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Jospin se despide de la vida política

Primer ministro desde 1997, el que se presentó ante el electorado como "el candidato del progreso y la justicia social", ha culpado también "a la demagogia de la derecha y a la dispersión de la izquierda" de los resultados de una primera vuelta, que deja a su izquierda plural hecha trizas de cara a las Legislativas de junio.

Las promesas electorales de Jospin de seguir desde el Elíseo la lucha contra el paro emprendida como primer ministro, aliviar la fiscalidad para las capas modestas, garantizar el futuro de las pensiones y combatir la inseguridad, cayeron en saco roto. Y no caló su eslogan "presidir de otro modo", con el que buscaba remarcar sus diferencias con Chirac, quien lamenta no tenerle enfrente para la segunda vuelta, a pesar de una cohabitación de cinco años cada vez más incómoda.

Era la segunda vez que Jospin intentaba la conquista del Elíseo. En 1995, perdió contra Chirac después de haber quedado en cabeza en la primera vuelta con un 23,3%, cuando ayer cosechó un mero 16%. Su estrepitosa derrota del domingo -es tan sólo la segunda vez que la izquierda no supera la primera criba presidencial en la V República-, significa el fin de la larga carrera del que fue diputado, ministro, dos veces líder del Partido Socialista y que reivindicó un "derecho de inventario" del "Mitterrandismo."

Un fracaso "cruel e injusto", según sus asesores, para quien dirigió con maestría su variopinta "mayoría plural" (socialistas, comunistas, Verdes, Movimiento de los Ciudadanos y Radicales de Izquierdas) y logró plasmar en leyes muchos de sus compromisos.

Será recordado por importantes reformas económico-sociales: la reducción del tiempo laboral a 35 horas semanales y los empleos jóvenes que, conjugados con un boom económico, ayudaron a reducir considerablemente el paro; la cobertura médica universal para los pobres o la asignación de autonomía para los ancianos dependientes.

El antiguo trotskista clandestino ha hecho más privatizaciones que todos sus predecesores de derechas. El euroescéptico que en el referéndum sobre la moneda única pedía "el no al no" se enorgullece hoy del éxito del paso al euro y se declara "profundamente europeo". Su balance en "medias tintas" incluye la incompleta reforma del cúmulo de mandatos y la Justicia, los reveses en la lucha contra los despidos económicos o a favor de la autonomía limitada en Córcega.

Entre sus fallos destacan el aumento de la inseguridad, que ha contribuido a su derrota y al éxito de la ultraderecha; su falta de iniciativa respecto a las pensiones; y la falta de reforma del Estado. Jospin, con dos hijos de un primer matrimonio y que pronto será abuelo, nació en una familia protestante a las afueras de París, en un ambiente marcado por la fuerte personalidad de sus progenitores.

Estudió Ciencias Políticas y, tras pasar por la Escuela Nacional de Administración, entró en el Ministerio de Exteriores, que le cedió a una universidad parisiense como profesor de Economía. Era también, en secreto, trotskista, como admitió en 2001 tras negarlo durante años. Con la bendición de la Organización Comunista Internacional, ingresó en 1972 en el Partido Socialista (PS), donde fue ascendiendo hasta la cúpula de la mano de Francois Mitterrand.

Cuando éste llega al Elíseo en 1981, Jospin es elegido líder del PS, cargo que deja en 1988 al ser designado ministro de Educación. En 1995, dos años después de la estrepitosa derrota socialista en las Legislativas, es candidato de su partido al Elíseo, y pierde frente a Chirac con un 47,3% en la segunda vuelta.

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