Un hombre de la casa para sacar Stellantis a flote
Antonio Filosa, nuevo CEO, sustituye a Carlos Tavares, señalado por sus políticas autoritarias y de recorte de costes


El cónclave se tuvo que alargar seis meses, pero por fin salió la fumata blanca de la sede de Stellantis. El elegido es Antonio Filosa, un italiano que ha hecho carrera en América, y que será el encargado de sacar a flote al grupo automovilístico nacido en 2021 de la unión de PSA Group (Peugeot, Citroën, DS Automobiles, Opel y Vauxhall) y Fiat Chrysler Automobiles (que tenía marcas como Jeep o Alfa Romeo). El conglomerado atraviesa aguas revueltas, con sus ventas a la baja y con la guerra comercial amenazando su ya golpeado negocio. Al ejecutivo italiano le toca pasar –y hacer olvidar– la página del portugués Carlos Tavares, con quien contrasta en muchos aspectos.
Filosa, de 51 años, es napolitano, pero se formó en la otra punta de Italia, en la Universidad Politécnica de Milán, donde estudió Ingeniería Industrial. Al poco de acabar la carrera, en 1999, ya estaba trabajando en una de las marcas del grupo. Su primer trabajo, como él ha recordado en una carta a los empleados, fue como supervisor de calidad en una planta de pintado en Valladolid: “Desde aquel primer puesto, siempre me ha inspirado el inmenso talento, la pasión y el compromiso de nuestra gente”.
A partir de esa primera experiencia vallisoletana comienza un periplo por diversas marcas, primero de Fiat, luego del grupo Stellantis, que culmina en el trono del conglomerado: el periplo hasta la cima comienza en Brasil –segundo mercado de Fiat por detrás de Italia–, dirigiendo su fábrica de Minas Gerais. Tras unos años, es nombrado director de operaciones para toda América Latina y, en 2023, consejero delegado de la marca estadounidense Jeep, el buque insignia del grupo por facturación. Antes de la salida de Tavares, pasa a ser el responsable de América del grupo.
La situación que afronta ahora, como suele ocurrir en este tipo de relevos empresariales, no es fácil: el beneficio de Stellantis se desplomó un 70% el año pasado, mientras su facturación retrocedió un 17%. El desafío arancelario estadounidense, además, ha obligado al grupo a dejar en el aire las previsiones. En lo que va de año, su acción ha perdido casi un tercio de su valor. Todo ello en un ambiente enrarecido, provocado en buena parte por la agresiva política de recortes de Tavares, que puso en su contra a trabajadores y proveedores de sus 18 marcas.
Un ejecutivo ecléctico
Filosa surge así como una figura de consenso, de la casa. En un grupo con tantas banderas, la nacionalidad del máximo ejecutivo no es baladí: italiano, como su mentor, el legendario Sergio Marchionne –que salvó a Fiat de la bancarrota en los 2000–, su llegada agrada a la parte italiana del grupo, que había adquirido un tono afrancesado, según criticaban algunas fuentes internas. Sin embargo, Filosa es un perfil ecléctico: un criado en Nápoles formado en Milán –con el odio que ambas urbes se manifiestan–, que empezó en España, ha crecido profesionalmente en América Latina y que se ha desenvuelto con éxito en el exigente mercado estadounidense.
El ejecutivo, casado con una brasileña, con la que tiene dos hijos, se parece en poco a su predecesor portugués. De aire desenfadado, camisa desabotonada y pelo engominado, los que han trabajado con él destacan su carácter conciliador, colaborativo. A Tavares, sin embargo, se le conocía por su frialdad y severidad: un “psicópata del rendimiento”, como se definía a sí mismo.
Una de las primeras visitas de Filosa después de ser nombrado fue a Francia –luego visitaría la fábrica de Vigo–. Tras ella, el sindicato CFE-CGC emitió un comunicado en el que afirmaba que esperaban que el nuevo CEO rompiera “con el autoritario y recortador estilo de gerencia de la era Tavares”. La psicopatía del rendimiento del ex-CEO se tradujo en una dura estrategia de recorte de costes, desde una organización muy centralizada. Todo ello, apuntan algunos analistas, a despecho de la estrategia comercial. Para darle la vuelta a esta situación y, a pesar de las incertidumbres, no deberá dejarse engatusar por la tentación de la austeridad.
Además de recuperar la confianza de trabajadores, proveedores e, incluso, Gobiernos, el máximo ejecutivo de Stellantis se enfrentará a los grandes retos del sector: a saber, la transición al vehículo eléctrico, con la amenaza de bajo coste china sobrevolando, y un nuevo orden comercial marcado por el proteccionismo. “No es un tío blando en ningún sentido”, comentaba al Financial Times una persona cercana a Filosa: “Puede ser duro como una roca”.
En los meses posteriores a la salida de Tavares, el equipo interino ya ha dado pasos para deshacer algunas de sus iniciativas y reorientar la empresa. Uno de ellos, cargado de simbolismo, ha sido traer de vuelta el motor de combustión de V8 (lo más lejano que se puede encontrar a un motor eléctrico), que fue condenado personalmente por el directivo portugués. Volverá a producirse en la fábrica de Dundee, en Míchigan, para dotar de potencia y ruido a las grandes rancheras que tanto gustan en Estados Unidos, un país cuyo Gobierno no tiene entre sus grandes prioridades la descarbonización, y que Filosa conoce bien. Son tiempos nuevos, y para ello Stellantis quiere a alguien de la casa (de todas las casas).
Como pez en el agua
Nadador. Filosa es un antiguo jugador de waterpolo –deporte que le ha dado una complexión que aún mantiene– y entre las pocas aficiones personales que se le conoce está la natación. Por su 50 cumpleaños, cruzó el estrecho de Messina, entre Sicilia y Calabria, que tiene una anchura mínima de 3,1 kilómetros y es conocido por sus grandes corrientes.
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