Las claves: la visión que tiene de Repsol el usuario no debería preocupar tanto a Iberdrola
Los jueces, por su parte, y a falta de los recursos correspondientes, consideran que no constituyen competencia desleal


Si se le pregunta a una persona por la calle si considera que Repsol se dedica a actividades ecológicas, es probable que responda que no: quién más, quién menos, relaciona a la histórica compañía con la gasolina y otros combustibles; y, quién más, quién menos, sabe que la gasolina contamina. Si se le pregunta por Iberdrola, probablemente lo relacione con la factura de la luz, que casi nadie comprende (no solo las de Iberdrola, desde luego), pero probablemente tenga más o menos en mente que la electricidad también se produce con paneles solares y molinos de viento. Así que no parece muy sólido el temor de la compañía presidida por Ignacio Galán a que los anuncios en los que la petrolera presume de su apuesta por la sostenibilidad cambien radicalmente la visión que tiene el consumidor. Los jueces, por su parte, y a falta de los recursos correspondientes, consideran que no constituyen competencia desleal.
Con todo, como se despisten una y otra empresa, y dada la ola que viene de Estados Unidos, quizá pronto lo que esté de moda sea presumir de lo contrario, o sea, de lo mucho que se perfora el subsuelo.
La naturaleza y el dinero siguen su camino
El dinero, como la vida, se abre camino: si el fin de los tipos de interés que rondaban el cero supuso un repunte considerable del capital destinado a los depósitos, ahora que el precio del dinero empieza a una nueva senda a la baja le toca el turno a la inversión. Los fondos acaparan el movimiento de capital con la esperanza inversora de que la Bolsa rinda como en los dos últimos años, una previsión cuando menos optimista. Obligados por los tiempos, los ahorradores salen de la cómoda cueva de la renta fija para adentrarse en la jungla de la variable. Esa que, igual que te hace rey de la tribu, te acaba devorando.
Horse, un vínculo más de Arabia Saudí con Occidente, en concreto España
La mayoría de las inversiones extranjeras en empresas españolas pasan la prueba, pero las pocas que no lo hacen generan más controversia. Muchas se ejecutan con gran discreción, como la compra del 10% de Horse, la empresa de motores de Renault y la china Geely –con sede en Madrid–, por parte de Aramco, la petrolera estatal saudí. En tiempos de proteccionismo, no deja de ser una interesante apuesta a contracorriente este accionariado multinacional. Los intereses de Arabia Saudí en Occidente son de lo más variado: desde las telecos hasta las renovables. Y las relaciones entre España y el país del golfo Pérsico van más allá, pues también incluyen la venta de buques de guerra construidos por Navantia. La Supercopa de fútbol o el contrato de Rafa Nadal son la anécdota.
La frase
Hay que revisar todo lo que dice el presidente Trump, por eso siempre digo que hay que tener la cabeza fría y no tomar las frases aisladas. Aquellas declaraciones hacen referencia a la reciprocidad entre aranceles, y en el caso de México no existen tarifas a los productos estadounidenses. Quedaríamos como ahoraClaudia Sheinbaum, presidenta de México
Contra la tiranía de la guía Michelin... las opiniones de Google
El chef francés Marc Veyrat es de las pocas personas que puede decir que ha tenido dos veces el sacrosanto reconocimiento gastronómico de las tres estrellas Michelin. Ahora, que no tiene ninguna –se las quitaron con criterios, dice, dudosos–se ha rebelado contra la tiranía de la guía y sus expertos, y recomienda en su nuevo restaurante que no se acerquen al local. “Las únicas estrellas que cuentan son las que brillan en los ojos de los clientes”, dice. Debería tener cuidado con lo que desea: no está claro que la tiranía de Michelin sea mejor que la de la turba de las opiniones de Google. Además, le guste o no, los críticos de la guía son anónimos, así que irán de todas formas a su restaurante. Ese que, buscando sus raíces populares, cobra a más de 400 euros el menú.