Las claves: ideologías opuestas que conspiran a favor de la transición verde
Las renovables juegan a favor del proteccionismo y la autarquía


Las medidas del presidente de EE UU Donald Trump parecen encaminadas, irónicamente, a luchar contra el calentamiento global: defender los coches eléctricos de su amigo Elon Musk, incrementar los aranceles (que tienden, a priori, a reducir el comercio y por tanto la contaminación), y tratar de forma kafkiana en las aduanas a los visitantes europeos (lo cual ha hecho que varios países avisen a sus ciudadanos del riesgo de viajar a EE UU, lo cual puede redundar en un descenso del tráfico aéreo). Irónicamente también, las energías renovables juegan a favor del proteccionismo y la autarquía de los países. Aunque los materiales necesarios para las infraestructuras aún dependen en buena medida del intercambio entre países y bloques, en última instancia la producción de la energía verde suele tener lugar cerca de su destino. Idealmente, en el mismo sitio, como ocurre con los paneles solares en los tejados. Dios escribe recto en renglones torcidos, y unas y otras ideologías parecen encaminadas a favorecer la transición ecológica. En 2024, la instalación de potencia solar, eólica e hidroeléctrica creció en el mundo en un 15,1%. Todos los caminos conducen a Roma, aunque aún quede lejos. Dios escribe recto en renglones torcidos, y unas y otras ideologías parecen encaminadas a favorecer la transición ecológica. En 2024, la instalación de potencia solar, eólica e hidroeléctrica creció en el mundo en un 15,1%. Todos los caminos conducen a Roma, aunque aún quede lejos.
Las ‘big tech’ tienen recorrido con la IA, pero hay que fijarse en el enfoque
La sorprendente DeepSeek hizo que se desplomaran las siete magníficas de la Bolsa estadounidense (con la excepción de Apple), ante las perspectivas de que el beneficio de la inteligencia artificial se repartiera entre muchas otras empresas, en particular chinas. Sin embargo, los analistas creen que aún tienen recorrido. Los inversores deberían diferenciar, en todo caso, entre el enfoque de Google, que apuesta por resolver problemas concretos, o el de OpenAI, participada por Microsoft, que prefiere buscar, prácticamente, el sentido de la existencia. Suele ocurrir que las aspiraciones modestas salen mejor.
En tiempos de guerra, las armas ganan... y los hoteles pierden
Si algo no falla cuando estalla una guerra (o cuando amenaza con hacerlo) es que las armamentísticas suben en Bolsa y las aerolíneas bajan. Un conflicto bélico es un negocio maravilloso si uno vende balas, pero pierde atractivo si lo que oferta son resorts al borde del mar Rojo, o safaris en Uganda. Y, aunque no ha estallado ninguna guerra en los últimos meses, la transformación del tablero geopolítico lleva a pensar a los inversores que quizá del sector turístico no se vayan a hacer de oro si los países comienzan a ponerse tiquismiquis con los visados, o si por encima de las piscinas de los complejos hoteleros pasan misiles intercontinentales. Para eso, ya puestos, mejor invertir en los fabricantes de esos proyectiles.
La frase del día
Si las expectativas de inflación a largo plazo basadas en el mercado empiezan a comportarse como lo han hecho estas encuestas en los últimos dos meses [previendo máximos desde 1993], lo consideraría una gran señal de alarma
Austan Goolsbee, presidente de la Fed de Chicago
Ayudar a los que están más abajo en el ascensor de la dependencia
En el último cuento de Navidad de la Cadena Ser, Manolito Gafotas, el personaje de Elvira Lindo, dice que en su bloque llaman “ascensor social” al aparato recién instalado, porque facilita la interacción entre los residentes. Más allá del juego de palabras con la subida en la escala socioeconómica, lo cierto es que, para mucha gente, literalmente, los ascensores son indispensables para socializar. Son las personas con movilidad reducida. La reforma de la Ley de Dependencia prevé hacer obligatorias las obras de accesibilidad en los edificios en los que haya gente con discapacidad. Supondrá, eso sí, un problema económico para todos los vecinos, aunque haya ayudas para instalar los elevadores. La idea, en todo caso, es ayudar a los que están más abajo en el ascensor social.