie confía en que honrará su deuda en el largo plazo. Para los bancos, esto significa limpiar sus libros de pasivos (depósitos). A cambio, le entregarán al Gobierno los títulos públicos de sus carteras, recibidos el año pasado por el megacanje de deuda realizado por el ex ministro Domingo Cavallo.

Pero, en los hechos, se trata de un virtual nacionalización de los depósitos. El Estado acumula más deuda para evitar una quiebra del sistema financiero. Los títulos públicos hoy en poder de los bancos cotizan entre el 20% y el 25% de su valor nominal, pero el Estado se los contabilizará a la banca como si los estuviera recibiendo al 100% de su valor de emisión. De esta manera, los bancos se desprenden de los desvalorizados títulos de la deuda argentina y mejoran sus balances. Al mismo tiempo, finaliza la salida de liquidez propia de los bancos debido a los recursos de amparos de los depositantes.

Así, los ahorradores que hicieron imposiciones en bancos privados pasarán a ser acreedores del Estado argentino a largo plazo. Se calcula que aquellos que reciban los bonos y los quieran convertir en dólares o pesos recibirán entre el 20% y el 30% del valor nominal de esos papeles. Para evitar una depreciación tan fuerte de sus ahorros, deberán esperar el plazo de vencimiento de los nuevos títulos.

De esta forma, una gran parte de la deuda pública argentina ya no estará en manos de agentes financieros, sino de ciudadanos que nunca pensaron que al depositar su dinero en el Citibank o el BankBoston terminarían siendo acreedores de su propio Gobierno. No por casualidad, el viernes pasado las acciones de los bancos dieron un fuerte brinco, con subidas de hasta el 33%.

A corto plazo, las entidades preparan un fuerte ajuste que implicará miles de despidos, en función de la reducción de sus negocios en el país, acorde con la caída del sistema y de la economía.

Pero los temores de los parlamentarios podrían complicar el plan oficial. Los rumores de desavenencias en la coalición oficial han crecido en los últimos días. Incluso comienzan a plantearse posibilidades de un viraje de Duhalde hacia una salida nacionalista, que incluiría la vuelta al Estado de empresas privatizadas. Mientras, el Gobierno sigue su negociación sin resultados con el Fondo Monetario Internacional.

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