El petróleo acude en ayuda del Gobierno de Chávez
Los países productores y exportadores de petróleo están asistiendo esperanzados a la sostenida recuperación que viene mostrando el precio del petróleo desde comienzos de año. En un contexto de fuerte revisión al alza de las perspectivas de demanda, la prórroga hasta junio de los recortes acordados a comienzos de año por la OPEP y países productores no miembros de cartel ha llevado al precio del crudo a niveles máximos de los últimos seis meses.
La elevada dependencia de Venezuela del petróleo, cuya explotación representa en torno a las tres cuartas partes del total de sus exportaciones y la mitad de los ingresos del sector público, convierte a esta economía en la principal beneficiada en el continente latinoamericano.
Difícilmente la recuperación del precio del petróleo podría producirse en un momento más oportuno. Tras la devaluación del bolívar venezolano el pasado 12 de febrero, los esfuerzos de las autoridades económicas se han concentrado en mantener bajo control las presiones inflacionistas y estabilizar la cotización de la divisa.
Pese a que la política económica puesta en marcha por el Gobierno hasta la fecha está cumpliendo con ambos objetivos, incluso hemos asistido a una apreciación del bolívar, lo cierto es que la popularidad de Hugo Chávez se encuentra bajo mínimos, con un 65% de la población a favor de que abandone la presidencia, dificultando la implementación del ajuste fiscal necesario y aumentando la inestabilidad política del país.
Bajo este escenario, los niveles actuales del precio del crudo otorgan un respiro al Gobierno, al permitir suavizar las medidas de ajuste fiscal necesarias. æpermil;stas incluyen un recorte del gasto público en torno al 1% del PIB y la puesta en marcha de dos nuevos impuestos cuya recaudación conjunta podría rondar el 1,7% del PIB.
Se estima que por cada dólar que se supere el nivel de 16 dólares presupuestado para el precio de la cesta venezolana (en la actualidad cotiza a 20,30 dólares) el sector público obtendría unos ingresos adicionales del 0,6% del PIB.
Como resultado, el mantenimiento de los actuales niveles del precio del petróleo permitiría reducir las necesidades de financiación del Estado en 2002 desde el 6% hasta el 3,8% del PIB.
El peso argentino vuelve a situarse en mínimos frente al dólar
El peso argentino ha alcanzado nuevos mínimos al cotizar a 2,60 unidades por dólar. Este movimiento se produce pese a la obligación impuesta a los bancos de reducir sus tenencias en dólares y de la intervención del Banco Central. El nerviosismo se ha adueñado del mercado cambiario argentino tras la partida del FMI sin ningún avance respecto a la ayuda financiera. Esto ha generado que los agentes económicos se desprendan de sus excesos de saldos en pesos comprando dólares, temerosos de una espiral inflacionista.
Mejores perspectivas de crecimiento
Junto con las revisiones al alza del crecimiento de EE UU, se han empezado a corregir al alza las expectativas de crecimiento de gran parte de las economías latinoamericanas. Si bien estas revisiones son más moderadas que en el caso estadounidense, no dejan de ser significativas en un contexto altamente volátil para la región.
Argentina, Colombia y Venezuela presentan realidades puntuales que han generado rebajas en las perspectivas de esas economías en contraste con el resto de países. Brasil y México, las dos principales economías del área, se perfilan como los motores del crecimiento. En el primer caso, la estabilidad del real permitirá una moderada inflación y, con ello, una política monetaria más expansiva que favorecerá la reactivación del consumo. En el caso de México, el motor pasa por el mayor dinamismo de la demanda externa.
Una clara muestra de las mejores expectativas para las economías latinoamericanas es la reducción de las primas de riesgo exigidas a estas naciones hasta niveles mínimos desde 2000 o, incluso, hasta mínimos históricos, como México. Sólo los países aquejados por episodios puntuales, como el default en Argentina, el colapso cambiario y fiscal en Venezuela o el recrudecimiento del conflicto armado en Colombia han impedido reducir sus niveles de riesgo a las referencias de 2000. La disparidad de las realidades en Latinoamérica permite sacar dos conclusiones importantes. Por un lado, la creciente diferenciación entre países que realizan los inversores y, por otro, el riesgo latente que existe, ahora a nivel individual, en la región.