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Contante & sonante

Popular mantuvo negociaciones muy avanzadas con Unicaja para su fusión

Los últimos bancos en pujar en noviembre por la entidad fueron BBVA y Santander Saracho quiere cambiar a todo el consejo del banco

Emilio Saracho, presidente de Banco Popular.
Emilio Saracho, presidente de Banco Popular.Pablo Monge

La alternativa a una fusión para afianzar el futuro de Banco Popular fue una de las últimas bazas que manejaba el anterior equipo de la entidad, encabezado por Ángel Ron. Ahora este proyecto va ganando adeptos no solo en el mercado, sino también entre los accionistas y la cúpula de la institución. Aunque como señaló el jueves el nuevo consejero delegado de Popular, Ignacio Sánchez-Asiaín, serán las exigencias regulatorias las que marquen cuál será el futuro de la entidad: una venta o fusión, o una ampliación de capital para mantener su independencia.

Cualquier alternativa es posible, si nos atenemos a las declaraciones tanto de su presidente, Emilio Saracho, como de su nuevo consejero delegado. De hecho, el ideal de Saracho es contar con un banco con prácticamente todos los consejeros independientes, lo que supone la renovación de todo el consejo desde que él tomó posesión de su cargo el pasado 20 de febrero. La previsible ampliación de capital o emisión de bonos convertibles será suscrita por accionistas institucionales, lo que supondrá la dilución de los actuales accionistas y, por lo tanto, puede suponer una excusa para sustituir a los actuales consejeros dominicales, aunque algunos pueden ser completamente reacios a estos cambios.

Pero mientras que Saracho sigue buscando fondos que inviertan en Popular (y hay quien dice que ya tiene compromisos para cubrir la previsible ampliación de capital que llevará a cabo el banco en el último trimestre del año) en los últimos 24 meses puede que Popular sea el banco que más ha hablado de fusión dentro del panorama bancario español.

Pocas han sido las entidades que no han mantenido alguna conversación con Ángel Ron sobre una posible operación corporativa. Su traumática salida de la entidad puede que haya servido, de hecho, para mantener la independencia de Popular por lo menos unos meses más.

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Curiosamente, fue el proyecto de fusión entre Popular y Unicaja el que llegó más lejos de todos los que ha analizado el banco madrileño, y no son pocos. Los números, según fuentes financieras, salían. “Popular y Unicaja avanzaron mucho en su proyecto de fusión”, explica un directivo de un banco de inversión. Incluso el Banco de España y el Banco Central Europeo (BCE) eran conocedores del propósito de Popular de estudiar una fusión con Ibercaja, Liberbank o Unicaja, aunque era esta última con la que la unión era más ventajosa, explican otras fuentes conocedoras de las conversaciones mantenidas.

Ambas entidades habían hecho sus números y la ecuación parecía que salida. Las ayudas públicas recibidas por Unicaja por la compra de CajaDuero-CajaEspaña eran un aliciente más para esta operación, ya que permitía mejorar las provisiones de Popular por la indigestión que sufre por el ladrillo, además, la firma malagueña lograba entrar en un banco cotizado.

Las negociaciones, con Braulio Medel al frente de Unicaja, duraron varios meses, aunque al final la operación de vio frustrada ante la necesidad de Popular de ampliar capital en mayo del pasado año, lo que hizo en 2.500 millones de euros. Esta inyección de capital la realizó justo en pleno anuncio del brexit, todo un riesgo. Popular tuvo, además, que aprobar un plan de ajustes y venta de activos, y los rumores de una posible salida de Ron ante sus malas relaciones con uno de los principales accionistas del banco, la familia mexicana Antonio del Valle, dieron definitivamente al traste con esta fusión. Aunque hay fuentes que aseguran que la petición de un tercio del banco por parte de los accionistas de Unicaja, y las reticencias que comenzaron a mostrar los supervisores ante la fusión de dos entidades medianas debilitadas por la crisis y los bajos tipos de interés pesaron también en contra de la operación.

La previsible fusión se frustró poco antes de poder llevarse a los respectivos consejos de administración. Mucho antes, CaixaBank ya había estado coqueteando con Popular, pero Ron nunca quiso hablar de esta operación. Del Valle ya había hablado también con los inversores latinoamericanos de Banco Sabadell, entonces primeros accionistas de la entidad que preside Josep Oliu. Las primeras conversaciones se llevaron a cabo en septiembre de 2015, y las últimas en agosto de 2016. Pero a Sabadell no le salían los números, o eso dicen varias fuentes.

Con la ampliación de capital de mayo Del Valle, además, quiso incrementar considerablemente su participación en Popular y pasar del 4% aproximadamente que tenía en esas fechas de 2016 para llegar a un porcentaje que suponía estar al límite de una opa, apuntan varias fuentes, aunque este punto no ha podido ser contrastado con el inversor mexicano. Para ello, pidió limitar la colocación de nuevas acciones a los minoritarios. Ron, al parecer, se negó a esta operación, según las mismas fuentes.

Fue entonces cuando las relaciones entre Del Valle y Ron terminaron definitivamente, y fue también entonces cuando el inversor mexicano aseguró a Ron: “yo seré más pobre, pero tú no vas a aguantar la presión de la acción y los medios”.

Las operaciones que estaban previstas para vender como TotalBank, WiZink, o alcanzar un acuerdo con el grupo norteamericano de origen griego Libra para crear una sociedad y colocar una parte de los activos adjudicados vinculados al ocio y turismo fueron paralizadas por una parte del consejo. Su objetivo era obtener plusvalías, pero sobre todo aminorar la penalización que estas inversiones ejercen en el ratio de capital del banco.

Ante esta situación Popular, con Ron como abanderado, puso en marcha una subasta exprés para la fusión del banco en noviembre. BBVA presentó una oferta no vinculante valorando la entidad en unos 6.400 millones de euros. BBVA conseguiría a cambio cuota de mercado, unas sinergias de unos 4.000 millones y unos créditos fiscales de 5.000 millones.

Santander también presentó una oferta, pero Popular no la consideró ya que barajaba una horquilla muy amplía, con una valoración de Popular que duplicaba la capitalización de la entidad en esas fechas, pero incluía otra valoración muy por debajo de la ofrecida por BBVA.

La suerte ya estaba echada, y la oferta de BBVA fue rechazada finalmente por el banco, que pedía ya la cabeza de Ron.

De esta forma, solo Bankia, se ha mantenido al margen de una posible fusión con Popular, dada su condición de banco público. En junio finaliza el veto para poder realizar compras o fusiones. De momento, está en pleno proceso de absorción de BMN, pero algunos bancos de inversión consideran que la fusión de Bankia y Popular sería la mejor opción, ya que permitiría a la firma que preside José Ignacio Goirigolzarri ganar valor y poder devolver las ayudas públicas que acumula por 22.424 millones de euros.

Pese a ello, parece que esta es también la opción más complicada ya que la competencia no vería con buenos ojos que un banco público pujase por Popular. Aunque fuentes financieras aseguran que a estas alturas no se puede descartar nada.

Eso sí, lo que está claro es que BBVA y Santander necesitan crecer en España y pese a su reiterado discurso de que apuestan por el crecimiento orgánico, parece que están dispuestos a ganar cuota con compras. Pero puede que ahora Saracho apueste por su venta a los fondos de inversión tras una nueva ampliación de capital.

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