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Los aranceles de Trump congelan las previsiones automovilísticas de 2025: Stellantis y Mercedes se contagian de la incertidumbre

La ofensiva comercial de EE UU fuerza a los gigantes del motor a suspender o paralizar sus estimaciones

Trabajadores limpian automóviles en un stand de Mercedes-Benz.

El caos provocado por la errática política comercial de Donald Trump —que cambia de rumbo día sí, día también— arrastra a los mayores fabricantes de automóviles de Europa a una vorágine de incertidumbre y de eterna duda. Los gravámenes a los automóviles impuestos por el presidente de Estados Unidos, que el pasado 29 de abril decidió suavizar con efecto retroactivo generando una mayor inseguridad jurídica, han provocado que las compañías líderes del sector en el Viejo Continente, como Mercedes-Benz, Stellantis, Volvo o General Motors, retiren sus previsiones financieras. Una muestra más del caos desatado por sus cambiantes tácticas comerciales y que también dificulta estimar cuáles serán los beneficios de los fabricantes de cara a los trimestres venideros. Se espera que los aranceles del 25% a los automóviles importados, impuestos a principios de abril, aumenten los precios de los automóviles estadounidenses, reduciendo la demanda y aumentando la presión sobre una industria que ya lucha con una transición cada vez más lenta hacia los vehículos eléctricos.

Incapaces de predecir el impacto económico de los aranceles, Stellantis (propietaria de Peugeot, Citroën, Opel o Fiat, aunque en EE UU le afecta por RAM y Jeep), y el grupo alemán Mercedes-Benz fueron los últimos en sumarse a la lista de fabricantes que no se quieren pillar los dedos con predicciones que están sujetas a las idas y venidas de Trump. Por ello, ambas compañías retiraron el miércoles sus previsiones para este año, alegando que los aranceles están alterando las cadenas de suministro y elevando los precios de los automóviles. Por su parte, Volkswagen mantuvo sus previsiones prácticamente sin cambios, pero advirtió de que aún no está incluyendo en sus estimaciones el impacto de los gravámenes.

El grupo Mercedes-Benz, que obtuvo sólidos resultados en el primer trimestre de 2025, comunicó a través de una nota de prensa que las previsiones del grupo y de las divisiones se mantendrán sin cambios antes de considerar cualquier impacto adicional en las tarifas: “Suponiendo que todas las tarifas implementadas y anunciadas entren en vigor y se mantengan vigentes hasta finales de año, se prevén impactos significativos. La volatilidad actual en relación con las políticas tarifarias, las medidas de mitigación y los posibles efectos directos e indirectos resultantes, en particular sobre el comportamiento y la demanda de los clientes, es demasiado alta para evaluar con fiabilidad la evolución del negocio para lo que resta del año”.

Pese a este panorama, los ejecutivos de Mercedes-Benz mostraron una actitud calmada, tal y como recoge Reuters, durante la conferencia telefónica del primer trimestre de la compañía con analistas, refiriéndose a la cambiante política arancelaria de Trump como un “entorno de mercado dinámico”. El director financiero de Mercedes, Harald Wilhelm, afirmó que los aranceles reducirían el margen de beneficio de la compañía en 300 puntos básicos este año si se mantienen sin cambios, incluso considerando el alivio parcial de Trump. Esto reduciría el rango previamente estimado del 6% al 8% a tan solo el 3%.

Mercedes-Benz, que opera una fábrica en Tuscaloosa (Alabama), anunció a principios de este mes que está considerando trasladar otro modelo de vehículo a Estados Unidos para contrarrestar los aranceles. El fabricante actualmente envía vehículos fabricados en Europa a EE UU, a la vez que produce automóviles el país norteamericano que se venden localmente y se exportan a mercados como China.

Stellantis suspende sus previsiones para 2025

Stellantis, por su parte, anunció la suspensión de sus previsiones financieras para 2025, citando la “dificultad de prever los posibles impactos en los volúmenes de mercado” y mostró su disposición a colaborar con los gobiernos para adaptarse a la evolución de las políticas comerciales. La compañía también aseguró estar ajustando sus planes de producción y explorando oportunidades para optimizar el abastecimiento.

 Un hombre trabaja en el chasis de un Fiat Grande Panda en la nueva línea de producción de la planta de Stellantis en Kragujevac, Serbia.

A raíz de las últimas modificaciones de la política arancelaria de Trump sobre los automóviles, el director financiero de Stellantis, Doug Ostermann, apuntó que son una “buena señal”, en declaraciones durante una conferencia telefónica sobre resultados recogidas por Bloomberg. Con el fin de mantener su producción en Estados Unidos, el fabricante explicó que estaba conversando con sus proveedores para encontrar la forma de que utilicen más piezas fabricadas en Estados Unidos en sus vehículos. Por último, Ostermann añadió que Stellantis podría tener que recalibrar sus inversiones en EE UU en función de la evolución de los aranceles.

Volkswagen evita cuantificar el impacto de los aranceles

En cuanto a Volkswagen, su director financiero, Arno Antlitz, evitó cuantificar el posible impacto de los aranceles, argumentando que aún es pronto. “Estamos dispuestos a trabajar con los responsables políticos para encontrar soluciones que apoyen a la industria y preserven las oportunidades laborales”, afirmó, y agregó que ajustarán sus pronósticos cuando haya mayor claridad. Actualmente, Volkswagen fabrica parte de sus vehículos para el mercado estadounidense en Chattanooga (Tennessee), aunque menos de un tercio de los autos vendidos en EE UU en 2024 fueron producidos allí; el resto se importó desde México y Europa.

Otros fabricantes también han reaccionado. Porsche, uno de los fabricantes de automóviles más expuestos al no tener fábrica en EE UU y que pertenece al grupo Volkswagen, también redujo sus previsiones de beneficios y advirtió que no puede estimar el impacto de los aranceles a partir de junio. Aston Martin anunció el miércoles que está limitando los envíos de sus autos de lujo a EE UU y utilizando las existencias de los concesionarios de ese país para suavizar el impacto arancelario. La compañía no fabrica ningún vehículo en territorio norteamericano y ya ha anunciado que planea subir los precios de algunos autos allí.

Este panorama arancelario se suma a los desafíos que la industria automotriz arrastra desde hace años: los altos costes de producción, la escasa demanda en Europa y la creciente competencia en China, donde los fabricantes de automóviles locales están tomando el control. Un entorno complejo para las empresas automovilísticas, que deberán replantear su estrategia y dictaminar si ceden ante la presión de Trump mudándose a Estados Unidos o si plantan cara al presidente que ha revolucionado el tablero económico mundial.

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