Las claves: el enésimo dolor de cabeza de los fabricantes españoles de coches
Los productores se quejan de que en España no se están instalando suficientes puntos de recarga de vehículos eléctricos
Hubo una época, que ya parece olvidada, en la que aún había que llevar mascarillas, y en la que uno de los principales dolores de cabeza de los fabricantes de coches era que había gente que quería comprarles vehículos, pero un cuello de botella en los semiconductores les impedía producir a la altura de la demanda. Ahora, con los chips en su máximo apogeo, los dolores de cabeza son otros, porque no hay industria que no los tenga.Y también son otros los cuellos de botella: los fabricantes se quejan de que en España no se están instalando suficientes puntos de recarga de vehículos eléctricos –que, con todo, han crecido con fuerza–, y que, además, los impedimentos reglamentarios y burocráticos frenan su expansión. La cuestión no es menor, ya que una de las grandes preocupaciones de un conductor que sondea comprarse un eléctrico es poder atravesar la meseta sin quedarse tirado en Burgos. También reivindica el sector una mayor agilidad con las ayudas, que incentive una demanda deprimida. Y los chinos ya están a las puertas. Será por dolores de cabeza.
Hotelbeds recibe el calor del mercado, que apuesta por el turismo
La jugada va camino de ser perfecta para Hotelbeds, después de retrasar su salida a Bolsa. En dos horas consiguió llenar el libro de órdenes, gracias a un mercado que ansía apostar por el mayorista de camas. Eso le permitirá vender cerca de su valoración máxima. La Bolsa está en territorio de volatilidad, pero las expectativas son altas para que, una vez cotizada, mantenga el interés de los inversores. El turismo resiste inasequible al desaliento las dificultades económicas de la población, que, quizá porque no tiene para comprarse una casa, da vueltas por el mundo para pasar el rato.
Las pérdidas, sobre todo de los ricos, son una cuestión de proporciones
El cofundador y CEO de Nvidia, Jensen Huang, perdió esta semana 20.100 millones de dólares en apenas unas horas. Todo un golpe para uno de los hombres más ricos del mundo, cuya riqueza, como acostumbran en este selecto club, está sobre todo metida en Bolsa. Estos golpes a las carteras de los ultrarricos, aunque impresionantes en números, sirven para hacer pedagogía con aquellos que no acaban de querer entender que la presión fiscal sea progresiva: perder 20.000 millones en Bolsa para una persona que tiene una fortuna de 120.000 millones no es lo mismo que perder 200 euros para quien tiene 1.200 en el banco. Para unos, es poco más que calderilla, para otros es la diferencia entre llegar o no a fin de mes. Pues igual con los impuestos.
La frase
Enviamos [a EE UU] petróleo con descuento que, en última instancia, se refina en Texas. Si [hay una guerra comercial y] no somos nosotros, es Venezuela. No hay otra opción sobre la mesa, y esta Administración [la de Trump] no quiere trabajar con VenezuelaMélanie Joly, ministra de exteriores de Canadá
Cuando las herramientas digitales complican más que ayudan
El número de administrativos de la función pública no ha menguado de forma notable, pese a que cada vez más gestiones se van subcontratando a los propios ciudadanos, que a menudo se las ven y se las desean para manejarse con los certificados digitales y demás trabajos de Hércules a los que deben enfrentarse, sobre todo cuando tratan de pedir algo al Estado. Afecta más a las personas mayores, a quienes les cuesta más adaptarse a los cambios, y a los inmigrantes, por el idioma; pero es un problema general. Se supone que la tecnología ha venido para facilitar las cosas, pero a menudo es al contrario. Varios expertos y organizaciones han lanzado una campaña a nivel europeo para que se recupere la atención offline para los servicios esenciales, y se tome con más calma la transición digital.