España debe hacer fuerza con la UE contra los aranceles de Trump
El presidente del Gobierno español ha garantizado que respaldará la política de la Comisión Europea en este asunto


La segunda guerra arancelaria de Donald Trump ya ha dado su pistoletazo de salida, aunque en lo que se refiere a la Unión Europea aún es una amenaza inconcreta. Para España, las perspectivas más negativas, es decir, que aplique un arancel del 25% a todos los productos de la UE, no supondrían un menoscabo gigantesco para la economía en su conjunto, dado que las exportaciones a Estados Unidos son solo un 5% del total. El daño sería del 0,27% del PIB en el peor de los casos, y del 0,06% en el escenario central, según calcula la Cámara de Comercio de España.
Hay, sin embargo, sectores que se verían gravemente afectados, como ya ocurrió con el aceite de oliva en el primer mandato del republicano. Y los fabricantes de maquinaria y material eléctrico podrían perder hasta un 28% de sus ventas a EE UU. A eso se suma el daño indirecto por los bienes o servicios españoles que compran terceros países y se insertan en cadenas globales de valor que acaban en la primera potencia mundial. Un 74% de las exportaciones de España tienen como destino otros países europeos.
Son precisamente Alemania e Italia los dos países del bloque con mayor superávit comercial con EE UU, en particular por la industria automovilística, y los que más se juegan en la negociación con Washington. Trump puede jugar a dividir a los países europeos: por ejemplo, su cercanía a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, puede hacerle dar un trato más favorable.
Una situación similar se da con China, que jugó la carta de amenazar con castigar a sectores como el porcino español para ganarse una abstención de Pedro Sánchez en la votación de los aranceles comunitarios a la automoción del país asiático. Estos finalmente salieron adelante con el voto en contra de la propia Alemania, temerosa del impacto sobre las ventas de sus coches en el mercado chino.
El presidente del Gobierno español ha garantizado que respaldará la política de la Comisión Europea en este asunto. Tiene sentido, más allá de la conveniente solidaridad interna del bloque, porque cualquier deterioro de las economías vecinas redundaría en el de la española. Sin embargo, es de esperar un intercambio a varias bandas, en el que los distintos países intentarán defender sus intereses nacionales sin salirse demasiado de la foto de Bruselas. Es la unidad del bloque la que le puede dar fuerza contra Trump, a quien, en el fondo, tampoco le interesa impulsar la inflación, que en enero registró en EE UU un nada desdeñable dato del 3%.