El desafío holandés a China en los chips es una apuesta por el poderío de ASML
La toma de control de Nexperia por parte de La Haya podría provocar represalias, pero tiene cierta cobertura

La sorprendente decisión de Países Bajos de tomar el control del fabricante de chips de propiedad china Nexperia es el último capítulo del creciente escrutinio occidental de los activos tecnológicos sensibles. También podría provocar represalias. Pero La Haya tiene cierta cobertura para actuar con dureza.
El domingo, el Gobierno neerlandés invocó poderes de emergencia, alegando “graves deficiencias de gobernanza” en Nexperia, adquirida por la china Wingtech en 2018 por 3.600 millones de dólares. La medida, que sigue a la suspensión por parte de un tribunal de Ámsterdam del presidente de Wingtech, Zhang Xuezheng, y a una investigación sobre la gobernanza, se reduce a la preocupación nacional de que los chips para vehículos y electrónica de consumo de Nexperia puedan no estar disponibles en caso de emergencia. Aunque la firma afirma cumplir con las leyes y sanciones, ha afrontado escrutinios en el pasado, incluida la revocación por parte de Reino Unido de su compra de Newport Wafer Fab en 2021.
Pekín, al menos en teoría, tiene formas de contraatacar. El jueves introdujo nuevas normas que obligan a las firmas extranjeras a solicitar autorización para enviar cualquier material que contenga incluso trazas de tierras raras chinas, y a destacar explícitamente las piezas usadas para fabricar determinados chips y máquinas de fabricación de estos. Si usara esta mayor transparencia para retener repentinamente las licencias necesarias para que ASML acceda a los materiales de tierras raras, eso podría retrasar los envíos del grupo, ya que son vitales para fabricar los imanes de sus máquinas.
China podría ir más allá y atacar las operaciones de ASML en el país. El grupo aún obtuvo allí el 27% de sus ingresos en el último trimestre, y los analistas de Visible Alpha estiman que este año obtendrá 6.000 millones de dólares. ASML opera más de una docena de instalaciones de I+D y servicios en China. En casos extremos, los gobiernos locales podrían obligar a los operadores foráneos a ceder el control y hacerse cargo de las instalaciones invocando el interés público.
En la práctica, parece poco probable una escalada tan extrema. China –como el resto del mundo– sigue dependiendo en gran medida de las punteras máquinas de ASML y está a años de alcanzarla, pese a las importantes inversiones y a avances aislados. Las fábricas chinas también necesitan las herramientas, el apoyo y el mantenimiento del grupo para funcionar y respaldar sus incursiones en la inteligencia artificial. ASML podría incluso desactivar sus máquinas de forma remota, según Bloomberg.
En última instancia, en el tablero geopolítico, Nexperia es poco más que un peón. ASML es una reina. Aunque la nueva táctica de La Haya se basa en gran medida en la excepcional posición del grupo, probablemente sea una apuesta segura.
Un pequeño gran problema
EE UU está tomando medidas para romper el monopolio de China en los minerales de tierras raras, y el problema parece lo bastante pequeño como para ser resoluble. Pero la posición inicial de la Casa Blanca no la deja otra opción que mostrarse amable por ahora.
China controla el 70% de la extracción de tierras raras y el 93% de la fabricación de imanes, según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. Su posición es bien merecida: las inversiones estratégicas hechas durante décadas le han permitido controlar la gran mayoría de la extracción y el procesamiento de tierras raras como el disprosio y el terbio, así como otros metales usados en baterías e imanes para vehículos eléctricos, turbinas eólicas y sistemas de defensa.
Pero no es un mercado muy amplio: el Departamento de Energía de EE UU y los expertos lo estiman en unos 5.000 millones de dólares. Alcanzarlo debería de ser factible. Tras un lento aumento, las inversiones de EE UU se han acelerado. El Tío Sam adquirió una participación directa del 15% en MP Materials, que desarrolla el yacimiento Mountain Pass en California. En el segundo trimestre se anunciaron inversiones de capital por valor de más de 1.000 millones, de los cuales el 91% contaba con el respaldo del Gobierno, según Benchmark Mineral Intelligence. JP Morgan, que ayudó al Ejecutivo en su inversión en MP Materials, anunció el lunes que gastará 10.000 millones en empresas relacionadas con la seguridad nacional, lo que incluye mineras.
El problema hasta ahora era que, dado que suponen una pequeña fracción del coste de productos finales mucho más complejos, las tierras raras no han atraído mucha atención corporativa. Las nuevas intervenciones deberían de hacer que el embargo quedara con el tiempo en papel mojado. Pero la clave está en los tiempos. Incluso en 2030, según la Agencia Internacional de la Energía, el dominio de China será del 54% de la minería y del 77% del refinado. Estos lentos cambios son de poca ayuda para las negociaciones comerciales de este mes. La mina de MP Materials languideció durante años, y su anterior dueño se declaró en quiebra en 2015. Arreglar la cadena de suministro requerirá un esfuerzo laborioso y coordinado. Y, como deja claro la caída de la Bolsa, perder el acceso a estos metales sería existencial. La pregunta es si la Casa Blanca puede desarrollar la capacidad nacional con paciencia o si la irascibilidad juega a favor de Pekín.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

