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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Desafortunada ausencia de Garamendi y Cuerva

La necesidad de luchar por la igualdad de derechos de los trabajadores LGTBI+ en las empresas es un consenso social que jamás debería quedar embarrado por otras batallas

CINCO DÍAS
El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi (derecha), y el presidente de Cepyme, Gerardo Cuerva.
El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi (derecha), y el presidente de Cepyme, Gerardo Cuerva.Eduardo Parra (Europa Press)

El número de trabajadores LGTBI+ que, hoy por hoy, siguen ocultando su orientación sexual en el trabajo por miedo a sufrir discriminación sigue siendo demasiado alto. Un estudio de Manpower, empresa especializada en recursos humanos, señala que hasta un 50% lo hace. Otro de UGT lo sitúa en el 40%. Y uno de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans e intersexuales (Felgt+) lo eleva al 70%. Independientemente de qué sondeo escojamos, queda patente la enorme proporción de personas que en España evitan decirlo, renunciando incluso a derechos como el permiso por cuidado de familiares o las dos semanas libres de luna de miel, con tal de que no se sepa que son gais.

Tienen sus motivos: según la Federación estatal, el 52% de las personas LGTBI+ ha recibido insultos y, hasta un 78%, chistes o rumores sobre su condición. Desde el armario, además, los que se mantienen tapados pueden escuchar sin filtro todos los comentarios hirientes, prejuicios y juicios sobre gente como ellos, lo que supone una disuasión infalible para quien quiera caer bien y progresar en igualdad de condiciones.

Las empresas no deberían sentirse cómodas con esta situación, y las organizaciones patronales deberían tomarlo muy en serio, pero esta semana hemos asistido a un episodio que habla mal de todo esto. El miércoles se firmó el primer pacto de todos los agentes sociales contra la discriminación LGTBI+ (el primero a tres, además, de toda esta legislatura), un acto trascendental, y tanto el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, como el líder de Cepyme, Gerardo Cuerva, se ausentaron del evento y de la foto con las tensiones por la negociación de la reducción de jornada como telón de fondo. Estuvieron la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y los líderes de UGT y CC OO, Pepe Álvarez y Unai Sordo, pero los empresarios delegaron en miembros de un rango menor.

Garamendi alegó que le coincidía con un foro en Bilbao y Cuerva fue más franco: “Van los negociadores implicados”, dijo. “Creemos que estamos en medio de una negociación muy importante como es la reducción de jornada en la que no se está teniendo en cuenta en absoluto a las empresas”, añadió.

El enfado de la patronal con Trabajo y los sindicatos resulta palpable, pero la necesidad de luchar por la igualdad de derechos y la normalización de los trabajadores LGTBI+ en las empresas es un consenso social que jamás debería quedar embarrado por otras batallas, ni despreciado en la agenda de nadie. Los empresarios de toda España necesitan liderazgo en este terreno y los gestos y las fotos importan. La ausencia de Garamendi y Cuerva ha sido desafortunada.

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